Reflexiones sobre el 2018 (segunda parte)
Sigamos con las reflexiones sobre el 2018 y lo que podría ocurrir en el 2019, siempre desde la óptica de lo que merece el ciudadano peruano que paga la cuenta. A veces olvidamos que el presidente es el administrador de los recursos del contribuyente y esa es su principal misión. El Congreso legisla, el Sistema de Justicia juzga, y el presidente “ejecuta”, por eso es la cabeza del Poder “Ejecutivo”, aunque este año los papeles se trastocaron un poco bastante.
Diálogo, pero ¿con quién? El Presidente Vizcarra nunca tuvo un interlocutor mayoritario legítimo en el Congreso. Al contrario, era su deber sacar del camino al partido más poderoso del Legislativo. Vizcarra encontró un panorama caótico y disperso. Hoy este panorama es peor aún. El Congreso no se va a ordenar. Estos nuevos líderes con bancadas de nombres sin contenido solo negociarán agendas particulares. No tienen visión de estado. Al contrario, la dispersión y el personalismo podría traer más negociaciones y favores debajo de la mesa, y menos visiones de largo plazo. El presidente no debe entrar en este juego, debe buscar interlocutores en el empresariado y la ciudadanía, rápida y abiertamente. ¿El Congreso? Que se ordene y que busquen consensos entre ellos, primero.
Es momento entonces de abrir el diálogo con quienes ” pagan la cuenta” y tienen las mejores propuestas porque son los primeros interesados en que el estado funcione bien (¿no debió ser así desde el principio?). Interlocutores institucionales los hay: el Consejo Privado de Competitividad, CONFIEP, COMEX, Las Cámaras de Comercio, varios gremios formales de MIPYMES, e instituciones como la Asociación de Contribuyentes del Perú tienen mucho que aportar.
La ideología de fondo. Esa apertura al diálogo con el empresariado y la ciudadanía será un termómetro interesante para ver el sesgo ideológico de las reformas del presidente. Es evidente que el grupo que ganó la batalla en este 2018 tan polarizado fue el progresista y las reformas más atractivas fueron de corte populista. Lamentablemente el peruano alimenta el populismo y el paternalismo y esto es algo que no podremos cambiar de inmediato.
Sin embargo, si no crecemos a un ritmo de 5 o 6 por ciento con reformas pragmáticas no-populistas, si no destrabamos las decenas de proyectos de infraestructura que están en cola, si no reformamos nuestro modelo educativo superior en los albores de la Cuarta Revolución Industrial, si no sinceramos y reformamos la legislación laboral y el sistema tributario, y sino combatimos la informalidad, nos quedaremos muy atrás. Y para hacer todo esto, no sirve de nada el populismo, y menos el progresismo (al que poco le interesa la reforma económica y más bien encontrará un pero para cada uno de los temas que acabo de listar).
Vizcarra entonces tendrá una gran oportunidad y responsabilidad: deberá dejar de gobernar para las redes sociales y la elite intelectual limeña, y deberá gobernar para los que deben siempre estar en primer lugar: los contribuyentes, los ciudadanos, los empresarios.
Ya no más distracciones. Si la Prensa sigue dándole tanto énfasis al tema “Chavarry, José Domingo Pérez, Carhuancho”, está claro que el Gabinete de Vizcarra “pasará piola”. Es un gabinete con ministros políticamente débiles, que recibieron la orden de no activar reformas sensibles para no ponerse en riesgo, y cuyos funcionarios no piensan firmar ninguna buena pro, adenda o norma técnica por temor a ser acusados de algo.
Entonces, es mucho más fácil para el presidente y sus ministros dejar que todos sigan hablando de “lucha contra la corrupción” (rol que como comentamos al inicio, le corresponde al sistema de justicia) que levantar temas como la calidad de los servicios públicos, el acceso a agua, la salud, la educación, los impuestos, el trabajo, y la correcta ejecución de los 169 mil millones de soles del presupuesto 2019 (rol que le corresponde directamente a ellos).
En conclusión: hay que empezar el 2019 con optimismo pero vigilando que el poder que ha ganado el presidente en este tiempo sea “para algo”… Y ese “para algo” se refiere a generar productividad, competitividad, crecimiento y desarrollo. Es un poder que se debe plasmar en una segunda etapa de reformas económicas y sectoriales.
Vizcarra tiene la gran oportunidad, entonces, de lanzar esta segunda etapa de su mandato con autoridad gracias a una aprobación bastante sólida. Tiene la oportunidad de ser independiente, de gobernar para la ciudadanía y no solo para los que lo alaban o lo asustan. Este es mi gran deseo para el 2019: un presidente que aproveche su poder político para implementar las reformas que este país necesita hace décadas.