A editar la mala página...
¿Conocen a Jodi Picoult? Es una escritora norteamericana muy simpática, abierta, y con una prosa muy ligera y creativa. Tiene un carisma que le permite buscar puntos medios. Ella tiene esta frase que me parece genial: “Siempre puedes editar una mala página, pero no una página en blanco”.
Y la frase me parece más genial aún hoy para el Perú, porque es exactamente lo que nos toca hacer: editar en nuestro libro una mala página de al menos tres o cuatro años. Mejor eso que empezar de cero. Y mejor eso que editar un capítulo entero de quince o veinte años (algo que ya nos ha pasado en nuestra densa historia).
¿Qué evidencia nos demuestra que estamos en medio de una pésima página, mal redactada, burda y desechable? Muy fácil. Elige el ranking que quieras. En todos caemos. En el reporte del World Economic Forum, en el Reporte Doing Business, en el Índice de Libertad Económica del Fraser Institute.
En el Índice de Libertad Económica del Fraser Institute hemos caído de manera sostenida, pasando del puesto 17 al 44. Nada menos. Y si bien es cierto, este reporte grafica la herencia de Ollanta Humala (el índice solo alcanza a evaluarnos hasta el año 2016), nada indica que en la siguiente entrega mejoremos. Al contrario, si se analiza las variables que contempla, no mejoramos.
En el Reporte de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, pasa lo mismo. La Asociación de Contribuyentes del Perú analizó cómo se desempeña nuestro país en algunos sub-pilares vinculados a la cuarta revolución industrial y a la competitividad. En la gran mayoría de las nuevas variables, Perú está en los últimos puestos. Por ejemplo, en relación a la capacidad de respuesta del gobierno a cambios globales o tecnológicos importantes, estamos en el puesto 120 de 140. En cuanto a planificación a largo plazo, en el 108.
Y, coincidencia interesante, hace un par de días criticábamos con dureza la tendencia ideológica y el desempeño del ministro de trabajo y nuestra desordenada y opresiva política tributaria. Ese mismo reporte nos muestra que estamos en el puesto 84 en cuanto a los efectos distorsivos de impuestos y subsidios, y en el puesto 128 (literalmente en la cola) en prácticas para contratar y despedir. Todo encaja.
Finalmente, como si fuera poco, caemos también en el Doing Business. Estamos en el puesto 68, diez puestos más abajo que hace un año, y aunque pueda consolarnos estar entre los 100 primeros, el problema es que nos vamos hacia abajo y algo se tiene que hacer con urgencia. Todos estos reportes son referentes importantes para inversionistas que piensan en nosotros.
Pero no queda otra salida que empezar a trabajar. Y como sabemos que el presidente, el primer ministro y al menos cuatro o cinco ministros, al parecer no saben qué hacer y no tienen la menor intención de correr riesgos políticos (algunas reformas institucionales y económicas requieren voluntad y carácter), entonces el empresariado formal y la ciudadanía, deben empezar a pedirle a este presidente y a su gabinete que empiecen a trabajar. Volvemos a lo mismo: para pasar la página necesitamos que nuestro presidente se concentre y vuelva a mirar lo esencial. Ya ganó la batalla política. Ahora toca que gane la batalla económica e institucional por el ciudadano. ¿Será capaz de hacerlo? ¿Será un estadista con mirada trascendente o solo un político bien asesorado? Lo veremos pronto.