Suecia y supermodelos
Por Miguel Palomino. La crisis económica en los países europeos que adoptaron el modelo del Estado del bienestar ha llevado a que se vuelva a cuestionar la deseabilidad y sostenibilidad de este modelo, en el cual el Estado tiene un rol preponderante en asegurar el bienestar actual y futuro de los ciudadanos en cualquier circunstancia. Esta enorme responsabilidad estatal exige, a su vez, que el Estado tenga enormes ingresos e intervenga masivamente en la vida diaria de sus ciudadanos. Esta preponderancia estatal tiene consecuencias que generan las enormes desventajas que también tiene el modelo.
Los países que originalmente fueron los exponentes más importantes de este modelo fueron los países nórdicos, especialmente el mayor de ellos, Suecia. Lo que la mayoría de las personas no saben es que Suecia -al igual que los otros países nórdicos- hace muchos años que dejó el modelo del Estado del bienestar que aún permanece en la imaginación de muchos y alimenta sus fantasías. Suecia cambió de modelo porque no les funcionó. Luego de la segunda guerra mundial, Suecia pasó por un largo periodo de crecimiento durante el cual se benefició de no haber sufrido los estragos de la guerra y de la recuperación del continente. Este crecimiento trajo la prosperidad que permitió la implantación del Estado del bienestar. Las consecuencias del modelo fueron que Suecia se estancó y que, en 1976, los suecos echaron del poder al partido Social Demócrata que había gobernado durante 40 años.
Con el pragmatismo que caracteriza a sus habitantes, Suecia emprendió amplias reformas que redujeron fuertemente el rol del Estado y fortalecieron el rol de la iniciativa privada, con el objetivo de lograr una combinación que produjera los mejores resultados para la calidad de vida de sus ciudadanos. Parafraseando a Deng Xiao Ping, no les importó la ideología del gato mientras que éste cazara ratones. Como se puede ver en el gráfico 1, hace más de veinte años que Suecia reduce la participación del Estado en la economía. El Estado sueco, además, ahorra lo necesario para cumplir con sus responsabilidades futuras y practica una estricta disciplina fiscal que lo ha llevado a tener un nivel de deuda pública que sería la envidia a la mayoría de países desarrollados del mundo.
Si bien el Estado sueco sigue garantizando el acceso a ciertos servicios básicos a toda su población, lo hace de manera eficiente. La educación hasta los 16 años, por ejemplo, es gratuita para todos los suecos, pero es provista tanto por escuelas públicas administradas por las municipalidades como por colegios privados, muchos de ellos manejadas por empresas privadas. Desde hace veinte años el Estado sueco ofrece vales de educación a todos los padres de familia, quienes eligen libremente a qué colegio, público o privado, van sus hijos, para que la competencia mejore la calidad de la educación. Los colegios no pueden hacer ningún cobro adicional a los padres y sus ingresos son exclusivamente los vales que se calculan en función al costo promedio de educación de un alumno en la municipalidad correspondiente (ver).
Suecia ocupa el cuarto lugar en el mundo en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, pero es quizás más sorprendente que también ocupe el puesto 18 entre 177 países en el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage, muy cerca del puesto 10 que ocupa los EE UU como se puede ver en el gráfico 2. En contraste, Francia ocupa el puesto 62 y Brasil el puesto 100, mientras que Perú, Chile y Colombia ocupan los puestos 44, 7 y 37, respectivamente.
Aprendamos de la experiencia internacional e histórica. El Estado tiene un rol muy importante que cumplir. En palabras del investigador sueco Lars Tragardh, de la Ersta Skondal University College de Estocolmo, los suecos piensan que la tarea más importante del Estado es promover la autonomía individual y la movilidad social. Que el Estado busque lograr igualdad de oportunidades para todos pero usando mecanismos eficientes que generen los incentivos necesarios para asegurar la prosperidad a largo plazo.