Cambio de política monetaria en los EEUU: ¿Cómo nos afecta?
Por Ernesto Angeles. La Reserva Federal de Estados Unidos (FED) anunció
que, dadas las señales de mejoría de la economía norteamericana, era posible que
en los próximos meses cambiara su actual política de fuerte expansión
monetaria. La FED podría disminuir la inyección de dólares a la economía
mediante una reducción gradual de su programa de compras de bonos -llamado QE3,
que hoy es de US$ 85,000 millones mensuales- e incluso podría suspender dicho
programa en el año 2014. Tras la noticia, los mercados reaccionaron muy
fuertemente pese a que el anuncio no fue inesperado e indicaría que Estados
Unidos podría estar empezando un período de crecimiento sostenible.
La aparente sobrerreacción de
los mercados ante la noticia fue global y resultó en fuertes caídas en los
mercados de renta fija, renta variable y materias primas. El dólar, además, se
apreció con respecto a la mayoría de monedas ante las perspectivas de reducción
en su oferta. Todos estos efectos son
producto de un reacomodo de los portafolios de los inversionistas ante el
posible cambio de escenario en la política de la FED y la consecuente futura disminución
de la abundante liquidez mundial en dólares.
Mientras todo se encuentre en terreno de la especulación y no haya un
programa claro de salida del estímulo de la FED, los mercados se mantendrían
volátiles. Esto podría
durar varios meses, dado que la economía de Estados Unidos sigue mostrando señales
mixtas de recuperación y sus principales indicadores aún no muestran un cambio
de tendencia sólido que pudiera disipar las dudas de la FED y del mercado. El
debate es intenso y hay personalidades, como el ex presidente de la Reserva
Federal, Paul Volcker, que señalan que la FED debería empezar a ajustar ya su
política monetaria expansiva, dado que cada vez sus beneficios son más
limitados y sus riesgos crecientes.
El impacto inmediato en el
mercado local se ha dado por el canal financiero. Algunos inversionistas,
principalmente de corto plazo y de bonos soberanos peruanos, vendieron sus
posiciones en nuevos soles, con el consiguiente incremento de la demanda por
dólares. A esto se sumo el nerviosismo de otros participantes en el mercado
cambiario. Ello ocasionó la tendencia al alza en el tipo de cambio. Otros
eventos externos como las preocupaciones sobre la economía China han fortalecido
la tendencia, al reducir los ingresos de dólares por exportaciones. En el corto plazo, la presión hacia la depreciación
del tipo de cambio nuevo sol-dólar podría mantenerse temporalmente, en la
medida que dichos factores externos continúen y, por ello, el tipo de cambio
podría seguir algo volátil. Sin embargo este fenómeno será temporal y el
BCR se encuentra bien preparado para enfrentarlo, evitando variaciones
excesivas y asegurando la estabilidad de la economía.
En el mediano y largo plazo, a
nivel global, se esperaría que una mejora en la economía norteamericana ayude a
que se recupere el ritmo de crecimiento mundial, lo cual sería favorable para
nuestras perspectivas de crecimiento. Dependiendo
del éxito que tenga la FED en retirar la enorme cantidad de liquidez que
inyectó al mercado, podrían materializarse o no presiones inflacionarias en
EEUU, las que hasta hoy se han controlado por la debilidad de la economía.
En
el plano local, luego de la volatilidad producto del reacomodo de los
portafolios financieros, las tendencias económicas volverán a sus fundamentos. Si logramos mantener las mejoras en competitividad
y productividad que en los últimos veinte años nos han permitido tener un ritmo
de crecimiento mayor al resto del mundo, el flujo de capitales internacionales
hacia el Perú se mantendría y el nuevo sol recuperaría su tendencia hacia una
apreciación gradual (ver
gráfico). Sin embargo, ambos fenómenos serían más moderados de lo
experimentado en los últimos años de superabundancia de liquidez mundial en
dólares.