Medicamentos y el Chapulín Colorado
Por
enésima vez, la semana pasada volvió a ponerse sobre la mesa el Proyecto de Ley
(PL 02102) que busca que los precios
de las medicinas sean controlados por el Estado. El proyecto presentado por el
congresista Héctor Becerril pretende crear un organismo estatal que fije los
precios de los medicamentos arguyendo que esta intervención estatal se
justifica porque los laboratorios abusan de una posición de dominio en el
mercado, porque los consumidores no pueden elegir medicamentos alternativos y
porque las medicinas son “un bien social”.
Como hemos argüido antes, los problemas en el mercado de medicamentos
son otros. Sin embargo, aún si los problemas que le preocupan al Congresista
Becerril fueran ciertos, es bastante obvio que la solución de los mismos no es
la que él plantea. Si los laboratorios abusan de una posición de dominio pues
que se cumpla la ley y sean investigados por INDECOPI y, de ser verificada
dicha conducta, que sean sancionados. Si los consumidores no conocen o los
médicos no les informan acerca de la disponibilidad de medicamentos genéricos,
pues entonces que se establezca una campaña para informarlos y si algún médico
no cumple con su obligación pues que sea también sancionado como corresponde.
El congresista Becerril defiende su propuesta argumentando que lo que pasa es
que no se cumple con la ley y por ello, no se dan las investigaciones y las
sanciones que deberían darse. En otras
palabras, aduce que como no se cumplen las leyes entonces hay que hacer más
leyes que manden que se haga lo que no se hace con las leyes existentes. Ni
Cantinflas.
Los medios hoy dan cuenta de la grata noticia de que la Comisión de Economía
del Congreso revisará el PL 02102 para orientarlo no a crear un organismo
burocrático que fije los precios de los medicamentos sino, como es lógico, a
aumentar las disponibilidad de medicamentos y a mejorar la información con que
cuentan los consumidores. En la exposición de motivos del PL 02102 se presentan
cuadros que comparan los bajos precios de medicamentos genéricos que están
disponibles en el Perú con los mayores precios de otros medicamentos de marca,
con la intención de indignar al lector. Pero
el sólo hecho de que existan en el mercado estos medicamentos baratos demuestra
que el problema es simplemente uno, el de ampliar la oferta de productos y la
información del consumidor para que éste pueda tomar la mejor decisión de
compra (ver gráfico).
Este es el camino lógico y no la creación de un organismo burocrático que
interfiera y obstaculice el desarrollo del mercado de medicinas y acabe
perjudicando a los consumidores. Esa película ya la vimos. Los controles de
precios de los 70 y 80 también eran “para evitar el abuso de las grandes
compañías” y porque todos los productos eran “un bien social”.
Entendemos por qué este tipo de proyectos son populares en el Congreso.
Nada mejor para ganar votos y asegurar la curul que “ponerse del lado de los
pobres consumidores y defenderlos de los abusos de los poderosos”. Si es
necesario, se pueden hasta inventar abusos, poderosos y mecanismos de defensa. No resulta igual de vendedor decir que el
problema es complejo y que pasa por facilitar el acceso de más medicinas de
calidad al mercado, como lo recomienda el estudio al respecto de INDECOPI (ver informe),
mejorar los procesos de compra del Estado, como lo recomienda el estudio del
MINSA (ver IPEOpinión),
o mejorar la información de la que dispone el público para decidir, como lo
recomienda el sentido común. Si se dice eso, no hay Chapulín Colorado que pueda
defender al consumidor desde su curul en el congreso.
Esto lo saben muy bien
quienes presentan estos proyectos que son racionalmente indefendibles. Quizás
por eso en el análisis Costo y Beneficio que se le exige a todo Proyecto de
Ley, el PL 02102 diga: “Esta es una norma de carácter declarativo, por lo tanto
no irroga gastos al erario nacional…será el Poder Ejecutivo…quien
determinará…los costos que irrogue implementar el Organismo Regulador de
Precios de Medicamentos”. Es decir, lo
que me interesa es que me escuchen proponer esto, cuánto cueste o cómo se haga
ya no es mi problema.