¿Crecimiento menor a 4%? Improbable aunque no imposible
Por Miguel Palomino. Recientemente
los medios han cubierto la discusión respecto a la desaceleración del
crecimiento económico. Como es usual en estos temas, reciben más cobertura
quienes hacen afirmaciones más temerarias porque generan mejores titulares. Los
análisis más sensatos tienden a ser más aburridos y atraen menos atención, pero
no por ello dejan de ser mejores y más confiables.
El
caso reciente del tipo de cambio es ilustrativo.
La caída del tipo de cambio, proceso que venía ocurriendo por años, se volvió
noticia cuando algunos economistas pronosticaron que el tipo de cambio colapsaría
(ver). En esos días nuestra posición
fue que si bien en principio la posibilidad de un colapso cambiario a futuro
siempre existe -dado que no sabemos que puede depararnos el futuro- era altamente improbable que ocurriera, no
había señal alguna de que eso fuera a ocurrir y era temerario e irresponsable
predecir un colapso cambiario (ver). Afortunadamente, la realidad nos exime de seguir explicando el tema.
Ahora se escuchan voces que predicen una caída del
crecimiento del PBI a menos de 4% este año. Primero que nada, debe quedar claro
que, si en el resto del mundo las cosas
salen muy mal y si, digamos, el gobierno peruano repetidamente sigue dando
señales o tomando medidas que disminuyan sostenida y significativamente la
confianza empresarial, entonces un crecimiento menor a 4% sería un resultado
esperable para este año. Sin embargo, nos parece improbable que esto
ocurra.
El
resto del mundo no está teniendo un muy buen año, pero no se espera que la
situación empeore en relación a lo que se ha venido dando. Es más, las bolsas de valores de EEUU, Europa y Japón han subido
fuertemente en lo que va del año porque las perspectivas de crecimiento han
mejorado. El FMI pronostica que el
crecimiento mundial este año será de 3.3%, apenas encima del 3.2% del año
pasado. Además, los riesgos de que las cosas salgan muy mal, especialmente
en Europa, han disminuido sustancialmente, por lo cual el riesgo de que el
crecimiento acabe siendo menor al previsto es mucho menor de lo que fue en el
2012.
Internamente, la experiencia de Repsol y las recientes
declaraciones del Presidente a un medio de prensa extranjero respecto al riesgo
que representa perder la confianza (ver) nos hacen pensar que el gobierno se esforzará por reconstruir la
confianza empresarial. Es posible que su intento no sea muy exitoso, pero resulta poco probable que se decida a
cometer suicidio económico con políticas y anuncios que espanten la confianza
empresarial.
La
inclusión social depende del empleo que genera el crecimiento económico, el
crecimiento depende de la inversión -especialmente la privada- y la inversión
depende de la confianza. El Presidente tendría
que estar pésimamente asesorado para que esto no lo tenga claro. Si no se
mantienen la inversión y el crecimiento se paralizarían los logros del
gobierno.
En los últimos meses la tasa de crecimiento del
producto viene siendo menor a nuestro crecimiento potencial estimado de 6.5%.
Como se aprecia en el gráfico 1, el crecimiento
“desestacionalizado” es decir, tomando en cuenta los efectos de feriados, años
bisiestos y temporadas, ha caído al ritmo que se observó cuando el mercado
dudaba del programa de gobierno de Humala. Pero el gráfico también muestra lo rápido que se pudo recuperar el crecimiento cuando
el Presidente dio señales claras de que la Gran Transformación ya no iba. Mirando
hacia adelante, las cifras de demanda desestacionalizada de cemento y energía
no señalan una desaceleración ad portas (ver gráfico 2).
Regresar
a una tasa de crecimiento más alta depende principalmente
de las decisiones del gobierno. Los problemas
económicos mundiales -sobre los cuales no tenemos control- siempre afectarán la
economía nacional, pero el factor más importante es el frente interno, que está
en nuestras manos.