Fantasías sobre la inversión privada
En el 2018 las calificaciones internacionales del Perú como destino para la inversión en hidrocarburos bajaron drásticamente, y según la Asociación de Contribuyentes del Perú se pierden cientos de millones de soles por el mal uso del canon en gobiernos regionales y locales. El aporte del sector privado está, el estado lo malgasta, la población no entiende qué pasa.
Inicio de la clase (imaginaria). Estamos en un salón universitario. Tema: conflictos sociales.
–El 20 de febrero de 2019, el gobierno declaró en “estado de emergencia” (restricción de libertades, garantías y ciertos derechos) un centro poblado ubicado en Loreto, llamado Mayuriaga–. Los chicos miran un mapa en su celular.
–¿Por qué?– me pregunta una alumna.
Le explico que la crisis había empezado 90 días antes, y se mantuvo escondida en el silencio para evidente conveniencia de quien era en aquel entonces primer ministro. Se perdieron más de 170 millones de soles en 90 días, porque los mismos pobladores permitieron que se dañara el oleoducto el 27 de noviembre del año pasado y no dejaron que se repare. El fin de la crisis se dio con la firma de varios acuerdos entre el estado y las comunidades los días 25 y 26 de febrero de este año.
Los alumnos se quedan pasmados con la cantidad de dinero perdido. Con 170 millones de soles se podrían construir muchísimas cosas para los más pobres: colegios, hospitales, carreteras, comentan.
–¿Quieren saber cuáles fueron algunos de los acuerdos?. Se acomodan en sus asientos.
–Aunque fueron los mismos pobladores de la comunidad quienes dañaron el oleoducto, una de sus exigencias fue que las estructuras del mismo sean evaluadas mediante un estudio internacional para saber qué es lo que realmente está pasando. Es como si tu amigo te rompe la pelota en pleno partido de fútbol tres veces por semana, y luego de una pelea, en la que te tiene contra el piso, te obliga a llevarla a la tienda para que la revisen, “a ver qué pasa”…
Los alumnos sonríen con extrañeza.
Luego les cuento que, como si la industria petrolera fuera un grupo subversivo, los líderes locales pidieron que se abra una “comisión de la verdad” para estudiar las violaciones de derechos y vulneraciones sistemáticas de los que han sido víctimas.
–¿Alguien podría comparar a la empresa privada con un grupo subversivo?, les pregunto.
–Claro que sí, me dice uno. –Seguramente Verónica Mendoza, Goyo Santos, o Marco Arana. Veinte de nota.
Les aclaro que estos fueron solo dos acuerdos. Firmaron decenas. Todos con promesas de dinero, proyectos, amnistías y comisiones, ministerios y funcionarios dedicándose exclusivamente a este tema, con el dinero de todos los peruanos.
–¿Esas comunidades son pobres?, preguntó un estudiante.
–Sí. Muchas comunidades en esa zona lo son. Pero lo absurdo es que las cosas que tienen y otras que podrían tener solo son realidad gracias a la empresa que hoy quieren o detener, someter, o estrangular. Porque el estado no tiene dinero, el dinero que administra es el tuyo, el mío, el nuestro. Es la empresa la que genera riqueza, el estado nunca genera riqueza, usa la de otros.
Todos están en silencio, preocupados.
Les pregunté si no creían que el estado debería promover un clima de inversión pacífico, por la prosperidad y el bien de esas mismas comunidades pero también por la de los otros 30 millones de peruanos.
–¿Por qué el gobierno cede tanto? ¿Por qué hace todo lo que esas comunidades quieren? ¿Quizás la empresa sí sea tan mala como dicen? ¿Quizás todos se roban el dinero de la gente? Preguntó uno, con tono sincero, a manera de respuesta a mi pregunta.
–Es fácil culpar a la empresa con la excusa de que ella “gana plata”. Es fácil culpar al estado con la excusa “todos son corruptos”. Pero nadie se atreve a culpar a aquellos peruanos que, motivados por argumentos errados, condicionados por intereses particulares, o simplemente equivocados, destruyen de manera consistente, frecuente, y en varios lugares del país, muchísimas oportunidades de crecimiento y desarrollo. Nadie se atreve.
–¿A ustedes les gustaría formar una empresa?, les pregunté para terminar la clase.
–Yo quiero formar mi empresa. Yo también. Yo también. Yo también.
–¿Y les gustaría ver como otros peruanos vienen a romperles el techo, pintarles la pared, malograr sus máquinas o robarles lo que es suyo y que el estado no haga nada?
–No pues profe… No se pase.
Culminé explicándoles que eso es exactamente lo que está pasando hoy. Peruanos destruyendo los recursos y bienes de otros peruanos. Un gobierno que no hace nada para defender la ley. Una prensa bastante atemorizada por opinólogos y analistas que no se atreven a decir la verdad y vuelven a contarnos el cuento de los problemas estructurales, institucionales, pero nunca se meten con estos “líderes comunitarios” que nos están haciendo mucho daño. Siempre es fácil complicar el diagnóstico. Así no hacemos nada. Pero las cosas son más simples, y las soluciones también.
Fin de la clase (imaginaria).