Crisis a galope: problemas en la cadena de suministro
El reciente escándalo en el Reino Unido por la carne de caballo encontrada en alimentos de consumo humano, que supuestamente debían haber estado hechos con carne de vacuno (salsa bolognesa, lasaña, etc.), ha generado una alerta que se expande como un virus por una buena parte de Europa. Del Reino Unido, la sospecha pasó a los proveedores y distribuidores españoles, holandeses y húngaros. Luego a los polacos, luxemburgueses, rumanos y franceses. Si bien se dice que los riesgos son limitados, no es posible descartar totalmente la presencia en la carne equina de un antiinflamatorio que usan los caballos y que puede producir anemia aplásica o supresión de glóbulos blancos en las personas (Periódico El Mundo).
Esta crisis ha centrado las miradas en temas claves como, por ejemplo, la forma en que las empresas seleccionan a sus socios comerciales y los mecanismos que desarrollan para asegurar las prácticas responsables. La agencia Reuters anuncia que “las ventas en Reino Unido de productos de comercio justo crecieron un 19 por ciento el año pasado y seguirán aumentando en todo el mundo conforme las empresas intentan asegurar a los consumidores el origen de la comida tras el escándalo de la carne de caballo en Europa“.
Por otra parte, como indica el artículo del periódico El Mundo, diversas cadenas europeas de supermercados han retirado una gran cantidad de productos y las autoridades de los países involucrados analizan la posibilidad de imponer la obligatoriedad de incluir información sobre la trazabilidad de los insumos en las etiquetas y platos preparados.
El concepto de trazabilidad es particularmente clave para la agroindustria. La Asociación Española de Codificación Comercial la define como “los procedimientos que permiten controlar el histórico, la situación física y la trayectoria de un producto o lote de productos a lo largo de la cadena de suministro”. Esta práctica refuerza elementos centrales de lo que se conoce como la gestión responsable de la cadena de suministro. Implica, en primer término, la definición de estándares mínimos de desempeño para la contratación de proveedores, así como la promoción de prácticas éticas en toda la cadena. Comunicar detalles sobre la trazabilidad de los productos refuerza el compromiso de la empresa con la transparencia de información y el desarrollo de prácticas de rendición de cuentas, de manera que el consumidor pueda decidir si otorga su confianza a la marca y, en consecuencia, su preferencia en el consumo. En el caso de la industria agroexportadora latinoamericana, debemos considerar que estas prácticas resultan vitales en los mercados de destino, dadas las experiencias previas de informalidad en el manejo de las relaciones comerciales por parte de algunas empresas locales. En el caso peruano, el mercado de los productos orgánicos que hemos visto crecer en los últimos años, y que constituye una oportunidad importante para nuestros productores, conoce bien sobre su relevancia.
Pero el tema no solo es clave en este sector. Se aplica en general a cualquier industria de consumo masivo. Estos incidentes nos recuerdan el famoso caso protagonizado por la prestigiosa multinacional Johnson & Johnson en 1982, cuando su popular analgésico Tylenon fue manipulado con cianuro, ocasionando la muerte de siete personas en Chicago, Estados Unidos. Este caso y varios otros (a modo de ejemplo, en 1990 se detecta la presencia de benceno en las aguas Perrier; en 2007 Fisher Price retira juguetes con contenido de plomo) nos ilustran sobre la forma en que marcas prestigiosas enfrentan este tipo de crisis. En el caso de Tylenon, la empresa decidió retirar del mercado el lote producido, al verificar que la contaminación del producto se había producido en la cadena de distribución, puntos donde el control de la propia compañía resultaba muy complejo.
Según se reportó en ese momento, las pérdidas directas que se produjeron para la empresa a partir de este incidente llegaron a los 100 millones de dólares. Se dice, sin embargo, que el retiro masivo del producto y la adopción de nuevas tecnologías de envasado al vacío ayudaron a mantener un alto nivel de confianza en el público, dada la rápida reacción. En esa ocasión, el presidente de la empresa dio la cara a la opinión pública en un programa de televisión, se grabaron las sesiones de directorio donde se aprobó la nueva estrategia de envasado, se desarrollaron decenas de entrevistas, comunicados y conferencias de prensa. No obstante, años después el incidente se repitió, lo que llevó a la suspensión por un buen tiempo de la fabricación del producto, a otra cascada de apariciones en prensa y al cambio de la tecnología de cápsula a la de uso de comprimidos, para evitar la manipulación directa del medicamento. Es decir, la crisis dio lugar a la innovación, cuando la innovación idealmente debiera haber evitado la crisis.
La estrategia de defensa y negación ha dejado de tener sentido en estos casos. Las experiencias relatadas nos refuerzan la idea de que una empresa responsable debe privilegiar la inversión en tecnologías seguras. También debe implementar de manera proactiva prácticas responsables en la gestión y monitoreo de su cadena de suministro (estándares de contratación, asesoría, monitoreo). Cuando la empresa es proactiva evita crisis millonarias que pueden, incluso, sacarla del mercado para siempre. Una vez producida la crisis, no le queda más que centrar su responsabilidad social en una rápida reacción, en no ocultar los hechos y en tomar medidas que permitan prevenir sucesos similares a futuro. Comunicar estos esfuerzos al público ayudará a frenar el daño a través del control social.
En particular en países como el nuestro, es necesario transmitir conocimiento experto a las empresas más pequeñas, formalizar los procesos preventivos y tener en cuenta que, si bien la tecnología ayuda, son los colaboradores de la compañía y los socios comerciales los que pueden promover la ética y el comportamiento responsable a lo largo de la cadena de suministro. A propósito de ello, no olvidemos también que las prácticas laborales responsables son parte de lo que debemos imponer como estándar en nuestra cadena comercial.