Regulo, luego engordo...
Mientras Vizcarra miente, se contradice, lanza frases populistas y propone un referendum bastante fofo, y Keiko arremete con declaraciones que no solo muestran su desconocimiento del aparato estatal, sino que buscan regresarle “a la fuerza” un lugar en el escenario tragicómico de la política nacional, querido lector, la mayoría de congresistas sigue engordando o intentando engordar el ya obeso aparato estatal que mantenemos con nuestros impuestos, con leyes o propuestas intrascendentes.
Primero. Hace 6 días se aprobó en el pleno una reforma del artículo 58º de la Constitución. Se le añaden 12 palabras (“y prevención de desastres naturales, así como la atención de sus efectos…”) para que se explicite que el Estado es responsable de esta materia. Es evidente que el Estado es el responsable de la política de prevención y gestión de desastres naturales, y también evidente que era innecesario generar un cambio retórico que implica que se consulte en un referendum. Tiempo gastado. Dinero gastado.
Segundo. Nuevo Perú presentó el 24 de agosto un proyecto de ley que muy probablemente incrementará los costos laborales. Éste propone que aquellos trabajadores que sean despedidos por causas objetivas (caso fortuito y fuerza mayor; motivos económicos, tecnológicos o estructurales), reciban una compensación de un sueldo y medio por cada año de servicio con un tope de 15 sueldos. En simple (con cargo a analizar con más detalle la norma), si se incendia tu fábrica, no puedes operar, y por lo tanto no puedes mantener a tu personal, obligatoriamente y sin posibilidad de negociar vías alternativas, tienes que indemnizar a cada trabajador aunque no haya sido tu responsabilidad.
Tercero. Igual a sabiendas de que el Ejecutivo observará la norma, hace un par de días Daniel Salaverry firmó la autógrafa de la ley que modifica el régimen de pago de la CTS a un grupo de trabajadores de la Seguridad Social. Esta ley le costará a EsSalud 700 millones de soles en los siguientes 3 años y agravará el déficit que ahoga dicha entidad pública. Como mencionamos hace unos días, con ese dinero, se podría comprar más y mejores medicamentos, y capacitar a doctores y administrativos para que brinden un mejor trato a los pacientes. Increíble pero cierto.
Cuarto. Se aprobó también la ley que fija que el cobro en los estacionamientos privados sea por minuto y no por hora o fracción, elimina el pago en caso de pérdida del ticket y determina que el cliente de un centro comercial no pague por el uso del estacionamiento, siempre que acredite haber realizado un consumo mínimo. ¿Contento con la ley? Quizás. Pero, si fuéramos más altruistas y responsables, nos preguntaríamos lo siguiente: ¿qué hace el Congreso regulando algo tan específico e interviniendo en el mercado de forma arbitraria? ¿No se quedaron contentos cuando propusieron implementar la gratitud del papel higiénico en los baños de los supermercados o declarar como propiedad del estado los objetos celestes que caigan del cielo?
Estos cuatro ejemplos nos muestran que, mientras nos distraemos en pugnas inútiles, se nos siguen pasando por entre las piernas horas pagadas y recursos gastados en proyectos legislativos o leyes aprobadas que no soportan el más mínimo análisis. ¿Hasta cuándo toleraremos la adicción enfermiza que padecen nuestros congresistas a producir normas que caerán en el olvido? ¿Será que no nos importa la forma en que el estado use el dinero, porque no es nuestro dinero el que usa, sino el de otro que sí paga impuestos? ¿Será que la culpa es, por lo tanto, nuestra también y no solo de nuestros líderes políticos o servidores públicos?