Trabajadores independientes y popularidad
Por Miguel Palomino. El
premier anunció ayer que el Consejo de Ministros discutirá hoy la suspensión
temporal de la ley que manda el aporte de los independientes menores de 40 al
sistema previsional, sea a alguna AFP o a la ONP. El anuncio es una reacción
tardía e inoportuna a las críticas recibidas, principalmente de sectores que
olieron sangre y se treparon al carro de una medida populista, pero también de
quienes no entienden -o no les importa- la necesidad de pensar en el largo plazo
para el bienestar de la población.
Pedir la suspensión -como la bancada fujimorista- o la derogatoria -como
otras que vieron la oportunidad de quedar bien sabiendo que hacen mal- no tiene
pierde en términos de atractivo político. Es muy atractivo evitar que millones
de trabajadores independientes vean disminuir en 13% su ingreso disponible. Es como apoyar un aumento de remuneración que
“no le cuesta a nadie”. El problema es que sí tiene costo, y muy alto, aunque
recién se haga efectivo dentro de muchos años.
Todos los estudios del sistema de pensiones peruano han señalado que una
de sus grandes deficiencias era su poca cobertura. Es decir, que un porcentaje muy alto de los trabajadores
peruanos no estaban afiliados a ningún sistema de pensiones y por ello estaba
expuesto al desamparo en la vejez y a la necesidad de que el Estado tuviera que
hacerse cargo de ellos. Esto se debía principalmente a dos factores.
Primero, la ley sólo mandaba que se afilien los trabajadores dependientes que
son poco más de la mitad de los trabajadores del Perú (ver gráfico 1).
Segundo, la elevada informalidad llevaba a que incluso los trabajadores que
debieran estar afiliados con frecuencia no lo estuvieran. Todos los estudios señalan que si no se incluye a los trabajadores
independientes en el sistema de pensiones éste no cumplirá cabalmente su razón
de ser. La reforma del sistema de pensiones tuvo importantes deficiencias (ver IPEOpinión),
pero incorporar a los trabajadores independientes fue quizás su más importante
logro.
Nadie duda que la gran mayoría de los trabajadores independientes preferiría
no tener que ahorrar el 13% de sus ingresos. Pero lo mismo sucede con los
trabajadores dependientes, y no vemos bancadas que pretendan suspender sus aportes
-porque sería una locura-. Sería una locura casi exactamente igual a la que
ahora se propone respecto a los trabajadores independientes. Se pretende hacer
una distinción que no tiene ninguna base. Todos
los estudios señalan que son necesarios mecanismos de ahorro forzoso para
lograr que la mayoría de trabajadores tengan un ahorro adecuado para la vejez
sin ser una carga para el Estado. ¿Por qué se debe obligar a ahorrar a cierto
tipo de trabajadores y no a otros? No tiene sentido la arbitraria e injusta
distinción que hacía la ley del sistema de pensiones hasta que fue reformada
hace unos meses. Dudamos que la mayoría de los congresistas pretendan que no
deba haber sistema de pensiones para nadie, pero ese sería el único argumento que
podría justificar la desafiliación de los independientes.
Resulta, además,
especialmente negativo que tanto esta discusión como la inexplicable reacción
del Presidente se den un mes después de entrar en vigencia la incorporación de
los independientes al sistema de pensiones. No hay nada respecto a la ley y sus efectos esperados que el Presidente
no supiera hace unos meses, antes de que se hiciera efectiva la ley. Quizás
lo que ha cambiado es que la ley se aprobó cuando la popularidad del Presidente
estaba en su pico y consideraba que podía tomar decisiones buenas aunque fueran
impopulares. Pero antes de actuar debiera considerar que
la improvisación y las marchas, y contramarchas que muestran falta de decisión
o de criterio le han hecho más daño a la imagen del gobierno de lo que se puede
ganar con una medida populista temporal.