Tiempo de ADECUARSE
Llegar al centro de trabajo, lavarse las manos antes de cruzar la puerta de acceso, pasar por control de temperatura corporal, ser desinfectados con un pulverizador líquido y ponerse una mascarilla quirúrgica para empezar a trabajar, será en los próximos días una condición para volver a prender los motores de algunas actividades.
Esto tendrá poco de normalidad y más bien será una forma de adaptarse a la presencia de un enemigo (COVID-19) que ha logrado mostrarnos en unos pocos meses que por más poderosa que sea la economía, esta se encuentra en manos de la capacidad de los sistemas de salud para enfrentarle y la respuesta que pueda dar la ciencia para derrotarlo o –al menos- neutralizarlo.
Efectivamente, las economías del mundo están en manos de la ciencia. Lo único que puede permitir aspirar a la vuelta a la normalidad es una vacuna o un tratamiento efectivo para combatir el virus. Así que mientras esto está listo, lo que toca es adecuarse a convivir con el virus.
Las actividades de manufactura que empiecen a trabajar tendrán que evaluar sus planes de producción. Los mercados a los que orientaban sus productos no son los mismos. Tanto a nivel local, regional, nacional o internacional, la demanda ha cambiado. Habrá algunas empresas que incluso tendrán que replantearse las líneas de producción que manejaban porque no será viable seguir haciendo lo que hacían antes, sino que será necesario reinventarse. En ese escenario, las empresas que tengan mayor flexibilidad para adecuarse a los nuevos escenarios podrán hacerlo más exitosamente.
Los niveles de productividad tampoco serán los mismos. Primero porque algunos de los antiguos proveedores de insumos no podrán resistir la frenada intempestiva que tuvo la economía y habrá que buscar alguno nuevo; y, segundo, porque los equipos de trabajo tampoco serán iguales, sobre todo en las empresas que se han acogido a la suspensión perfecta de labores. El clima organizacional también habrá sufrido los efectos de la pandemia.
La incertidumbre será la regla y no la excepción. Regresar no será sinónimo de volver a facturar porque no será suficiente encender los motores. Hay condiciones internas y externas (estas últimas no se pueden controlar) que determinarán el ritmo de la puesta en marcha.
A nivel de las condiciones internas, a las propias decisiones empresariales individuales hay que añadir la capacidad de implementar protocolos sanitarios que garanticen la seguridad de trabajadores, proveedores, clientes y la comunidad. Para ello, la condición previa será que el Estado haya podido definir esos protocolos en coordinación con los distintos sectores y que estos pasen por los procesos de aprobación que corresponden. Serán necesarios protocolos para todos los sectores: la industria primaria y no primaria, turismo, comercio, el sector agroexportador servicios profesionales vinculados a la salud, entre otros. Estos contemplarán desde la reducción de capacidad en transporte aéreo o terrestre, la del número de mesas y la distancia que deberán respetar en restaurantes o la del aforo en los Centros Comerciales, entre otros.
Respecto a las condiciones externas donde hay sectores que dependen de estas, lo único que queda es la diversificación hasta que los mercados recuperen su dinamismo, se abran nuevamente las fronteras como en el caso del turismo o este último –a nivel interno- sea capaz de mostrar que puede ofrecer un alto nivel de protección y seguridad a sus clientes.
La buena noticia es que el proceso de adecuación a un mundo bajo la amenaza del COVID-19 será más rápido si se hace con disciplina y creatividad.
Si los primeros sectores que se abren cumplen en aplicar los protocolos y se mantienen vigilantes, no habrá recaída y podrán seguirse flexibilizando las restricciones para otros sectores.
Si los sectores que se quedan para un segundo o tercer momento son creativos y -por ejemplo- los hoteles o restaurantes instalan cabinas de aislamiento para cada turista, envasan al vacío todos los objetos de las habitaciones y se prepara a los propios clientes para que se adapten a las exigencias sanitarias, es probable que puedan regresar antes.
La clave será la capacidad de adaptarse a la necesidad de privilegiar y ofrecer seguridad a sus visitantes.
Además, como de las crisis siempre surgen oportunidades, habrán productos y servicios que estarán más dinámicos que nunca:
- Los envases descartables biodegradables y biocompostables (papa, caña de azúcar, fécula de maíz o yuca, entre otros) tendrán el impulso que necesitaban para no regresar al plástico. Se necesitarán desde bolsas hasta contenedores para alimentos, pan y todo lo que se vendía a granel. Los consumidores preferirán adquirir productos en envases y cubiertos para tener la seguridad que no han sido manipulados por otras personas.
- Los lavamanos portátiles estarán en alza. Empresas y establecimientos comerciales, pero también entidades del Estado de los distintos niveles de gobierno necesitarán instalarlos en los lugares de ingreso.
- Los elementos de protección como mascarillas y guantes mantendrán una demanda dinámica, pero habrá espacio para introducir algunos nuevos como lentes y protectores faciales.
- Los carpinteros también tendrán su nicho. Las personas seguirán dejando el calzado fuera o en la puerta de las casas y para guardar el orden necesitarán pequeños muebles que pasen desapercibidos pero que permitan continuar con esta buena práctica.
- Las empresas de fumigación autorizadas tendrán mucho trabajo. Habrá una mayor preocupación por la higiene y por contar con certificaciones que puedan dar mayor seguridad a los clientes sobre las medidas sanitarias que toman los establecimientos.
- La organización de eventos de multitudes en videoconferencias. Tal como el gobierno ha anticipado, los eventos serán cancelados, al menos hasta diciembre, pero habrá espacio para ayudar a la gente a no postergar sus celebraciones: conciertos, bodas o bautizos virtuales en los cuales toda la familia pueda participar, aun a la distancia.
- Los servicios de “delivery” mantendrán una demanda al alza. Habrá oportunidad para ampliar el servicio hacia productos menos convencionales y hay que esperar que sea garantizando las condiciones de seguridad para sus trabajadores.
- El teletrabajo seguirá fortaleciéndose. Casi será una exigencia redistribuir las jornadas de trabajo combinando turnos presenciales con el teletrabajo. El gobierno tendrá la oportunidad de mejorar la regulación del teletrabajo no solo para el sector privado sino también para el sector público.
El mundo post COVID-19 aun nos tiene reservada una gran dosis de incertidumbre, pero con disciplina, creatividad, solidaridad y los buenos hábitos de protección adquiridos, podremos salir adelante.