La Amazonía en llamas
Los incendios en el bosque amazónico del Brasil han concitado la atención internacional porque este país cobija el 60% del “pulmón verde del mundo” que sirve para absorber 2 mil millones de toneladas de emisiones de carbono de los países que más contaminan y, además, porque al haber menos bosque hay menor humedad y se reducen las lluvias que la propia Amazonía genera, lo cual puede terminar alterando la temperatura del planeta.
Esto explica que Francia ya esté evaluando bloquear el acuerdo con Mercosur para presionar a Brasil a que haga algo y que Alemania y Noruega hayan tomado la decisión de recortar y congelar, respectivamente, sus aportes al Fondo Amazonas, que es un mecanismo creado por para recaudar donaciones para inversiones no reembolsables en los esfuerzos para prevenir, monitorear y combatir la deforestación, así como para promover la preservación en la Amazonía de Brasil.
La respuesta del presidente Jair Bolsonaro fue en un primer momento de acusación directa a las ONG ecologistas de conspirar contra sus políticas y provocar el “fuego criminal”. Sin embargo, los propios datos publicados por el Instituto Nacional de Investigación Espacial, una agencia federal del Brasil que monitorea la deforestación y los incendios con satélites de tierra y agua de la NASA, muestran un aumento en 40% la destrucción de los bosques.
Felizmente, porque más vale tarde que nunca, parece que la presión internacional ha terminado por obligar al gobierno del Brasil, después de 13 días de iniciados los incendios a emitir un decreto que autoriza la operación de Garantía de Ley y Orden (GLO), una GLO Ambiental por la cual se permite la intervención de las Fuerzas Armadas (más de 43 mil uniformados) en los nueve Estados de su Amazonía para que los gobernadores puedan apoyarse en esta para luchar contra el fuego.
Adriane Muelbert, una experta en el papel que desempeña la deforestación en el cambio climático, citada por National Geographic, advierte que la tesis del Ministerio del Medio Ambiente de Brasil que señala que los incendios serían el resultado de la sequía no se sostendrían en la medida que este año está siendo bastante húmedo y que es más que probable que estos hayan sido provocados por la deforestación.
Las pérdidas que estos incendios están provocando a su paso no se pueden calcular. El territorio amazónico del Brasil es el habitat del 20% de especies vegetales del mundo y miles de especies animales, pero también de cerca de 500 comunidades indígenas o grupos originarios que viven de esa biodiversidad.
¿Qué hay detrás de lo ocurrido?
Según Malu Ribeiro, coordinadora de SOS Mata Atlántica, el problema ha sido la agenda ambiental del gobierno de Jair Bolsonaro porque es una agenda de desregulación y de poco respeto a las instituciones o la ciencia.
Todo indicaría que la flexibilización de los permisos de expansión de los agronegocios para nuevos cultivos o pastos para la ganadería en áreas protegidas ha perforado la legislación ambiental del Brasil.
Y tal parece que no es la única que piensa de esa manera porque en un comunicado emitido el jueves de la semana pasada, la Fiscal General de Brasil, Raquel Dodge, ha dado a conocer que se ha iniciado una investigación prioritaria para determinar las causas de los incendios que ha calificado como una tragedia y un crimen contra la humanidad.
Una de las hipótesis de análisis sería que la reducción de la fiscalización habría contribuido al incremento de la deforestación y que ésta habría ocasionado los incendios.
Más allá de las responsabilidades que se determinen a partir de las investigaciones que se realicen en ese país, lo importante es que esta crisis obliga a tomar acciones para proteger la Amazonía que no es de Brasil, Bolivia o Perú, sino de toda la humanidad.
En un mundo donde en el futuro los conflictos locales, regionales e internacionales no serán más por el territorio sino por el agua, el planeta no puede darse el lujo de permitir que se afecte a una fuente de servicios de agua como es el bosque amazónico.
La pregunta que debemos hacernos es si nuestro país está haciendo mejor las cosas que Brasil para defender ese bosque.