Pólvora en gallinazo...
Rápidamente entendamos el título de esta entrega. Imaginemos que el desarrollo del país es el pato silvestre, ese que cazas y te da una carne sabrosa y deliciosa. Imaginemos que cualquier otra cosa es un gallinazo.
Bueno, en los últimos meses he sido testigo de como, tanto el sector público como el sector privado, se dedican a gastar pólvora en gallinazos. Y la ciudadanía se da cuenta. Y se cansa del ruido, porque nunca ve la carne.
Decretar “por urgencia” una ley que intervendrá el modelo de negocio de las farmacias privadas, pequeñas, medianas o grandes, no era urgente. Urgente era corregir los enormes problemas que tiene toda la cadena estatal de evaluación, compra, y distribución de medicinas en el estado. Urgente era ejecutar el 60% del presupuesto en los dos meses que quedan, especialmente para cubrir tratamientos de calidad para el cáncer y enfermedades de alto costo. Esto era urgente, lo otro no. Válvula de escape. Pólvora en gallinazo.
Decretar “por urgencia” la ley de control de fusiones cuando nuestro mercado ve pasar alguna relevante muy de vez en cuando, es por lo menos desproporcionado. Pienso que una ley de control de fusiones puede ser correcta, bien implementada y solo bajo la tutela del INDECOPI, institución que ha venido haciendo bien las cosas. Pero no era una materia urgente. Urgente es quitarle a las municipalidades la discrecionalidad para imponer trámites o cargas, y cerrar locales de forma autoritaria y desproporcionada. Era más urgente limitar o detener de alguna forma la cantidad de trabas que cada alcalde / señor feudal le pone al pequeño, mediano y gran emprendedor. Válvula de escape. Pólvora en gallinazo.
Aumentar la remuneración mínima vital (RMV) no solo no es urgente sino que resulta intrascendente cuando más del 40% de la población gana un salario informal, menor a 600 soles, y los que se benefician con esta medida son solo el 5% de la PEA, es decir, menos de un millón de personas. El aumento de la RMV es una barrera para el crecimiento y la contratación, según no pocos estudios aplicados el Perú. Pólvora en gallinazo.
Pero ojo, el sector privado no se queda atrás. Me he quedado aterrorizado con dos experiencias que viví personalmente en los últimos días.
La primera. Tramito el duplicado de mi DNI y tengo en mi poder la pequeña esquela de RENIEC que demuestra que mi DNI está “en trámite”. Para mi mala suerte, en esa situación, me roban el celular y entonces debo acudir a mi operador para reactivar mi línea y adquirir un nuevo aparato. No pude. Fui a otra empresa con la idea de migrar de proveedor, pero tampoco pude.
Tuve que comprar un aparato en una tienda. Carísimo. ¿Por qué? Porque para adquirir un aparato tenía que mostrar (solo mostrar) mi DNI original. Le consulté al encargado de una de las agencias cuál era el motivo de un requisito tan inútil toda vez que mi contrato era empresarial, y con una vigencia de poder, una copia literal, una copia de mi DNI o hasta con el scanner biométrico, podrían haberme identificado. Me dijo que era un “lineamiento” de la empresa. Le pedí que me lo mostrara. No quiso. Se molestó y se puso maleducado. Le expliqué que tenía 3 o 4 formas de verificar que yo era yo. No quiso. Tremenda cantidad de pólvora en gallinazo.
Segunda. La Asociación recibe un pago con un cheque de gerencia a nombre de la misma institución. Es decir, en el cheque no estaba el nombre de una persona, sino decía literalmente “Asociación de Contribuyentes del Perú”. Bueno, me voy al banco en el que ACP tiene su cuenta corriente, y me dicen que para cobrar ese cheque debía pagar 110 soles. Pregunto por qué. Me explican que como el cheque dice “Asociación de Contribuyentes del Perú”, entonces aunque yo sea el representante legal, y lo tengan consignado en su sistema, eso no basta. Tampoco basta que les muestre mi vigencia de poder, mi DNI, menos usar el scanner biométrico. Me dice el encargado del tema que deben mandar mi copia de DNI, la copia literal de la organización, y una vigencia de poder escaneadas a un abogado del área legal del banco, área que está en el centro de Lima, abogado que está en un escritorio y que no tiene ningún contacto conmigo.
Bueno. Ya está. Hago lo que me piden y voy al día siguiente, ingenuamente feliz, porque me dijeron que el cheque se podría cobrar en dos horas. Habían pasado 18.
No pude cobrarlo. ¿Por qué? Porque aunque había entregado los documentos antes mencionados por indicación del funcionario bancario, la respuesta del tal abogado, de la tal área legal, ubicado en el tal centro de Lima, al que no le interesaban ni el supervisor ni yo, fue que nos habíamos “equivocado” porque también debimos haber escaneado y enviado los ESTATUTOS DE LA ASOCIACION CON TODAS SUS ACLARATORIAS.
Fin de la pesadilla.
La maléfica ventaja que tienen en este país, autoridades públicas y empresarios, es que los peruanos son muchas veces tan informales, tan indiferentes, tan poco empoderados, tan poco participativos, que aguantan, aguantan y aguantan, sin hacer nada.
Pero las válvulas de escape populistas del gobierno y los pequeños abusos cotidianos y constantes de las empresas, no se olvidan, se vuelven una costra en la percepción del ciudadano, percepción que es bastante negativa con respecto a ambos. Las balas suenan, los gallinazos caen y no sirven para nada. Y el “pueblo” se cansa del ruido, porque nunca ve un buen pedazo de carne.
Finalmente, estado y empresa son como mamá y papá. Aunque se echen la culpa el uno al otro, los hijos descalifican a ambos y les pierden la fe. Y sin fe, no hay confianza, y sin confianza no hay principio de autoridad, y donde se pierde el principio de autoridad, nace la violencia.
Amigos empresarios y funcionarios públicos, hagan las cosas bien. Trabajen juntos. Después no se quejen. Actúen. Sean generosos. No sean negligentes. Todo tiene un límite.