¿Incumplimiento tributario o decepción ciudadana?
Eliminar exoneraciones innecesarias, correcto. Usar todos los medios posibles para hacer más eficaz la recaudación de impuestos, correcto. Pero veamos el cuadro completo, y dejemos por un momento de pensar en cómo chicotear al caballo que tira de la carreta, y pensemos en la enorme cantidad de caballos que andan sueltos por el campo, sin aportar en la granja.
Según un estudio de la Asociación de Contribuyentes del Perú – ACP, solo el 8% de la población económicamente activa ocupada (la PEA ocupada la conforman aproximadamente 11.5 millones de peruanos) paga impuesto a la renta.
Esto no significa que el otro 92% sea informal, pero sí que una gran parte lo es. Dicha cifra también muestra que millones de peruanos no tienen un contrato (según ACP, en gran medida debido a la rigidez de nuestra regulación laboral), y que otra gran parte no gana lo suficiente para poder empezar a pagar renta (lo cual nos habla de una baja productividad).
Ahora, ¿qué servicios o beneficios le ofrece el estado a ese pequeño grupo de peruanos esforzados que paga impuestos? ¿educación, salud, seguridad, transporte público, facilidades para el emprendimiento? No. Nula contraprestación por los impuestos que paga.
Entonces, vistas las cosas así, ¿no es absolutamente lógico y comprensible que las empresas y peruanos de bien, formales y trabajadores, traten de buscar todas las fórmulas legales para ahorrar en impuestos? Por supuesto. Y eso no significa que los evadan o eludan, pero sí que tratan de escaparse de ellos porque no les sirven para nada. Y es que el estado no debería confiscar mi dinero si no me da nada a cambio. No tengo por qué pagarle a alguien a cambio de nada, y menos al estado, que suele ser el peor administrador del dinero de otros.
Pero imaginemos ahora que, milagrosamente, el estado se enfoca en la informalidad y deja descansar un rato al formal. Imaginemos, entonces, que en vez de tener un 70% de informalidad, ahora el 70% de la PEA ocupada paga un módico 15% anual de impuesto a la renta. Imaginemos ahora que el sueldo promedio de este grupo no es 500 soles al mes (monto que está por debajo del sueldo mínimo) sino 2,000 soles al mes.
Los números no mienten. Si 8 millones de contribuyentes de la PEA ocupada (independientes o dependientes) ganaran 24 mil soles anuales en promedio (escenario conservador) y pagaran anualmente un impuesto a la renta de 3 mil 600 soles (nada más, nada menos), recaudaríamos, entre muertos y heridos, casi 29 mil millones de soles al año generando seguramente otra gran cantidad de externalidades positivas.
Con 29 mil millones de soles (equivale aproximadamente al 25% de la actual recaudación total) sostendríamos dos veces el sistema de salud del MINSA, cerraríamos la brecha de infraestructura de EsSalud en un año y probablemente también la brecha de infraestructura en educación en otro.
Esta reflexión nos debe recordar lo siguiente: el burócrata siempre usa el látigo con el más débil, y el más débil en el ámbito tributario siempre es el formal, cualquier formal, grande, mediano o pequeño, porque es el que gana más, su información está a la mano, presenta todos sus papeles, y lo tienen bien controlado. Por eso termino haciéndome la audaz y políticamente incorrecta pregunta que titula este artículo: cuando hablamos de incumplimiento tributario, ¿no deberíamos hablar más bien de decepción ciudadana? ¿no será que el estado debería dar las primeras señales de buena fe frente al contribuyente y “desburocratizar” y “desregular” el país para promover la inversión y el emprendimiento privados?