¿Avanzar poquito?
En 2018, aun en el gobierno, el presidente Juan Manuel Santos decía que Colombia no tenía nada que envidiar a Alemania y Suiza en materia de infraestructura vial, con sus nuevos viaductos y aeropuertos, así como las autopistas que estaban proyectadas. También hizo un llamado a que los colombianos cambien de paradigma y dejen de hablar en diminutivo: que no aspiren a carreteritas sino a autopistas de doble calzada.
Y parece que los colombianos, incluyendo a sus actuales gobernantes, oyeron ese llamado. Mientras el año pasado la mayoría de los países estaban enfocados solo en combatir la pandemia, Colombia se propuso diseñar una política pública de internacionalización y de estrategias de crecimiento económico para enfrentar las consecuencias de la pandemia COVID-19. Para ello, formó la Misión de Internacionalización con expertos internacionales que debían plantear recomendaciones que conviertan al comercio exterior y la inversión extranjera en sus motores de crecimiento inclusivo y de generación de empleo.
Hace unas semanas, Ricardo Hausmann, profesor de la Universidad de Harvard y líder de dicha Misión, presentó las recomendaciones para la economía colombiana agrupadas en ocho ejes. Uno de esos tiene que ver con el cierre de la brecha tecnológica que Colombia tiene con el mundo y a la que se atribuye la causa de que ese país haya mejorado en una serie de aspectos, menos en la brecha de ingresos.
Según el diagnóstico de la Misión, Colombia no ha estado adoptando y adaptando conocimiento a la velocidad que el mundo lo desarrolla y eso impide que le llegue lo que el mundo hace y los colombianos no saben hacer.
Para la Misión, la tecnología está relacionada con la forma en que se hacen las cosas, en cómo se transforma el mundo físico y social. En este sentido, señala que hay tres formas de hacerlo: (i) con conocimiento en bienes y servicios, (ii) conocimiento codificado (fórmulas, recetas y manuales) y (iii) conocimiento tácito (know how que está solo en los cerebros). Para cerrar la brecha tecnológica se necesitan esas tres dimensiones de la tecnología.
Por ello, la Misión les ha planteado una receta de cuatro ingredientes: facilitar el movimiento de cerebros, internacionalización de empresas, acceso a servicios que incorporan tecnología y fortalecer el sistema de ciencia, tecnología e innovación.
Movimiento de cerebros. La recomendación es volver a Colombia en el lugar más competitivo del mundo para atraer talento y formar equipos. En este sentido, deben darse facilidades para la obtención de visa de residencia a personas con títulos de posgrado, simplificar el proceso de acreditación profesional y homologación de títulos, así como avanzar en la portabilidad en Seguridad Social.
Internacionalización de empresas. La propuesta es que las empresas preparen planes de internacionalización, miren tecnologías y oportunidades en el mundo. En ese proceso tienen que contemplar la diversificación de lo que producen. Y si se quiere participar en las cadenas globales de valor, se tiene que tener en cuenta que estas son sensibles a las trabas al comercio y a los costos de transacción por lo que se debe trabajar en digitalizar los puertos, unificar las supervisiones y en potenciar las zonas francas. Finalmente, se puso énfasis en que el teletrabajo puede permitirle a Colombia una mayor participación en servicios de negocios que puede empezar en contabilidad y finanzas.
Mejoramiento tecnológico. En este aspecto si bien el enfoque debe estar en la demanda y la reducción de costos para atender las necesidades del sector productivo (beneficios tributarios, vouchers de innovación, mecanismos de financiamiento), se tiene que estar seguros que habrá capacidad de dar respuesta a la mayor demanda que se presente en este aspecto. Para ello, los centros de investigación y las universidades deben estar listas para brindar soluciones al sector productivo.
Fortalecer el sistema de ciencia, tecnología e innovación. En esta última área, el primer paso es asegurar un gasto suficiente en I+D+i, pero también hay retos institucionales como apuntar a la unificación del equivalente al Consejo Nacional de Competitividad con el Sinacyt y sus subsistemas en el Perú, con el fin de que las prioridades de este último estén alineadas con las de la competitividad.
Colombia no está apostando por avanzar un poquito en comercio exterior y otro tantito en ciencia y tecnología. Tampoco quiere solo atraer algunos cerebritos. Más bien está queriendo capitalizar su condición de país miembro de la OECD y facilitar el flujo de tecnología, conocimiento y oportunidades para que el mundo empiece a comprar más sus productos y servicios.
Mientras nuestro vecino se alista a implementar recomendaciones que se orientan a reactivar su economía, nuestro país parece inmovilizado y hablando aun en diminutivo cuando en el juego de la globalización el que se queda congelado pierde.
El gobierno tiene que darse cuenta que avanzar poquito no sirve para que no haya más pobres en un país rico.