Fichas de ajedrez: el hombre bueno y el hombre malo
Es gratificante leer algunas líneas escritas por un joven de 19 años, al reflexionar sobre la bondad o maldad de los seres humanos. Transcribo sus reflexiones porque grafican bien algo que discutimos constantemente en las instituciones educativas: la importancia de ofrecer cursos de ética a los jóvenes profesionales. Esto permite que puedan fundamentar su forma de pensar, pasando de un comportamiento ético intuitivo a un comportamiento ético razonado. Me atrevo a pensar que cambiaría en gran medida la forma de gestionar nuestras organizaciones si todos nos permitiéramos los espacios para reflexionar del modo en que este joven estudiante lo hace. Un mayor conocimiento de quiénes somos nos llevará a un comportamiento ético personal y, luego, colectivo. Actuar en base a convicciones morales resulta básico para una responsabilidad social a prueba de todo.