La factura en educación y el año escolar 2021
Milagros es una niña de segundo grado de primaria que estudia en un colegio público en una provincia alejada de nuestro país. Como millones de niños, el 2020 tuvo un año escolar difícil, lejos de las aulas, con interacciones reducidas con sus compañeros y con profesores que no en todos los casos estuvieron preparados para adecuar sus clases presenciales al formato virtual.
Pese a ello, la familia de Milagros ha logrado capitalizar los beneficios de la oferta educativa virtual cuando se vive en una zona tan alejada.
En la provincia donde vive Milagros no hay instituciones de enseñanza de idiomas y, gracias al tránsito obligado que tuvieron que dar éstas hacia la educación en línea, la niña empezó un curso de idiomas en una institución reconocida de la capital del país. Además, sus padres también la han matriculado en vacaciones útiles virtuales de una prestigiosa cadena de colegios, lo cual esperan que la ayude a afrontar el nuevo año escolar sin ninguna desventaja.
Este no es el caso de la mayoría de niños en el país, pero es una oportunidad que surge en medio de la crisis: la bondad de la posible coexistencia de la educación virtual y presencial para reducir brechas.
La pandemia obligó al tránsito de la educación presencial a la virtual, pero hizo más visibles las desigualdades entre la educación pública y privada, y la urbana y rural. Las horas de clase se redujeron y se sustituyeron por actividades extremadamente simples que los estudiantes podían realizar en sus casas sin la asistencia de los docentes, pero con la desventaja de que no aseguraban un ritmo de avance adecuado para cada nivel educativo. Además, las interacciones propias del proceso de aprendizaje estuvieron condicionadas a la tenencia y acceso a la tecnología de información y comunicaciones y, en ese contexto, el @MineduPeru tuvo que modificar las condiciones de promoción en el marco de la emergencia sanitaria.
Pese a todo ello, en un escenario post-pandemia, el próximo gobierno tiene el reto de fortalecer #aprendoencasa y convertirlo en un instrumento potente para reducir brechas en la calidad educativa. Esto solo podrá hacerse con más conectividad sobre todo en zonas rurales y con una oferta de cursos que el propio @MineduPeru puede implementar para reducir las desigualdades existentes.
Carlos no tuvo la misma suerte que Milagros. Ni en su peor pesadilla imaginó concluir su vida escolar sin completar su proceso educativo con normalidad, sin graduación, sin despedidas de sus compañeros y, peor aún, sin la certeza de estar listo para transitar hacia la educación superior técnica o universitaria.
No le fue muy bien compaginando las clases virtuales con las inquietudes propias de su adolescencia. No se siente listo para dejar las aulas y piensa que la pandemia le ha robado un año de su vida por lo que recomienda que los estudiantes que concluyen la secundaria en 2021, sean los primeros en integrarse a la modalidad de educación semipresencial.
Las historias de Milagritos y Carlos ilustran lo difícil que será cuantificar la factura de la pandemia en la educación.
Por ello, la noticia de la firma de los contratos para acceder a las vacunas contra el COVID-19 abre una nueva etapa respecto a las perspectivas de la educación en el 2021, en la que es necesario pasar del discurso sobre las probabilidades a uno que se maneje a partir de certezas.
Hasta hace unas semanas los planteamientos del gobierno estaban llenos de probabilidades porque resulta muy complicado planificar el año escolar 2021 cuando todo es incertidumbre: la coyuntura política, la segunda ola, la llegada de las vacunas, la inestabilidad que genera el proceso electoral, entre otros.
El problema de este discurso es que los estudiantes necesitan estabilidad, y los padres y maestros, predictibilidad.
Ahora hace falta un @MineduPeru fuerte y con la capacidad de planificar un año escolar tomando decisiones realistas que brinden algunas certezas.
Cinco variables que podría tener en cuenta:
1. Solo se tiene fecha de la llegada del primer millón de vacunas y aun no se cuenta con un calendario para los siguientes lotes.
2. Se desconoce el nivel de eficiencia que se podrá alcanzar sobre la aplicación de las vacunas a nivel nacional y, en particular, en el ámbito educativo.
3. Si se tiene en cuenta el porcentaje de avance de vacunación de las primeras semanas en los países desarrollados, es imposible esperar estar listos para ofertar para marzo la educación semipresencial, aun cuando esta sea voluntaria.
4. El contexto favorece la discriminación positiva de alumnos que por su edad tienen mayor conciencia sobre la importancia del autocuidado y que tienen los incentivos para adaptarse a una educación semipresencial: los alumnos que pasan al quinto de secundaria en 2021.
Los estudiantes tienen derecho a saber cómo continuarán su proceso educativo en 2021 y padres y docentes necesitan organizarse según dichas circunstancias. Muchos de ellos ya volvieron a sus trabajos presencialmente y tienen que organizar la forma en que afrontarán al menos medio año más con los chicos estudiando en casa.
Lo bueno de que el @MineduPeru no se quede en probabilidades es que permitirá a todos evaluar escenarios, estimar los riesgos, establecer planes para mitigarlos y, actuar en consecuencia.