¿Sabemos lidiar con un Niño problema?
De acuerdo con historiadores, hace alrededor de mil trescientos años “una gran parte del valle sur de Jequetepeque fue destruida por una fuerte ocurrencia del fenómeno de El Niño que afectó toda la costa norte”. Esta cita histórica resalta que el Perú siempre ha estado expuesto a este colosal fenómeno climático, pero seguimos haciendo poco o nada por mitigarlo. Y, a diferencia de en el pasado, hoy tenemos un mejor entendimiento del fenómeno e incluso cierta capacidad para anticiparlo.
El fenómeno de El Niño no es una corriente marina como la de Humboldt. Los científicos le llaman ENSO en inglés, por Oscilación del Sur de El Niño. Afecta a toda la costa del Océano Pacífico, desde América hasta Asia. Es un cambio en las presiones del océano que revierte la rotación de aguas superficiales y trae aguas cálidas al norte de nuestro país. Las cálidas ondas Kelvin que reportó la prensa hace poco son una primera manifestación del ENSO. Los científicos esperan otras para predecir mejor su magnitud. Por ahora, los sistemas de predicción del clima especializados en El Niño de Estados Unidos y Australia le asignan una probabilidad de ocurrencia de alrededor de dos tercios, la cual ha subido considerablemente en el pasado reciente. No predicen en cuánto aumentará la temperatura en la zona más próxima a nuestro país o en nuestra costa sino en grandes cuadrantes en que se divide la gigantesca zona afectada por ENSO. Donde lo hacen predijeron, a noviembre, un aumento de la temperatura de 0.9 grados centígrados sobre la temperatura normal del mar para noviembre. Es decir, de cumplirse la predicción, sería un El Niño moderado ya que, como se muestra en el gráfico 1, el exceso de temperatura (“anomalía”) en los casos severos ha excedido los 4 grados centígrados en su momento pico. El gráfico 2 muestra las anomalías en los últimos cuatro casos màs fuertes de El Niño mostrando el ciclo de alza de temperaturas en cada caso.
Las profesoras Galarza y Kamiche de la Universidad del Pacífico estimaron, para el 2010, el impacto económico que tendría un El Niño de intensidad similar al de 1997-98, es decir, muy severo. En resumen, restaría 1.9 puntos porcentuales a la actividad económica con la agricultura y la vivienda como los sectores más afectados (ver cuadro). Se debe mencionar que no se incluyó la pesca en el trabajo porque las autoras se concentraron en los costos prevenibles.
Para evaluar posibles efectos económicos revisamos la evolución histórica de la producción de anchoveta, harina de pescado, langostinos, concha de abanico, arroz, espárrago, uva, palta y mango para identificar el impacto de El Niño en algunos sectores potencialmente sensibles. Dos advertencias. Primero, al comparar con el pasado se debe notar que los cultivos agroindustriales han ido volviéndose crecientemente más importantes en la costa norte. La mitad de los espárragos, por ejemplo, se cultivaron de Ancash hacia el norte el año 2012. Segundo, los datos que tenemos sólo muestran la variación en la producción pero no sabemos en qué medida fue El Niño lo que explicó el comportamiento. Con las limitaciones mencionadas, podemos concluir que la industria harinera es, sin duda, la más afectada por El Niño. Entre los productos agroindustriales, la uva fue más afectada que el espárrago. No se distingue un impacto significativo en los otros productos mencionados.
La peor performance económica que coincide con El Niño fue la caída de 12% del PBI en 1983, cuando al clima se le sumó la crisis de la deuda–tras más de una década de pésima gestión económica– y el impacto del fin de un ciclo de commodities. El Niño de 1997-98 fue muy severo pero su efecto sobre la economía fue menor en buena parte porque nuestra capacidad de responder fue mejor.
Hoy estamos mucho mejor aún. Pero a estas alturas sólo nos queda responder a los acontecimientos. ¿Seremos capaces de hacer buenos programas público privados de mantenimiento preventivo y reconstrucción, planes que incluyan a las dependencias públicas y partes del Estado que tienen jurisdicción? Tenemos los recursos pero ¿tendremos la capacidad de gestión?