PeorPerú
Por Pablo Secada. Con frecuencia se ha usado el término PetroPeor cuando
se ha descrito las andanzas de la empresa con mayores ventas en el país. Lo que
comentaremos hoy, sin embargo, es más preocupante por la amenaza que representa
para todo el Perú que por los costos que inevitablemente representará para
todos otra aventura de PetroPerú. Por ello, hemos preferido el título PeorPerú.
Noticias como la de la reunión privada entre el Presidente Humala y el
Presidente de Repsol, empresa que busca vender sus importantes activos en el
Perú -ver-,
son en realidad muy oportunas para que los asistentes a la reunión del Foro Económico
Mundial, entre otros, conozcan los riesgos asociados a la oportunidad de
invertir en una de las economías más dinámicas del mundo. Pese a lo logrado
hasta ahora por el Milagro Peruano, no estamos inexorablemente encaminados al
primer mundo. El crecimiento económico de los últimos veinte años no es producto
de la magia ni un derecho adquirido. Ha sido producto del doloroso proceso de
pasar de hacer las cosas muy mal a hacerlas medianamente bien.
Que Palacio haya finalmente externalizado uno de sus deseos más íntimos
y preocupantes ya ha generado incertidumbre entre todo tipo de inversionistas. No parece comprender que es la dura
experiencia -y no los prejuicios ideológicos- lo que hace que las intenciones de aumentar la intervención directa del
Estado en la economía sean un baldazo de agua fría a la confianza de los
inversionistas. El indicador de confianza empresarial del Banco Central, que
había estado recuperándose pero aún no regresaba a los niveles previos a la
elección de Humala, empezó a retroceder en marzo (ver
gráfico) y es fácil predecir que caerá más en abril. Esto moderará el
aumento de la inversión privada, el crecimiento y el bienestar en el futuro
cercano. Si se fuera confirmando en los próximos trimestres el temor que genera
esta noticia, es decir, que regresa un mayor intervencionismo estatal a la
economía peruana, se reduciría sensiblemente el crecimiento y la mejora sostenible
del bienestar de los peruanos.
Discutiremos las tres
excusas a las que se recurre para justificar la eventual decisión del gobierno. Primero, que se busca evitar que la chilena ENAP acceda
a este activo, supuestamente estratégico. No. ENAP está vendiendo sus
activos en nuestro país para enfrentar su pésima situación financiera. Segundo, que Petroperú romperá la supuesta concertación de precios en el mercado de
grifos. Si este fuera el caso, otorgarle autonomía y fortalecer a INDECOPI sería,
obviamente, una política pública muy superior para lograr el mismo objetivo. Lo
otro es poner al gato despensero. Tercero,
que los activos son “estratégicos”. ¿Los
grifos? ¿La refinería que no cumple los estándares ambientales y requiere una
enorme inversión sólo para poder seguir operando y que por eso nadie la quiere
comprar? (ver ilustración)
¿Qué debería hacerse? Primero, aprovechar la venta
de los activos restantes de Repsol Perú para atraer a otros operadores de talla
mundial a nuestro país. Shell ya está de vuelta en Camisea. Eso requiere,
sin embargo, apuntar exactamente en la dirección opuesta a la actual. No
anunciar mayor intervencionismo estatal en el mercado en el que se desea atraer
inversionistas de primer nivel. Reemplazar
el segundo comité de Cómo Sea II por un consorcio liderado por un banco de
inversión que colabore en el diseño y la promoción de inversión del
megaproyecto. Dejar de distorsionar los precios en el mercado energético. Concretar la construcción del ducto de GLP de
Pisco a Lima que reduzca la posición de dominio de quien compre los activos
de Repsol en ese mercado.
La
industria mundial de refinación de petróleo está en retirada: se cierran,
consolidan y venden refinerías. ¿Se nos ha ocurrido pensar por qué está
ocurriendo esto? ¿Realmente queremos ir a contrapelo y encargarle esa misión a
PetroPerú? ¿Para qué? La agenda que
parece tener el gobierno y la que debería tener son como el agua y algún “estratégico”
derivado del petróleo.