Mensajes, prioridades y decisiones
Hace
muchos años, el contenido del discurso presidencial era una noticia de enorme
importancia. Podía marcar cambios radicales en el destino del país. Las cosas
luego progresaron pero, hace sólo un par de años, había quienes temían que el
mensaje presidencial pudiera desatar una crisis constitucional de grandes
proporciones. Hoy, por suerte, ya no es así. La mayoría de personas no esperan
que el discurso cambie en gran medida las perspectivas actuales del país, lo
cual es positivo. Pero un discurso que tradicionalmente tiene gran cobertura
mediática tampoco es una oportunidad que se debe desperdiciar. Aun cuando no se
quiera ni deba anunciar un gran cambio en el destino del país, sí es una buena
oportunidad para definir las prioridades del gobierno y focalizar la atención
en ellas.
Pasando
del discurso al hecho, debemos insistir en que, aún dentro de las limitaciones
que impone nuestra precaria institucionalidad, el Presidente Humala puede hacer
mucho más de lo que viene haciendo. Tiene
que intentar ser lo que la literatura denomina un emprendedor político.
Aterrizando, no pensar en la próxima encuesta de opinión ni en lo que escucha
diariamente de asesores de la DINI sino en los resultados que obtendrá con sus
acciones. Tiene que hacerle más caso a
quienes le sugirieron a las tres nuevas ministras y tiene que cortar la
comunicación con quienes le sugirieron el desastre de Repsol.
Podemos
listar más gestos y actitudes muy relevantes, pero pasemos a la sustancia. Un emprendedor político tiene que apostar
por muchas más reformas para hacer a nuestro país realmente más inclusivo, para
promover más bienestar. El fin es bueno y focaliza las acciones del Estado
en la dirección correcta, pero tiene que ser más que declarativo. La ley del
servicio civil es potencialmente la mayor reforma hecha por este gobierno, pese
a que hay aspectos de la misma que son mejorables. Hay que hacer muchísimo más en
esta línea y mejor. Proponemos, como ejemplos, un tema relevante para nuestras
principales desventajas competitivas y uno para la equidad (o inclusión).
Un acto consistente con la política del gobierno, de
enorme impacto en la calidad de vida de la población y una señal clara para la
confianza empresarial sería iniciar la reforma de la provisión de agua y
saneamiento de la mayoría de la población.
¿Hasta cuándo SEDAPAL y las EPS van a seguir condenando a los niños a la
diarrea, la desnutrición o hasta la muerte? Este gobierno ya dio la ley para
intervenirlas. ¿Qué tal si la usa? Abramos las posibilidades de mejor servicio,
sinceremos costos, focalicemos subsidios, lancemos APPs piloto en las EPS en las
que sea más conveniente hacerlo. Hay un enorme espacio de acción que no tiene
por qué crear problemas políticos serios a nivel nacional. Pese a su reciente
caída, la popularidad del Presidente es aún superior a la de sus dos
predecesores (gráfico
1), pero la confianza empresarial en general ha permanecido parecida o por
debajo de la que existía en los dos periodos presidenciales anteriores (gráfico
2).
Segundo, la desnutrición infantil y la anemia son probablemente
las dos principales laceraciones sociales. No existe un sólo responsable
político de enfrentarlas. MIDIS aún no termina de
coordinar con MINSA para que se entreguen micronutrientes o hierro a los
niñitos, por ejemplo. Ciertamente no hay rendición de cuentas sobre lo que
debería ser uno de los esfuerzos más importantes del gobierno y que, idealmente,
debería ser trimestral y al Congreso.
Hay,
por supuesto, muchas otras acciones de este tipo que se podrían poner en marcha
y que, bien manejadas en su mayoría, resultarían incluso políticamente
favorables para el Presidente, desde la sugerencia de León Trahtemberg de crear
un instituto líder de biotecnología, hasta mejorar el cuidado pre-escolar. Oportunidades para realmente pasar a la
historia, no por un mensaje sino por logros, no faltan.