Claridad en las reglas de juego
El Ministerio de Economía acaba de anunciar que trabajará con el Banco Mundial para apuntalar el clima de negocios de las micro, pequeñas y medianas empresas, tomando como referencia el Índice Doing Business. Esta es una buena noticia, dado que este ranking viene mostrando ya de manera sostenida diversos retrasos en el desempeño peruano no solo en términos económicos, sino sobretodo institucionales.
Y hablando de instituciones, la verdad es que no existe analista que no haya exclamado en algún momento algo así como “si queremos combatir la corrupción, lo que nos falta es fortalecer nuestras instituciones”. Pero esto de “fortalecer una institución” en empresas o gobiernos, es un cajón de sastre en el que nadie sabe que entra o puede entrar simplemente de todo. Disponer de un sistema de reglas de juego (institucionalidad) que sea predecible, ordenado y exitoso, no pasa por copiar modelos foráneos porque sí, o pertenecer a un club de países en el que las reglas de juego sí funcionan. Pasa por escoger las que mejor se adaptan a una realidad como la nuestra.
Hay dos ámbitos en los que el país requiere de orden y claridad en las reglas de juego: el sistema de Justicia y la gestión de los gobiernos regionales y locales.
En el primero, es evidente que estamos en medio de una gravísima crisis. El polémico actuar del Tribunal Constitucional frente al magistrado Vergara Gotelli; el errático actuar de los jueces frente a los casos de Ollanta Humala o Alejandro Toledo; el abuso del recurso de la prisión preventiva; y la infinidad de casos en los que fiscales, policías y jueces coluden para liberar culpables o mantener en la cárcel a inocentes, son una muestra de que el problema va de pies a cabeza, de forma integral.
En el segundo ámbito, el tema es igual de complejo. La Ley de descentralización le quitó poder y competencias al Gobierno central y dejó diversas funciones en manos de gobiernos regionales y locales. Pero éstos no solo no son capaces de cumplir el rol que los ministerios cumplían, sino que además van por la libre y no se alinean con las políticas de Estado más básicas en materia de salud, educación o infraestructura. No por nada, el ranking de barreras burocráticas lo siguen liderando las municipalidades y son ellas el principal y primer obstáculo que enfrentan las empresas, pequeñas, medianas, o grandes, para poder formalizarse y crecer.
Así, queda claro que no solo basta con escoger las mejores reglas de juego. De nada servirán si Ejecutivo y Legislativo no conciertan y concretan una reforma profunda tanto del Sistema de Justicia como de la Ley de Descentralización a la brevedad.
Finalmente, es necesario dar un paso más atrás aún. Falta algo más en la base y esto se gesta en la cultura, en los valores. La Educación sigue siendo la principal herramienta para que un ciudadano no solo tenga más posibilidades de desarrollarse individualmente, sino también para que tenga la capacidad de convivir con los demás de forma justa y solidaria. Cualquier sistema educativo que olvide la formación explícita en valores universales y se centre simplemente en el ámbito técnico, está condenado al fracaso. Reformas políticas y regulatorias son importantes, pero un pacto unánime para que las escuelas públicas y privadas prioricen la enseñanza de valores democráticos y de convivencia, es igual de urgente pero más indispensable aún.