¿Referendum o #Referendum?
La palabra Referendum se ha convertido en un trending topic. Es un hashtag obligatorio. Y como bien saben, no importa si tiene sentido organizar uno, tampoco si las propuestas que trae son buenas o malas, solo importa que ahora está de moda en redes. Tiene que darse. La nueva política basada en la opinión y la presión de las redes sociales (catalizada por un real descontento popular) no aceptaría que un trending topic así sea rechazado.
Y en este contexto de decepción y presión virtual, nuestro Congreso (ese que raspa el 12% de aprobación) ya recibió la propuesta. Varios congresistas han dicho que sí, que hay que evaluar, que quizás, que tal vez. Pero lo que no hará la gran mayoría de ellos es cuestionar o dar un opinión técnica sólida. El Referendum ya es un hashtag, un pendiente que la presión popular, gracias a Vizcarra y su discurso, ha instalado en menos de dos semanas. Lo que hay que hacer es definir la fecha… Sí, pero el punto es que las propuestas de Vizcarra preocupan.
Bicameralidad. De qué sirve tener “padres” y “padrecitos” de la Patria si no evaluamos antes cuáles son nuestros parámetros para elegirlos, y si el país está representado de manera proporcional y equitativa.
Hasta ahora ha primado el principio de “representatividad” antes que la “meritocracia” pero esto no puede continuar. Yessenia Ponce es la epítome del caso. El problema tampoco es si son dos cámaras, sino si los peruanos nos sentimos representados. En cuanto a lo primero, nuestros congresistas deben tener mucho más que un DNI o alguna edad mínima. Deberían haber terminado una carrera, sería ideal que hayan también estudiado un post grado y que sus cualidades profesionales sean demostradas en el ámbito en el que trabajan, no deben tener sentencia sobre ningún delito -no solo aquellos más graves- sino sobre cualquiera, y deberían llevar consigo una vida política estable en un partido político también estable durante un tiempo mínimo y no muy corto.
En cuanto a lo segundo, nuestros actuales congresistas no representan a la nación. Votamos en nuestras regiones por congresistas que representan a nuestras regiones. Sin embargo, para poder aprobar leyes que favorezcan a sus paisanos, éstos necesitan la firma de otros tantos que no saben nada de su región. ¿Entienden ahora porque hay tantas leyes declarativas sobre fiestas patronales, creación de distritos inútiles y otras tantas que declaran urgente la construcción de obras de infraestructura local? En la inversa, el hecho de que sean actores regionales elegidos sin filtro alguno, definitivamente los limita si se trata de decidir asuntos nacionales. ¿Qué hace un congresista sin educación primaria teniendo en sus manos algo tan grave como una reforma constitucional?
No reelección. Aunque la polarización y el desencanto estén en su punto más elevado, se necesitan líderes políticos y funcionarios dedicados de manera estable al servició público. Esto ocurre en la mayoría de países desarrollados. Los políticos se dedican a la política y nacen de partidos constituidos con una doctrina y una historia. Lo mismo los burócratas. Tienen una carrera pública y escuelas de administración. Habrá algunos mejores que otros, pero así funciona; pagamos impuestos para mantener a esta clase no productiva esperando que sean eficientes. ¿Cuál sería el recambio de un congresista? ¿Otro Camayo? ¿Otro peruano o peruana sin educación primaria? ¿Un activista influencer en redes sociales que no sabe nada de política? ¿Y cada cinco años?
En conclusión, Vizcarra se apura con propuestas populares pero superficiales, y la capacidad técnica y la aprobación del Congreso son tan precarias que no podrían generar un debate alturado sin que la población (real o virtual) piense que está bloqueando reformas. Pero estas reformas con pinta de trending topic son discutibles y merecen un análisis más profundo en el que participe la ciudadanía, la academia y el empresariado. ¿Podemos permitir en este momento tan crítico que un discurso, una jugada política y una palabra que se pone de moda nos condicionen a un análisis superficial que traerá consecuencias a largo plazo? ¿Estamos seguros de que debería haber un referendum para empezar?