Servicio militar o gladiadores baratos
Por Miguel Palomino. Los
medios han cubierto extensamente el debate sobre la reimplantación del servicio militar (no tan obligatorio) y
han llovido las críticas tanto respecto a su eficacia como a su carácter
discriminatorio y exclusivo. Afortunadamente, un análisis económico del tema
nos permite identificar claramente no sólo la naturaleza del problema sino las
características de la mejor solución al mismo.
La situación es la
siguiente: la sociedad ha determinado que requiere del servicio de seguridad
que ofrece un ejército nacional y ha establecido que éste ejército sea
administrado directamente por el Estado. El servicio a ser ofrecido requiere
personal. El problema entonces es cómo obtener ese personal.
Debiera ser claro que, al igual que cualquier otro servicio
público que ofrece el Estado, se debiera contar con el presupuesto necesario
para contratar al personal adecuadamente capacitado que pueda ofrecer el
servicio de seguridad nacional. De no ser así, cualquier servicio estatal
podría ofrecerse mediante el trabajo forzado de cualquier grupo de ciudadanos
elegidos mediante cualquier mecanismo arbitrario. ¿Por qué no existen los
servicios obligatorios de enfermería, profesorado, obras públicas, policía o
tramitador? Igualmente, si se requieren recursos para mantener y apertrechar a
los soldados, ¿por qué no entonces simplemente forzar a que las poblaciones
cercanas a las guarniciones entreguen alimentos y otros bienes necesarios? Esta
era una práctica común antiguamente, al igual que lo era que las comunidades
tuvieran además que entregar a sus hijos para servir en el ejército.
El verdadero problema es
exclusivamente presupuestal. La sociedad
quiere un ejército pero no quiere pagarlo. Por ello, se legisla para
obtener recursos al menor costo mediante el servicio dizque “obligatorio”. Sin
embargo, resulta que no es obligatorio
para el que puede pagar. Una multa de S/.1,800 libra a cualquiera de un año
de servicio militar. Si eso es lo que vale para la sociedad que alguien no
cumpla con su “obligación” a la patria entonces en realidad sería un servicio
de tan poco valor que no quedaría claro para qué lo querríamos (lo cual, de
paso, desvirtúa el argumento de algunos abogados que no le ven nada de extraño
a esta absurda e injusta multa).
La verdad es que para la
sociedad tiene que valer mucho más que S/. 1,800 que un ciudadano dedique un
año de su vida -y la arriesgue- por el bien común. Pero como el Congreso (y el
Ejecutivo) no quiere pagar por este servicio, entonces se opta por el trabajo
forzado de quien no tiene recursos. Los
más pobres deben arriesgar su vida para proteger a los demás. No es muy
inclusivo que digamos. El sistema se
asemeja a una arbitraria condena a prisión o a un impuesto en trabajo -la nueva
mita- para los más pobres. Gladiadores baratos que compran su libertad
arriesgando, por un año, su vida en el ruedo. El único motivo por el cual esto no
escandaliza a todos es porque se ha practicado en casi todo el mundo a lo largo
de toda la historia -la injusticia y el abuso de los más pobres no son nada
nuevo. Al que diga que es un mal
necesario que primero se enliste o enliste a sus hijos.
Si queremos y necesitamos
un ejército entonces dediquémosle los recursos presupuestales necesarios (ver
gráfico) para tener el personal capacitado que requiere nuestra seguridad
nacional. Reclutar forzadamente a
jóvenes pobres de 18 años para mal entrenarlos por doce meses y usarlos como
relleno -o mucho peor como carne de cañón- no es una forma eficiente ni eficaz
de lograr la seguridad nacional. Pregúntele a cualquier oficial con mando
de tropa. Como sugirió Elmer Cuba, el gobierno debiera más bien pensar en un
programa que atraiga a jóvenes para que quieran servir en
el ejército. Que se lance “Recluta 18″.