Avanzamos, pero dejemos de jugar a las tacitas
Por Pablo Secada. Como sabemos, la insuficiente cantidad y pobre calidad
de la infraestructura básica son dos de nuestras principales desventajas
competitivas. En calidad de infraestructura, estamos en el puesto 111 de 144
países, según el Índice de Competitividad Global (ICG) del Foro Económico
Mundial (ver
gráfico). Especialmente en un país que tiene una geografía como la nuestra,
esta inadecuada infraestructura no solo excluye a quienes más quisiéramos que
se integren, sino compromete de manera terrible su bienestar.
Está ampliamente demostrado, especialmente en trabajos muy reconocidos
del Dr. Javier Escobal de GRADE, que la
provisión correcta de agua y saneamiento, caminos rurales y vialidad,
electricidad y telecomunicaciones, en ese orden, contribuye a mejorar
sustancialmente el bienestar de las familias que habitan las zonas rurales. En el acceso al agua,
justamente, nuestro país está último en América Latina, según el Índice de
Oportunidades del Banco Mundial. La mala administración de la mayoría de las empresas
(municipales) de provisión de agua debería generar un escándalo de mucho mayor
proporción que la frustrada adquisición de los activos de Repsol de parte de
Petroperú. Sin embargo, se sigue traficando con la pobreza, gobierno tras
gobierno.
El gobierno acaba de promulgar
una ley
que agiliza las expropiaciones requeridas para concretar proyectos de
infraestructura, lo cual constituye un importante paso adelante para
promoverlos. De un lado, se incluye el
arbitraje como un paso previo a la judicialización, un paso importante
considerando que tenemos uno de los poderes judiciales menos independientes del
mundo según el ICG. Asimismo, se permite la posesión anticipada de los predios
por parte del Estado de llegarse a juicio, con lo que éste puede proceder con
la obra de infraestructura dejando pendiente, en esencia, solo la definición de
cuál es el precio que se debe pagar en la expropiación. De otro lado, se
reconoce el lucro cesante de las actividades comerciales que pueden haber estado
realizando los dueños de los inmuebles.
El gobierno también
priorizó 69 proyectos de inversión en infraestructura que, según los cálculos de un abogado especializado, atraerán unos US$
10 mil millones. Varios de los megaproyectos de infraestructura de la
Municipalidad de Lima están incluidos. Esto
también es bienvenido, ya que agiliza algunos otros procesos burocráticos e
indica algún compromiso político por concretarlos.
Tenemos que hacer muchísimo más, sin embargo. Colombia (ver)
y México (ver)
están trabajando grandes paquetes de Asociaciones Público Privadas que no sólo suman
varias veces los proyectos priorizados en el Perú sino que están mejor
diseñados y promovidos, y por ello, tienen mayor probabilidad de éxito. Revisar
las revistas especializadas de infraestructura y financiamiento de proyectos,
como siguiendo el dinero, es una buena indicación de esto. Acá con frecuencia han
tenido la voz cantante algunos sectores, gobiernos subnacionales y hasta
funcionarios del MEF que, por distintas razones, se resisten a las concesiones.
Es muy positivo que el gobierno anuncie
que se destrabarán inversiones pero hay que tener metas más ambiciosas, dada la
importancia del tema. José Luis Guasch, especialista reconocido del Banco
Mundial, acaba de sugerir una meta de 15 a 20 proyectos concesionados por año (ver).
Insistimos
en que un ingrediente fundamental que
falta en el Perú son consorcios liderados por bancos de inversión globales a
cargo del diseño y promoción de inversión en grandes proyectos de
infraestructura. Esta es la práctica usual en todo el mundo para lograr
resultados. En los últimos cinco años, de las 32 licitaciones realizadas por
Proinversión por servicios de asesoría o consultoría, sólo tres han requerido
un banco de inversión y en los tres casos todos los postores han sido empresas
locales (ver).
Usar únicamente consultores, asesores o “bancos de inversión” locales para proyectos
de gran magnitud nos recuerda la propaganda de las niñitas agrandadas de una
marca de margarina. No debemos jugar a las tacitas con el diseño y promoción de
grandes APPs que afectan la vida de millones de peruanos.