¿El problema es el Congreso?
De forma irresponsable creo yo, un diario de izquierdas ha puesto sobre la mesa la popularidad que supuestamente tendría cerrar el Congreso. Y lo planteo de esta manera porque las preguntas de una encuesta pagada, en este caso al Instituto de Estudios Peruanos, siempre son intencionadas y dirigidas.
En momentos en que la popularidad del presidente cae a ritmo preocupante, los conflictos sociales aumentan, la economía se ve notoriamente pálida, y la prensa sigue enfocándose en la intriga y el escándalo, este tipo de mensajes no colaboran.
Es evidente que el discurso “anti-corrupción” de Vizcarra no convence, y tampoco nos convencerá si empieza con el cuento de las “grandes obras”, los “grandes proyectos” o las “grandes inversiones”. Nada de eso basta; los contribuyentes, grandes y pequeños, poco a poco se dan cuenta de que en los temas más críticos: seguridad, salud, educación, trabajo, e impuestos, hace tiempo que no hay reformas importantes.
Pero culpar a Vizcarra de esta parálisis sería injusto. La sequía de reformas en nuestro sistema es un mal que padecemos desde hace una década. Y un síntoma / causa de dicha sequía se puede ver en lo inestables que han sido nuestros gabinetes.
En la Asociación de Contribuyentes del Perú – ACP, hicimos un paneo rápido para ver cuántos ministros ocuparon las principales carteras del estado (economía, educación, salud, interior, energía y minas, transportes y comunicaciones) en los últimos 8 años o 2 períodos presidenciales (Humala por un lado, PPK y Vizcarra por el otro).
Si juntamos esas 6 carteras, tuvimos en total 52 ministros. Y si dividimos este número entre la cantidad de sectores elegidos, el resultado es penoso. Cada uno tuvo poco menos de 1 ministro al año, en promedio. Lo más triste es que en 10 años, Chile y Colombia no superaron los 37 y 35 ministros respectivamente, y con 3 cambios de gobierno sin rupturas… Entrando al detalle, el tema se pone peor.
¿Salud? Hemos tenido 9 ministros en 8 años y 6 en solo 3 años. ¿Cómo construir políticas estables en un ministerio tan importante? ¿Cómo mejorar la supervisión de la prestación estatal si SUSALUD baila al mismo ritmo angustiante? ¿Cómo generar cambios en la ley de descentralización para que el MINSA pueda tener más alcance y rectoría? ¿Cómo lograr un buen acercamiento con los trabajadores del sector para que se modernicen y cambien de paradigmas? ¿Cómo empezar a separar la prestación del financiamiento para generar más transparencia y eficiencia? ¿Cómo renovar la cobertura en tratamientos y medicinas si nadie reforma la burocrática DIGEMID? ¿Cómo lograr que los más pobres tengan más y mejores medicamentos? ¿Cómo luchar contra la Anemia? ¿Cómo luchar contra el Cáncer? ¿Cómo, cómo, cómo?
¿Seguridad ciudadana? Hemos tenido 12 ministros en 8 años. Es cierto que durante el gobierno de Humala tuvimos 7, pero entre PPK y Vizcarra ya vamos 5 ministros del interior. ¿Cómo reformar la Policía Nacional y sus nuevos cuadros de manera sostenible? ¿Cómo contar con una política de modernización en el equipamiento de policías y bomberos? ¿Cómo recuperar nuestro sistema de inteligencia, destruido para alegría de varios que hoy se llenan de dinero bloqueando carreteras y destruyendo oleoductos? ¿Cómo anticipar tendencias migratorias o sociales que generan olas de inseguridad? ¿Cómo, cómo, cómo?
Solo entre PPK y Vizcarra, querido lector, en 3 años, ya llevamos 32 ministros para las carteras seleccionadas, y 12 ministros más que en los 5 años de Humala.
El problema entonces es generalizado. Vizcarra llegó en un momento en que las ineficiencias, mediocridades, pasividades, e inseguridades de el aparato institucional estaban en su punto más álgido. Es cierto que nuestro Congreso ha sido populista y poco técnico; es cierto que nuestro sistema de justicia estaba y quizás está infectado por la corrupción, pero lo mismo le ha pasado al Ejecutivo, lo mismo le ha pasado al fuero presidencial. La casa del presidente también ha sido y sigue siendo un desmadre.
Es muy irresponsable y grave, por ello, querer alcahuetear al presidente poniendo en juego la autonomía de los demás poderes. Vivir al ritmo de las encuestas es inviable. Pedir cambios de gabinete solo por “desgaste político”, también. Hay que arreglarlo todo y la prensa y la ciudadanía tienen una gran responsabilidad en este aspecto.