Barreras contra la Libertad
Hoy ocurren tres cosas en el país que no le interesan mucho al ciudadano de a pie: si el modelo de libre mercado es el mejor sistema económico; por quién votarán para congresistas el 26 de enero; cuál es el impacto de las normas que aparecen en El Peruano todos los días.
En un país en el que más de 8 millones de peruanos trabajan en aproximadamente 5 millones de micro o pequeñas empresas, de las cuales el 83% es informal, les aseguro que las prioridades pasan por: cómo hago negocio, cómo genero liquidez, cómo evado al estado que no me sirve para nada, cómo me divierto el fin de semana con mis amigos y familia, qué películas o shows buenos hay en la tele, cuánto le ganará Alianza Lima a Binacional mañana (porque de que gana, gana)…
Por eso nos toca hacer dos cosas: en el corto plazo, no dejar de evidenciar la importancia de los tres temas mencionados en el primer párrafo. Y en el largo plazo, hacer todo lo posible por llegar al ciudadano de a pie y explicarle por qué esos temas sí impactan en su vida, son relevantes y pueden poner en juego su futuro. Luego, lo dejamos ser feliz viendo una buena película o tomándose un trago.
El día de ayer, Contribuyentes del Perú y Asociación de eliminación de barreras burocráticas – ADEB, hicieron notar que el Indecopi había declarado como barreras burocráticas cinco normas que afectaban la libertad económica y el desarrollo empresarial. ¿Cómo podría ser legítimo prohibir que las picanterías funcionen a cien metros lineales de un colegio? ¿Por qué la Municipalidad de Lima tendría que cobrar y exigir autorizaciones anuales para trasladar residuos sólidos NO peligrosos? ¿Por qué la Marina de Guerra del Perú tendría que cobrar una tasa cuando una obra se traslada de una empresa constructora a otra sin ninguna afectación de por medio? En fin.
Las barreras burocráticas que el estado impone son la primera línea de ataque contra lo que llamamos “formalidad”, término que hace rato quiero cambiar pero no encuentro uno mejor, aún…
Si se preguntan por qué hay tanto emprendedor fuera del sistema, una de las respuestas debería ser, porque el estado, en sus entidades nacionales, regionales o locales, pone trabas, complica las cosas, y no deja de exigir o prohibir todo el tiempo, por el simple hecho de querer más dinero o más poder.
Las barreras burocráticas, además, son un incentivo perfecto para generar espacios de corrupción. La voluntad caprichosa del burócrata se traduce en normas que lamentablemente, al ser tan difíciles de cumplir, “deben” ser evadidas. El empresario no tiende a ser corrupto, el burócrata… No sé. Si el empresario tuviera las reglas y los costos claros, simplemente haría lo correcto para contratar o invertir. Es el burócrata quien, atrapado en una maraña burocrática o habiéndola generado para poder tener más poder o riqueza, sostiene la sartén por el mango.
Las barreras burocráticas constituyen, finalmente, la más quirúrgica estrategia para destruir la libertad económica. A más regulaciones irracionales, más alejamiento de la ley y corrupción. Y a más alejamiento de la ley y corrupción, menor la posibilidad de entender, percibir y sentir los beneficios de la institucionalidad que promueven y defienden el libre mercado y la libre competencia.
Para convertirnos en un país libre pero ordenado, se requiere de ciudadanos “dentro del sistema” que paguen impuestos justos, que cumplan con las normas necesarias, y reciban a cambio servicios estatales de calidad y un trato humano de parte de instituciones que deberían fijar sus procesos y organizar sus recursos humanos pensando en el ciudadano. Así debería verse una sociedad cohesionada, unida, integrada. No permitamos que un invisible ejército de burócratas (sean de la entidad que sean), que viven del dinero de los contribuyentes y reciben un sueldo para servirlos, destruyan poquito a poquito nuestras oportunidades de ser prósperos, libres y felices.