Más concursos públicos, menos dedos políticos
Ayer el presidente Martín Vizcarra nos sorprendió con un Mensaje a la Nación de 28 de julio pero en 12 de diciembre. Su discurso siguió siendo muy agresivo contra el Congreso y es que lamentablemente, el Congreso siguió dándole las excusas respectivas.
Sin embargo, este conflicto es una máquina a la que se le acaba el combustible. Nadie en las graderías le sigue creyendo mucho tiempo más al gladiador que levanta los brazos en señal de victoria mientras pisa a su moribundo contrincante. Después de 5 minutos, o el “populum” se va del coliseo, o empieza a silbarlo por abusivo, o deja de aplaudir para ver qué más sabe hacer.
Vizcarra está estirando los aplausos. Y un coro de arlequines, valgan verdades, lo sigue aplaudiendo y agitando a las masas, estirando la ilusión y proponiéndole reformas exageradas o inoportunas.
Así, si bien en la guerra el “general Vizcarra” tiene algunas medallas que lucir, en la paz, por el contrario, las cifras no le dan nada. Este año la Reconstrucción fue un meridiano desastre. La ejecución en varios sectores fue pobre. La inversión privada se contrajo. La deuda pública se expandió. La informalidad laboral creció. Y la brecha y falta de calidad en los servicios públicos se mantuvo penosamente intacta. Se viene una crisis internacional de envergadura y no estamos haciendo nada para prevenirla.
¿Qué toca hacer entonces? ¿Hacia dónde debe migrar la estrategia del presidente? El ministro de Economía fue el amigo elegido para salir a hablar de cuando en vez de las reformas económicas críticas: hoy habló de vacaciones negociadas libremente y sujetas a reducción, indemnizaciones en vez de reparaciones, aceleración de proyectos mineros y de infraestructura en el 2019, y hace un tiempo habló también de temas tributarios.
Pero para que Vizcarra promueva alguna de estas reformas sensibles, necesita una antes, más limpia, más técnica, que no tenga nada que ver con el ruido político. Para la Asociación de Contribuyentes del Perú, esa primera reforma debería enfocarse en garantizar que los recursos de los contribuyentes no sean desperdiciados y que el gasto público sea idóneo.
¿Cómo se podría lograr algo así? Creando una entidad pequeña pero con dientes, similar a la que existe en Chile y tiene por nombre Consejo de Alta Dirección Pública. Este consejo, en el Perú, sería un órgano público autónomo que se encargaría de 1) diseñar términos de referencia, lanzar convocatorias y seleccionar bajo criterios objetivos a un grupo más amplio de autoridades y, 2) presentar ternas de candidatos para otros tantos cargos de las que luego el presidente debería elegir a un ganador.
Podría depender de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y trabajar en estrecha coordinación con SERVIR. Su primera tarea: sugerir cuántos cargos públicos más deberían pasar por concurso. La segunda: proponer bandas salariales más competitivas y enganchadas a resultados. La tercera: implementar los procesos y hacerles seguimiento. En Chile, hoy, más de 1500 cargos públicos son elegidos en concursos gestionados por esta institución.
En nuestro país muchos cargos técnicos (que regulan, fiscalizan, o ejecutan presupuestos enormes) son elegidos a dedo (Pensemos en varios superintendentes o en el Jefe de la Autoridad del Transporte Urbano, por ejemplo). Es cuestión de ordenar la casa. Hay especialistas que han pasado por SERVIR y el Estado y que podrían hacer propuestas concretas. No es una reforma difícil de aterrizar y muchos estaríamos en primera línea para apoyarla. Empecemos por 20 o 30 cargos clave. Que pasen por concurso y no por el dedo de algún político. ¿Se animará el presidente a pisar una tecla tan importante y a la vez tan sencilla? ¿Quién podría oponerse? ¿Quién podría pensar mal? ¿Usted qué opina?