¿Cuarentena? A moverse más aún...
Antes del COVID-19, no íbamos a crecer más de 2.5%. Lamentablemente, además de las diversas pugnas políticas que tuvo que atravesar, era notorio que el presidente no tenía mucha voluntad para hacer cambios estructurales en favor de la economía. Congreso débil. Año electoral. Las cosas no iban a ser fáciles, desde el arranque.
Después del COVID-19, será peor. Sectores como Turismo, Gastronomía, y varios otros nichos de consumo ya empezaron a perder. Así, mientras entramos inexorablemente en estado de emergencia, lo primero que nos debe quedar claro es que la clase media emprendedora ya venía sufriendo.
¿Puede esta clase media peruana soportar una “cuarentena económica” más dura? No. Hipotecas, préstamos, créditos, mensualidades escolares, seguros de salud, estas cosas nunca entran en cuarentena. ¿Qué hacer entonces? A moverse más aún, económicamente, no físicamente.
Es sencillo de plantear pero difícil que ocurra, si esperamos lo mismo de nuestros líderes privados y estatales. Lo que debe darse es que tanto el estado como la gran empresa, sigan moviendo la economía por el bien de todos.
Primero. Ni el estado ni las grandes empresas pueden romper cadenas de pago o contratos; deben pagar y seguir contratando consultorías, servicios, comprando los productos que tenían en sus planes.
Si cualquiera de ambos financia un proyecto, y tiene una factura pendiente por pagar pero el proyecto se detendrá unas semanas, que pague la factura. Todo servicio o compra de productos que no ponga en riesgo la salud de las personas debe continuar. Mientras que al estado y la gran empresa, pagar una factura y mantener un proyecto, le costará algo más de lo planificado, al proveedor que iba a ejecutar ese servicio, le puede costar entrar en una situación muy vulnerable.
Segundo. Las entidades financieras deben dosificar, flexibilizar o incluso congelar sus cobranzas.
En otros países ya empezaron. Los siguientes 30 o 45 días van a ser días sin ventas, sin consumo, sin eventos, sin proyectos corriendo, y evidentemente, no solo para quienes han sido contagiados. Ciertamente quien ha sido contagiado merece aún más consideraciones, pero el emprendedor, consultor, proveedor que no ha sido contagiado, está también sufriendo mucho esta etapa. La Banca debe actuar rápido y ser empática, algo que siempre se le reclama. Excelente oportunidad.
Tercero. Desde el estado, las medidas de simplificación administrativa y liberación de cargas o impuestos para emprendedores y empresarios de todos los sectores, deben ser mucho más audaces.
Cualquier proyecto de norma, ley o decreto contrario a este enfoque tiene que ser detenido. Se debe coordinar con municipalidades para que eliminen barreras burocráticas, aceleren permisos, y sobretodo, después de tanto tiempo, las entidades estatales deben optar digitalizar sus trámites y procesos. Si no queremos eventos o espectáculos privados, por qué querríamos miles de personas haciendo trámites en entidades del estado abarrotadas de gente, con funcionarios lentos y prepotentes. Estamos frente a una gran oportunidad.
Las reformas económicas a favor de una saludable libertad empresarial ya eran indispensables antes del COVID-19. Esta crisis lo único que hará es visibilizar que, además, son urgentes. El cambio de mentalidad del funcionario estatal debe darse a raíz de la crisis. Tendrá que entender que su rol es promover la actividad empresarial porque ésta genera riqueza, que la transformación digital podría achicar la planilla estatal pero es lo mejor para el ciudadano, y si no lo entiende y no actúa en consecuencia, será el principal responsable de nuestra vulnerabilidad.
Se me ocurren muchas cosas más. Trabajar desde casa genera eficiencias, que el estado recompense a las empresas que incentivan el teletrabajo; es imprescindible adecuar la normatividad para fomentar la educación digital desde colegios y universidades; el sistema estatal de salud no puede ser el mismo, tiene que mejorar de una vez por todas, y se debe apostar por investigación, tecnología e innovación en este sector.
En tiempos de cuarentena física y sanitaria, lo que no debe parar es el esfuerzo del estado y la gran empresa por activar y mantener a flote la economía de los más pequeños. El funcionario estatal y el gran empresario son los que menos pierden. Su mayor responsabilidad y lo más noble que pueden hacer, es ponerse al hombro a la clase media.