Como hacer política agrícola de verdad
Hoy tenemos una satisfacción poco usual. Escribimos sobre un cambio notable en la forma en que el Estado enfrenta un problema social y económico. El problema es la falta de competitividad de nuestros agricultores de algodón. Como lo indicamos hace poco más de un año (ver IPEOpinión) la forma en que el Estado solía enfrentar este problema era mediante una política populista según la cual, en respuesta a medidas de fuerza de los agricultores, el Estado gastaba muchos millones de soles subsidiando principalmente a peruanos de medianos ingresos, en lugar de enfrentar y corregir el problema de fondo.
Los algodoneros entonces, al igual que hoy, sufrían las consecuencias de la pérdida de competitividad del algodón peruano en relación al producido en otras regiones del mundo. Los algodoneros arguyen que esto se debe principalmente a que los algodoneros de otros países reciben fuertes subsidios de sus gobiernos. Como señalamos el año pasado, si la falta de competitividad de los productores algodoneros resulta de deficiencias que escapan a su responsabilidad o resultan de la inefectividad del Estado -regulaciones ineficientes, infraestructura inadecuada, insuficiente apoyo técnico o investigación, comportamiento anti competitivo de algún o algunos participantes del mercado, etc.- entonces tienen espacio para reclamarle acción al gobierno. Pero esta acción tendría que estar orientada a solucionar dichas deficiencias -eliminar trabas burocráticas, mejorar los puertos, ejecutar programas de mejora de semillas, intervenir a través de INDECOPI, etc.- y no a fijar un precio mínimo (vía “compensaciones” negociadas) bajo amenaza de bloquear las carreteras.
El nuevo Ministro de Agricultura, Milton Von Hesse, ha tenido el acierto -y la valentía- de señalar lo errado de la política anterior de subsidios mal focalizados, indicando, con razón, que ésta no se orientaba en nada a resolver el problema de fondo de falta de productividad y de competitividad de nuestra agricultura del algodón. En lugar de un subsidio ciego en el cual ya se han gastado 240 millones de soles en tres años, el MINAG ha diseñado el Plan de Competitividad de la Cadena Productiva del Algodón, el cual ofrece “invertir en infraestructura y ayudara mejorar los canales de comercialización y los planes de negocios, entre otras cosas”. Además, el programa del MINAG exige a los agricultores organizarse en asociaciones con al menos 300 hectáreas de tierra para poder tener las ventajas de menores costos, asistencia técnica del MINAG y posibilidades de financiamiento. El plan ha sido presentado a los dirigentes algodoneros como parte de un esfuerzo de diálogo y puertas abiertas que “no aceptará” medidas de fuerza.
No nos cabe duda que la mejor manera de recuperar nuestra agricultura algodonera, si ésta tiene el potencial que tuvo, es mediante programas consensuados orientados a mejorar el riego, proveer asistencia técnica, facilitar el acceso a semillas y fertilizantes, coordinar campañas anti-plagas, fortaleciendo la asociatividad, apoyando la investigación y prestando asistencia en el desarrollo de mercados. Todas estas políticas atacan el problema de fondo e incluso algunas enfrentan temas en los que la participación del Estado puede ayudar a resolver problemas de coordinación y de externalidades en el mercado privado.
El presupuesto público que se dedica a este tipo de programas es en general bastante limitado. El gráfico muestra la evolución del presupuesto asignado a los programas de Innovación Tecnológica y de Riego Tecnificado en el sector agropecuario en todo el Perú para los últimos cinco años. El presupuesto debe reorientarse hacia este tipo de programas, dejando de lado los subsidios ineficientes. Esperemos que la nueva orientación de las políticas del MINAG nos siga brindando gratas sorpresas.