Temores exagerados y un mejor segundo semestre
Por Miguel Palomino. La
publicación por parte del BCR de los resultados de su encuesta de expectativas
empresariales de junio y el crecimiento de 5% del PBI en mayo, cifra menor a la
esperada por el propio instituto emisor y el MEF, han renovado las
preocupaciones respecto a la desaceleración de nuestro crecimiento económico (ver gráfico 1). Es bastante claro que la
principal explicación es el menor crecimiento de la inversión privada, que se
debe a la caída en la confianza empresarial (ver gráfico 2). Intentaremos explicar lo
que pensamos está ocurriendo y dar un pronóstico de qué se puede esperar en el
corto y mediano plazo.
Lo que estaría afectando
la confianza empresarial es la confluencia de varios factores económicos y
políticos, tanto internos como externos. A
nivel interno, pese a la rectificación del gobierno en lo que respecta a la
conflictiva (y pésima) idea de adquirir los activos de Repsol en el Perú, las
malas señales que envió al empresariado no se borran de inmediato. Las
aplaudibles medidas de reforma y de mejora de las condiciones para la inversión
privada que el gobierno ha emprendido con fuerza en las últimas semanas deberían
cambiar esta percepción en un plazo relativamente corto.
La confianza empresarial
también se ha visto afectada -exageradamente en nuestra opinión- por factores
externos, especialmente las noticias de que China está creciendo a un ritmo
bastante menor (7.5% anual) a lo que acostumbraba hasta hace poco (cerca de 10%
anual). Los medios, como es usual, tienden
a enfatizar los costos de la desaceleración China -se le atribuye, por
ejemplo, la caída en el precio de los metales- en lugar de destacar el menos vendedor hecho de que la desaceleración
es una política deliberada aconsejada por casi todos los especialistas debido a
que el ritmo de crecimiento anterior era insostenible y generaba grandes
riesgos para China y para la economía mundial. Que se esté logrando la desaceleración -hasta ahora- de una manera
razonablemente ordenada es sin duda positivo. Aunque los riesgos persisten,
la posibilidad de una crisis en China disminuye, al igual que la magnitud que
tendría dicha crisis en caso de ocurrir. La prensa ha hecho que el público
caiga en cuenta de un riesgo del que no estaba consciente pero que
objetivamente está mejorando.
Algo parecido ha pasado
con las noticias provenientes de los EEUU respecto a los cambios esperados en
la política monetaria de la Reserva Federal. La consiguiente volatilidad
cambiaria y financiera a nivel global -la caída de los precios de los minerales
se debe más a estos factores financieros que al enfriamiento chino- han causado
temores que venden bien. Tan bien que
han distraído la atención del hecho muy positivo de que los cambios se deben a
que la mayor economía del mundo finalmente estaría iniciando una etapa de
crecimiento sostenido. En Europa también siguen habiendo riesgos
importantes, pero sin duda son menores que en cualquier momento en los últimos
años.
Estas excesivas preocupaciones
económicas se ven reforzadas por los eventos políticos internos, que ocupan
todos los titulares y han creado un muy conflictivo clima político que genera
una nube de pesimismo que afecta a la inversión. Un buen indicador de que la confianza empresarial se ha afectado en
demasía es que de enero a la fecha las expectativas a tres meses para la
economía en su conjunto -que dependen mucho de lo que los empresarios leen
en los medios- han caído 16 puntos
mientras que (ver gráfico 2), todas las expectativas sectoriales, que dependen mucho de su
conocimiento directo del sector han caído sólo entre 6 y 9 puntos.
Si el gobierno se mantiene
firme en su curso económico, lo más probable es que en los próximos meses se
reduzcan, e incluso reviertan, las preocupaciones de carácter económico, tanto
internas como externas. Para ello, es
vital que las medidas de incentivo a la inversión en el corto plazo surtan
efecto, lo cual requiere tanto una buena implementación como una buena respuesta
de parte del empresariado. La CONFIEP ha señalado su optimismo en este
sentido. Si así es, es razonable esperar que nuestro crecimiento económico, que
pese a todo sigue liderando las cifras regionales y mundiales, se fortalezca en
el segundo semestre.