Historias digitales: el presidente, el "científico loco" y el entrenador personal.
Para alguien que trabaja en marketing y, específicamente, en marketing digital, el fútbol es un tema muy interesante. Y es que el fútbol está hecho de historias y significados.
ejércitos“, los delanteros “saetas rubias” o “tomahawks“. Los escudos
representan el mejor fútbol del mundo (según quien los mire).
En el caso de un club muy popular, la historia comenzó hace seis
décadas. Su presidente decidió construir un estadio de 75 mil asientos
en las afueras de Madrid. Para ese tiempo era una locura: jamás se
llenaría. El presidente persistió y una vez construido el estadio pensó
que para llenarlo debería contratar a los mejores jugadores sin
importar que fueran extranjeros (algo muy poco común para la época).
Para miles de personas todo esto significó muchos domingos
emocionantes en una grada o alrededor de un televisor. El resto es
historia.
No es extraño que los clubes de fútbol posean uno de los números más
elevados de “followers” en las redes sociales y que crezcan a
velocidades pasmosas. Incluso en el Perú -a pesar de la crisis
deportiva, institucional y económica del sector-, los números son
bastante relevantes para los principales equipos y, en algunos casos, superan a marcas importantes.
“Claro -pensarán ustedes- estamos hablando de fútbol. No todos trabajamos en sectores tan atractivos”.
Es verdad. Hay gente que trabaja en sectores más ‘aburridos’, por ejemplo, hay gente que vende licuadoras.
Aburrido hasta que un fabricante de licuadoras decide disfrazarse de
científico loco y empezar a usar su producto para licuar palos de golf,
tornillos, billeteras de cuero y iPhones. Los videos han sido vistos
188 millones de veces y el ‘científico loco’ ha visitado en varias
ocasiones el prime time de la TV americana. Las ventas aumentaron en un
30%.
Y es que, en la aburrida estantería de licuadoras, colocó una historia.
Ya sé lo que están pensando. “Ese tal Ugaz que escribe en Gestión nos
quiere sorprender. Está contándonos el caso más viejo y manido del ‘social media’. En todos los eventos a los que voy me cuentan el mismo
ejemplo”.
Les presentó a Drew Manning, entrenador personal norteamericano.
Cansado de que sus clientes le dijeran que es fácil predicar la pérdida
de peso para alguien con cuerpo atlético, decidió ponerse a prueba.
Asumió el reto de subir 30 kilos en seis meses y luego bajarlos en los
siguientes seis. La primera parte fue fácil gracias a las dietas hipercalóricas que son nuestro pan de cada día. La segunda, muy difícil.
El señor Manning tiene ‘solo’ 31 mil fans en Facebook, pero ha llegado
a tener a un 80% de esos fans hablando sobre él y sobre su reto. Un
engagement rate del 36% frente al 3% que tienen muchos grandes clubes de
fútbol con millones de fans. ¿Treinta y un mil personas pueden cambiar un
problema de obesidad que afecta a millones? Es muy posible. Es probable
que el tema los afecte personalmente o afecte a alguien cercano a ellos. Usarán el boca a boca para transmitir la idea y las recomendaciones de
Drew Manning o los productos que promocione.
El presidente del club de fútbol, el fabricante de licuadoras y el
entrenador personal no tienen nada en común, excepto la valentía de
contar una historia relevante y ser coherentes con ella hasta el final.
¿Por qué una historia es importante en un entorno online?
Publicar un post o un tweet solo requiere tener a mano una computadora
o un celular y dar unos cuantos clicks. Nunca las personas y las
empresas han tenido un vehículo de expresión tan sencillo, barato e
inmediato para comunicar sentimientos, mensajes, ofertas o propuestas.
El problema con la sencillez y la rapidez es que nos impide pensar y
decir algo que le interese a alguien.
En la vorágine del ruido digital, si usted no tiene una historia notable
no existe. No importa que tenga miles de soles de presupuesto y pueda
rellenar portales a punta de banners, o cuentas de correo con spam, o
muros de Facebook: siempre habrá más ruido que el que pueda comprar.
Sin embargo, hay algo más importante. Si cree en su propia historia y
es coherente con ella, será más fácil mantener un ‘tono y manera’ de
comunicación ante sus fans, followers, ‘pinners’ (ojo con Pinterest) y
finalmente clientes. Sabrá evitar aquellos temas que no aportan al
discurso o que pueden convertirse en asuntos que le explotarán en
la cara. Si es consciente de que su historia es la moda y los productos
para el hogar que hacen más grata la vida de las personas, no tendrá
la tentación de usar sus propias redes sociales para sacar los trapos
al sol de sus problemas sindicales.
Una historia fuerte y bien gestionada es hoy en día el único material
sobre el que un gestor de negocios digitales puede convertir tráfico y
atención en valor para su empresa u organización.
Antes de publicar su primer post en Facebook, devanarse los sesos para
que su mensaje entre en los 140 caracteres de Twitter o contratar a un
community manager “experto” en lo anterior, pregúntese si lo que tiene
que ofrecer es relevante, memorable o al menos deseable para su público
o cliente. Se ahorrará muchos dolores de cabeza digitales.
¿Cuál es su historia?