Vacas menos competitivas
Por Pablo Secada. El WEF publicó su importante Reporte
Anual de Competitividad Global. A diferencia del año pasado, en que ganamos
6 puestos en el ranking de competitividad global, este año nos mantuvimos en el
puesto 61, aunque de 148 países, en lugar de los 144 del año pasado.
Para
un país que aspira a superar condiciones aún inaceptables en cuanto a
nutrición, educación, salud, servicios básicos e instituciones, es una mala
noticia el no mejorar una posición aún mediocre en el Índice de Competitividad
Global. Pero la noticia es aún peor si
escarbamos un poco. Hemos mantenido el puesto 61 porque empeoramos en nuestras
mayores desventajas competitivas y mejoramos en nuestras mayores ventajas
competitivas. Caímos 5 puestos en innovación (de 117 a 122), 4 en
instituciones (de 105 a 109) y cuatro en salud y educación primaria (de 91 a 95),
los tres de doce pilares de competitividad en que peor rankeamos. En contraste,
ganamos 5 puestos en desarrollo del mercado financiero (de 45 a 40), 2 en
tamaños del mercado (de 45 a 43) y 1 en entorno económico (de 21 a 20), los
tres pilares que son nuestras mayores fortalezas competitivas (Ver
gráfico).
En
resumen, los resultados exitosos de las reformas macroeconómicas que se
hicieron siguen mejorando mientras que los desastres que se mantuvieron por la
ausencia de reformas siguen empeorando. Es
tan obvia la urgencia de más reformas orientadas a lograr un mejor uso de los
recursos que parece increíble que haya una resistencia tan amplia a las mismas.
Es de esperar la resistencia de las partes minoritarias que se benefician de la
actual calamitosa situación, pero sorprende la importante resistencia producto
de la falta de información o de la oposición por principio.
Existe amplio espacio para implementar reformas
que mejorarían nuestra competitividad, especialmente en aquellos aspectos en
los que peor rankeamos. La intervención pública en innovación e investigación
tiene que ampliarse y complementarse. Los fondos concursables para que empresas
innoven están funcionando muy bien y habría que ampliarles el presupuesto. Se
requiere investigación dura y para ello, para empezar, hay que elegir. Entendemos que en El Instituto de la
Amazonía, en la Universidad Agraria de la Molina y en la Cayetano Heredia se hace
buen trabajo de investigación, mientras que en otras universidades decenas de
millones de dólares de canon para la investigación se acumulan en cuentas
bancarias. La reforma no puede ser más obvia.
La debilidad en infraestructura (bajamos del
puesto 89 al 91) puede ser enfrentada con medidas como las leyes de
Asociaciones Público Privadas (APPs) y variantes de las mismas, como las
iniciativas privadas y las obras por impuestos han cambiado al punto en que
permiten una revolución de la gestión pública. El Estado debe contratar, por concurso, asesores de primer nivel
mundial para atraer diseño e inversión privados a Camisea, agua, vías,
electricidad, telecomunicaciones y otras inversiones de gran escala.
También se deben establecer planes plurianuales de inversión y mantenimiento.
Debe atraer a ONGs exitosas, como Fe y Alegría, a administrar colegios en vez
de regatearle cientos de plazas. Lo mismo se puede hacer con centros de salud y
otros servicios básicos en los que nuestra posición competitiva internacional
es lamentable.
Tal como lo indica
nuestro ranking en el ICG, preocupa realmente nuestra precariedad institucional,
la poca voluntad de reforma del congreso (que absurdamente busca desafiliar del
sistema de pensiones a millones de trabajadores independientes para ganar
popularidad de corto plazo) y la falta de decisión, y de priorización por parte
del gobierno que se distrae con las vacas equivocadas. Reformar sólo requiere que el piloto sepa donde está y hacia dónde
queda el norte, o que empodere a los reformistas que lo saben. Esperamos que
esto sea más probable que Perú vaya al Mundial.