La CASA y el BARRIO en la lucha contra el COVID-19
Tras más de cinco meses desde que la pandemia llegó al país, casi todos los peruanos hemos sido tocados por la tragedia o el miedo que deja el COVID-19 a su paso.
Recuperarnos de la crisis va a requerir el uso de todos nuestros recursos humanos y financieros, así como la aplicación de todos los valores éticos que queremos que nos distingan como sociedad.
Y primero, es la vida. Eso, felizmente, el presidente del Consejo de Ministros lo tiene muy claro: “No podemos reactivar la economía si la gente se está muriendo”.
Como decía el famoso cirujano Denis Parson Burkitt, si las personas están cayendo por un barranco, uno tiene dos opciones: enviar ambulancias al fondo del barranco o construir una muralla alrededor del barranco. Para evitar que el COVID-19 siga cobrando vidas, el gobierno tiene que hacer ambas.
Es necesario ampliar la capacidad de camas UCI y priorizar la atención primaria que estuvo cerrada durante la cuarentena. Sin embargo, todos esos esfuerzos no llegarán a ser suficientes para la cantidad de personas que se contagian cada día.
En todo este tiempo, el gobierno ha pedido a los ciudadanos tres cosas: mantener el distanciamiento social, lavado frecuente de manos y uso de mascarilla. Sin embargo, la gran mayoría de hogares no puede cumplir con estas recomendaciones porque:
• No tienen acceso a servicios básicos: agua y desagüe.
• Habitan en viviendas hacinadas donde no es posible el distanciamiento social.
• Trabajan en zonas que los obliga a trasladarse dos horas diarias en transporte público en cuyo interior es imposible mantener ese distanciamiento.
¿Cómo compaginar este problema con los otros desafíos que nos está planteando la pandemia?
A continuación, tres reflexiones alrededor de una estrategia que es necesario construir para la población más vulnerable y que permitirá no renunciar a la posibilidad de impulsar reformas en medio de una crisis.
La salud debe estar primero en las viviendas y luego en las postas u hospitales. La vivienda es la muralla que se tiene que construir al borde del barranco. Es necesario escalar los programas de agua potable, saneamiento y tratamiento para resolver el problema de acceso a estos servicios para más peruanos y -al hacerlo- generar empleo. Al mismo tiempo, hay que reorientar los programas como Techo Propio al mejoramiento y ampliación de las viviendas para que las familias puedan tener el espacio adecuado y seguro para que los padres trabajen y los hijos puedan estudiar a distancia, sin contagiarse.
Los barrios tienen que ser la nueva centralidad. En los barrios se tiene que reestablecer las redes de apoyo que estaban desactivadas: comedores populares, clubs de madres, núcleos ejecutores para la ampliación de las viviendas, la minga, entre otros. Los barrios también deben ser los centros de la actuación de programas como Trabaja Perú o Arranca Perú para generar empleo local que permita que las personas no tengan que recorrer grandes distancias para ir a trabajar porque cada vez que lo hacen actúan como vehículos del COVID-19.
La reactivación de las MyPE debe ser el resultado de la dinamización del consumo en los barrios. Cuando se recorren las calles, se observa una gran cantidad de negocios cerrados. Y es que las empresas no pueden vivir de los préstamos, solo lo hacen del mercado. Para dinamizar ese consumo tan importante para la reactivación, es necesario continuar con las transferencias monetarias para que estas lleguen al mercado, pero también generar oportunidades de empleo alrededor de cambios estructurales como los que se han planteado en servicios básicos y vivienda.
Cuando hay empleo en un barrio, la bodega, el bazar, la ferretería, la costurera, el zapatero, el mecánico de bicicletas y la anticuchera tienen clientes que les pueden comprar o contratar sus servicios.
Con esta estrategia y un poco de coordinación a nivel del gobierno central y los gobiernos subnacionales es posible empezar a actuar para implementar la estructura que permita asegurar la salud de los peruanos en sus casas y dinamizar la economía en sus barrios, mientras se atiende a quienes ya fueron contagiados.
El futuro post covid.19 es con teletrabajo y educación a distancia. Por ello, las casas y los barrios tienen que reperfilarse para adecuarse a las nuevas necesidades.
Como ha dicho Jill Biden, “para curar una nación del vacío emocional durante una pandemia se necesita lo mismo que para unir a una familia rota: amor y comprensión, pequeños actos de compasión, valentía y una fe inquebrantable”, en referencia a las tragedias vividas por su familia.
En el esfuerzo que necesita el país para reconstruirnos, las grandes empresas tienen un rol importante que jugar en la economía, pero son los pequeños negocios, aquellos de los que depende el 86% del empleo privado, los que han sobrevivido innumerables crisis y tienen una gran resiliencia frente a la adversidad, los que definirán la rapidez con la que podamos superar esta tragedia que nos ha tocado vivir.