Energía: competitividad e inclusión
Por Miguel Palomino. El Foro Económico Mundial (FEM), que publica el muy reconocido Índice Global de Competitividad, ha publicado un nuevo indicador de performance relativa de países. Se trata del Índice de Performance de la Arquitectura Energética, que pretende medir qué tan exitosos son los sistemas energéticos de los países en cuanto a lo que sostiene son sus tres principales objetivos: promover el crecimiento económico y el desarrollo, hacerlo de una manera ambientalmente sostenible y asegurando el máximo acceso a una oferta confiable de energía. El nuevo índice rankea 105 países del mundo en estos tres aspectos y los resultados son muy interesantes.
Lo primero que llama la atención es que, entre los 105 países, el sistema energético del Perú ocupa el primer puesto en cuanto a promover el crecimiento económico y el desarrollo (ver gráfico 1). Lo segundo que nos llama la atención como peruanos es que la performance del Perú en los otros dos pilares del índice -sostenibilidad ambiental y cobertura confiable- es bastante mediocre: el puesto 51 y el puesto 66, respectivamente (ver gráfico 2 y gráfico 3). Así, el Perú ocupa el puesto 15 del índice general (ver gráfico 4).
Para medir el grado en que el sistema energético promueve el crecimiento y el desarrollo, el índice considera la eficiencia en el uso de la energía, la existencia de distorsiones en los precios de la gasolina y el combustible diesel, las tarifas industriales de la electricidad y la balanza comercial energética. El puesto del Perú refleja que en la mayoría de países existen importantes distorsiones en los precios de los combustibles mencionados, mientras que este no es el caso en el Perú desde que se perfeccionó el Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles. Sin embargo, al ranking del Perú probablemente le beneficia que el índice no considere las serias distorsiones que tenemos en el precio del gas -combustible que no está disponible en todos los países. En todo caso, sin considerar el gas natural, en términos relativos y generales, la estructura y el nivel de precios de las principales fuentes de energía son favorables para el crecimiento en el Perú y llevan a su uso eficiente. Cabe notar también que el segundo puesto en el mundo en este aspecto lo ocupa Colombia, que además rankea sexto en el índice general, muy por delante de Perú.
La mala performance del sistema energético peruano en términos de sostenibilidad ambiental hace evidente el reto que enfrentamos en este aspecto. A largo plazo nuestras fuentes de energía renovable (hídrica, solar, eólica, geotermal y biomasa) deben aumentar y debemos mejorar tanto la cobertura (principalmente del sistema eléctrico) como la confiabilidad de nuestro sistema energético. La regulación del abastecimiento de gas natural, nuestra otra fuente competitiva de energía, tiene -y ha tenido- un impacto importante sobre el desarrollo de estas fuentes alternativas de energía.
Con respecto a la cobertura confiable, independientemente de las seguridades que repite el Ministerio de Energía y Minas respecto a nuestro abastecimiento energético a futuro, el FEM calcula que nuestra situación es peor que el promedio mundial. Nuestra mala performance indica además que la inclusión, que es la principal bandera del gobierno, tiene una enorme tarea por delante en términos energéticos y distraer recursos en cubrir con hojas de parra promesas de campaña que eran incumplibles -además de poco sensatas- no es la manera de emprenderla.
Un sistema energético eficiente y una población educada son quizás las más grandes ventajas competitivas que un país puede tener. Las cifras del FEM nos indican que en la primera tenemos ciertas ventajas y muchas posibilidades de mejora en el corto y mediano plazo y, que estas posibilidades de mejora dependen más de la voluntad de tomar decisiones y ponerlas en marcha. No se requieren complejos cambios institucionales o políticos. Basta con querer hacerlo.