¿Y los artesanos?
La Ley del Artesano y del desarrollo de la actividad artesanal y su reglamento reconocen a esta actividad como un recurso turístico incorporable en todos los productos turísticos. Como tal se ha visto afectado como producto de la pandemia. Según ADEX, los envíos al exterior se redujeron en 33% entre 2019 y 2020 alcanzando solo USD 27 millones y ocurrió algo similar respecto a las ventas a los turistas que dejaron de llegar y por lo tanto de gastar.
Durante este tiempo el gobierno creó la Mesa Nacional de Artesanías y diseñó la estrategia Somos Artesanía que cofinancia capital de trabajo para producir, promover o articular artesanías comercialmente. Sin embargo, dado que en el sector coexisten dos mundos: el de los despachos que van hacia el exterior y el de lo que se vende a los turistas que arriban al país, en realidad el efecto de estas medidas es mínimo para los artesanos que dependen del turismo receptivo o del doméstico.
En este último caso, solo en Cusco, nuestro principal destino turístico, donde hay poco más de 12 mil artesanos que equivalen al 19% del total del país, se observa desorden, repetición y poca innovación entre lo que ofrecen los artesanos o comerciantes de artesanía que venden souvenirs a los turistas que quieren llevarse un recuerdo de su paso por el país, en contraste con la artesanía étnica (aquella que busca ser expresión material de las comunidades), la tradicional (que también es resultado de la asociación con una expresión de la cultura) o la neo artesanía (aquella que aplica tendencias y estilos propios).
La buena noticia es que las autoridades han cedido espacios en los principales atractivos turísticos para que los artesanos o comerciantes de artesanía puedan ofrecer –en su mayoría- diversidad de productos que pueden clasificarse como souvenirs. Sin embargo, se observa cierto hacinamiento sobre todo en lugares de tránsito como el acceso y salida de la Estación de Tren en Aguas Calientes, lo cual llega hasta a impedir un tránsito fluido de las personas. Y quienes tienen la posesión de estos espacios exhiben sus productos sin ningún tipo de técnica de merchandising o exposición que permita captar la atención de los potenciales clientes. Además, están los problemas de seguridad que pueden surgir en el caso de una emergencia debido a la aglomeración de stands.
La noticia menos buena es que en algunos complejos arqueológicos los comerciantes de artesanías marcan sus espacios de venta con bultos o atados de su mercadería que dejan de un día para otro en el camino hacia los mismos y los turistas que acuden temprano a dichos complejos se encuentran en su ruta una fila de bultos de su mercadería que afectan la imagen que deben ofrecer estos productos turísticos. Ni la DIRCETUR ni el MINCUL de Cusco han optado por establecer un área en la cual los artesanos y/o comerciantes puedan dejar sus productos de forma ordenada sin poner en riesgo sus espacios de venta.
Si realmente las autoridades reconocen a la actividad artesanal como un recurso turístico, se necesita una estrategia de trabajo integral que incluya trabajo de:
1. Empoderamiento y autoestima de artesanas y artesanos y de los comerciantes de su trabajo,
2. Capacitación en diseño para innovar en los distintos tipos de artesanía respetando la identidad y usando la iconografía de las comunidades que representan,
3. Asistencia técnica para mejorar el merchandising o el uso de estrategias de exhibición de sus productos.
4. Personalización de objetos de artesanía para cada uno de los productos que figuran en el Boleto Turístico del Cusco: Moray, Maras, Pisac, Tambomachay, entre otros que son menos comerciales que Machu Picchu, Sacsayhuaman u Ollantaytambo, entre otros.
Se estima que cada turista extranjero puede llegar a gastar unos USD 50 en souvenirs durante su visita a nuestro país y ese dinero se podría multiplicar si hubiera una oferta personalizada para cada producto turístico que sintetice la cultura y tradiciones de la que tan orgullosos debemos sentirnos.
Esto contribuiría a que nuestros artesanos mejoren su calidad de vida y tengan los incentivos para mantener sus prácticas milenarias, en un contexto en que el mercado mundial de artesanías crecerá 10% entre 2021 y 2026, según IMARC Group.
MINCETUR, MINCUL y los GORE tienen un reto inmenso para lograr que la artesanía peruana alcance una mayor cuota de ese gran mercado mundial de artesanía que supera los USD 718 mil millones.
Esperemos que pongan manos a la obra.