Las Bambas: te cuento la historia
Hola. Me apellido Chavez Solano. Soy abogado. Peruano. 50 años. En Lima no me conocen. En la Sierra un poquito más. En las zonas de influencia de proyectos o complejos mineros……. Me temen. Soy un influencer, un rockstar, soy Toledo en California. Y por eso, te quiero contar una historia.
Suele ocurrir alrededor de un conflicto social, sea cual sea, que aparecen científicos sociales, académicos u opinólogos tratando de atribuir las causas del mismo a factores generales: idiosincrasia, identidad, capitalismo, territorialidad, cultura, y cosas así. Yo me río un poco, pero me encanta que aparezcan estos chicos tan lindos.
Los problemas humanos (no existen problemas sociales, este término también es un invento) son mucho más concretos, individuales, tangibles, densos, específicos y crudos. Yo sé leer perfectamente “esos” problemas humanos.
La ventaja de usar conceptos ambiguos y abstractos, sin embargo, radica en que le permiten al “erudito” aplicar juicios a priori a una realidad particular sin mayor evidencia. Es decir, le permiten ideologizar el problema etiquetando actores, empaquetando el contexto, pero sin responder a la realidad. Y ahora contratan más de estos especialistas en el estado (¿¡?!), y eso me encanta porque son tan políticamente correctos y sesgados que nunca resuelven nada y a veces ni se dan cuenta de que estoy ahí.
Bueno, ocurre eso en Las Bambas. Les cuento, la causa de este conflicto no está en algún movimiento anti-minero ni en factor cultural alguno. No se confundan. Este es un asunto principalmente económico y con nombre propio. El mío, obviamente. Soy un genio.
Pero no pienses que soy tan descarado. Si te escribo hoy, es porque además de darte mi testimonio, he decidido compartir contigo mis conocimientos y enseñarte en 4 sencillos pasos como desatar un conflicto minero.
Primero: ubica una unidad minera, en proyecto u operación, que tenga potencial y rentabilidad asegurada por varios años. Analiza cuáles son las comunidades en la zona de influencia, mira qué grises o vacíos pueden existir en el proceso de adjudicación de la concesión, compra de tierras, en la expansión, en el uso de las propiedades aledañas, en la contratación de mano de obra, etc. Siempre hay un vacío, siempre hay un gris. Las empresas se equivocan mucho. Los comuneros también. La regulación es engorrosa a morir. Todo juega a tu favor. Es más, te buscarán. La información te empieza a llegar gratis.
Segundo: elegido el potencial “litigio”, ofrécele a los comuneros un negocio. ¿En qué consiste? En este caso Las Bambas adquirió un terreno que tenía dentro una trocha carrozable. Es evidente que lo compró sabiendo que luego, sobre esa trocha podría tender con la ayuda del estado, una vía asfaltada y así hacer más sencillo el transporte de sus minerales. Todo está bien. Es lo mejor para el país. Pero……. En el año 2011 ese terreno valía muy poco. ¡¡¡Lo compraron por nada!!! Hoy es una vía nacional. ¿Vas a dejar que se lleven tan fácil algo que hoy es más valioso por tan poco dinero? Los comuneros ya aceptaron. No te preocupes.
Tercero: asígnate una comisión e implementa tu estrategia. Si yo, abogado, ONG, asociación, agitador (genio, me gusta más), como me quieras llamar, consigo que la empresa pague más de lo que pagó en el 2011 para detener el conflicto, entonces yo gano el 30% de lo que saquemos. ¿Cerrado el trato? Sí. Listo, nos organizamos. La estrategia legal es fácil. No existe. Vamos a bloquear la vía. Escojo a mis vecinos, nos turnamos de tal forma que todos tengamos tiempo para realizar otras actividades económicas, y presionamos. Sabemos que el estado no va a hacer nada esencial, menos este gobierno que prácticamente se hace en los pantalones cuando cae 1% en las encuestas. Disculpen el francés.
Cuarto: Las Bambas empieza a perder enormes cantidades de dinero. El estado también. Todos los peruanos pierden (menos yo, claro está). A la fecha, el país ha perdido más de 240 millones de dólares. Y entonces…… Ganamos. ¿Por qué? Porque aunque todo el mecanismo sea ilegal, nuestras razones no tengan sustento, la empresa y el estado estén en lo correcto, y simplemente hayamos realizado un acto casi delincuencial, no se preocupen: ya logramos que se sienten en la mesa. Ya ganamos.
Sentándose en la mesa, tanto el estado como la empresa legalizan esta ilegalidad; formalizan esta informalidad y validan todas nuestras estrategias de presión. Y ojo, no solo ganamos esta batalla, estamos ganando la guerra, porque recuérdalo bien: con la ayuda de académicos, especialistas, políticos de izquierda y la opinión pública, éste no será nuestro único objetivo mi querido socio; nos iremos a Moquegua, a Tacna, a Cajamarca, a Puno….. ¿Qué tal? ¿Genio, no?
* El presente artículo se presenta de forma literaria y no acusa ni está dirigido a una o más personas particulares.