La otra Copa Mundial
El título de este artículo no debe ser de los más creativos pero explica perfectamente lo que viene. Vamos directo a los números, justo antes de nuestro debut en Rusia 2018.
En el ranking FIFA, Perú hoy está en el puesto 11. Detrás de Francia que está en el 4º lugar, pero delante de Dinamarca (12) y Australia (36). Con 15 partidos invictos, en la arena futbolística estamos oficialmente en una época dorada, mucho mejor y con más proyección que aquella de los setentas. La selección ha sido un ejemplo de eficiencia, de lograr mucho con poco, de optimismo, de confianza, y de unidad.
Sin embargo, y aunque lo que analizaremos en este artículo demuestra como el deporte puede llegar a ser un mundo paralelo mucho más hermoso, en el ámbito del desarrollo y la competitividad, estamos muy abajo en la tabla y esta es la Copa Mundial que cuenta y que me importa cuando pienso en mis hijos y nietos.
Según el Índice de competitividad del World Economic Forum (WEF), en el pilar “Instituciones” que mide la claridad, funcionamiento, y fortaleza de las reglas de juego, estamos en el puesto 116, muy por debajo de Dinamarca (13), Australia (18) y Francia (31). Pero la cosa se pone peor cuando vamos a los detalles. En cuanto al comportamiento ético de las empresas, Perú está en el puesto 121. Dinamarca está en el 5º lugar, Australia en el 11º y Francia en el 27º. Y si nos fijamos en el indicador que evalúa la confianza en los políticos, la película es de terror. Perú está en el puesto 126. Dinamarca en el 14, Australia en el 22 y Francia en el 44. Nuestra posición se explica sola. No confiamos ni en el Congreso ni en el Ejecutivo, solo confiamos en Gareca.
Y podríamos seguir con las diferencias cuantitativas. Pero les muestro solo un dato más. En cuanto a la calidad del sistema educativo, Perú está en el puesto 124. Dinamarca está en el puesto 17, Australia en el 16 y Francia en el 40. Y está claro que sin un sistema educativo que funcione, sin profesores bien capacitados, y sin un currículo que responda a los nuevos retos que traerá la tecnología, las consecuencias en nuestro crecimiento como país pueden ser históricamente dramáticas.
Algún lector podría reclamar que este tipo de rankings es arbitrario, no cuenta con información detallada, ha sido diseñado por tecnócratas extranjeros que sesgan la información, o podría poner cualquier excusa, como Doña Peta culpando a Claudio Pizarro por las dificultades que atravesó Paolo. No seamos ilusos. Usamos este ranking cotidianamente para “medir” nuestro desempeño y esperamos su actualización periódica para ver dónde estamos. Y la verdad es que este índice de competitividad no solo es uno de los más serios, sino que es un importante referente para organismos internacionales, fondos o bancos de inversión, y para los mismos empresarios y estados que quieren invertir en un país o firmar un tratado comercial.
En “esta” Copa Mundial estamos mal. Es definitivo que el fútbol ya nos levantó la autoestima y seguro tendrá un impacto positivo en el consumo, especialmente mientras dura el mundial. Pero esto no deja de ser una partícula irrelevante en la gran competencia del desarrollo y la prosperidad. Y en ésta competición ni la FIFA ni Mister Chip nos pondrán de buen humor. Si la selección fue y es un proyecto piloto que funcionó y funciona, pensemos en replicar el modelo, pero no para que Gareca u Oviedo vayan por ahí dando charlas. Analicemos el caso con la finalidad de ver qué podemos hacer en otros ámbitos. Eso sí, el sábado le ganamos sí o sí al país “más feliz” del mundo.