Los NINI en el país de “los cholos automatizables”
Es probable que en cada familia a lo largo y ancho de nuestro país haya un joven que ya terminó sus estudios secundarios o lo va a hacer muy pronto y se enfrenta al dilema de qué estudiar o qué hacer después de eso.
Esta sencilla pregunta que a simple vista parece merecer más una respuesta personal que gubernamental, es una de las cosas que más impacta en la vida de los peruanos y en la economía del país.
Seis datos ayudan a entender por qué hay que abordar este tema:
- El 60% de jóvenes egresados de institutos y universidades no labora en la carrera que estudiaron (MTPE, 2016)
- Los NINI, denominación que reciben los jóvenes que ni estudian ni trabajan, están aumentando y casi alcanzan el 1,8 millones (MTPE, 2017)
- El 61,9% de esta población de jóvenes forman parte de la PEA activa, pero lo que pocos saben es que un 21.33% de toda la población de jóvenes son NINI, esto es que no estudian ni trabajan. Esta proporción equivale al 34% de la PEA de jóvenes activa con un componente de género muy marcado, donde 63% son mujeres.
- La tasa de desempleo juvenil es 3,6 veces más que la de los adultos.
- En el Perú el 53.2% de los puestos laborales podrían ser automatizados usando la tecnología actual, según The Harvard Business Review, con los cuales se podría conseguir avances a nivel de productividad.
- Todo parece indicar que la mayoría de los NINI podrían encajar en la categoría de peruanos que crecen pensando que hay cosas que no son para ellos, que no les corresponden o que no las merecen (Marco Avilés en No Soy tu Cholo)
Estas cifras permiten advertir que entre todas las muchas cosas de las que nos tenemos que preocupar en nuestro país, esta que tiene que ver con nuestro futuro, se nos está yendo de las manos.
- Estamos criando generaciones de peruanos infelices porque no consiguen trabajar en aquello para lo que se prepararon, muchas veces porque como plantea Avilés, provienen de Universidades que tienen el estereotipo de que solo educan a cholos y pobres, cuando en realidad muchos peruanos talentosos egresaron de sus canteras.
- Dejamos que los NINI aumenten sin darnos cuenta que eso significa: jóvenes relegados a realizar trabajo familiar no remunerado, jóvenes que creen que “su color de piel es una desventaja” jóvenes que por su desesperación por insertarse al mundo laboral, trabajan informalmente expuestos a todos los riesgos posibles o jóvenes que se vuelven adultos esperando “su oportunidad laboral” sin que esta necesariamente llegue.
- Perdemos la oportunidad que esos jóvenes contribuyan a crear riqueza con su talento y sus habilidades personales.
- Ayudamos a incrementar los problemas de inseguridad ciudadana en la medida que parte de esos jóvenes llegan a convencerse de que no tienen ninguna oportunidad y se la buscan en el mundo de la delincuencia. Total, incluso a algunos ya los han estigmatizado como terroristas.
La solución a este problema es multidimensional y nunca como ahora, nuestro país tiene insumos importantes para diseñar un programa integral que atienda esta problemática.
Los aportes de las revisiones de la OCDE plasmados en cada uno de los informes que se han elaborado sobre distintos temas como Capacitación, Territorio, Gobernanza, Regulación, Medio Ambiente, entre otros, son un excelente punto de partida para diseñar esas reformas de segunda y tercera generación que nuestro país necesita antes del Bicentenario.
Precisamente, hace unas semanas fue presentado el informe sobre Investing in Youth o Invirtiendo en Juventud, cuyos resultados evidencian la importancia del tema, pero además, ponen de manifiesto que no bastan los esfuerzos que realiza el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE) para resolver la problemática de la juventud en el país, sino que se requieren dientes para hacer algo para atenderla y estos los pone el Ministerio de Economía y Finanzas, el Ministerio de Educación, los de los sectores productivos como PRODUCE y MINAGRI y hasta el MININTER.
Para que esto suceda lo primero que debe ocurrir es que las más altas autoridades prioricen estos temas en la agenda nacional y se den cuenta de lo que estamos perdiendo al no invertir en la juventud que representa casi el 27% de la población total del país (8,03 millones de personas), de la cual solo el 18,8% tiene estudios superiores universitarios y 65% solo cuenta con educación básica.
Estas cifras por sí solas son impactantes y explican una realidad que tiene implicancias económicas en un contexto de contracción de la economía global.
No hay que olvidar que se trata de quienes son nuestra esperanza para construir un país sin corrupción, donde todos los peruanos tengan oportunidades y se reduzca la desigualdad entre regiones. Esto no va ocurrir si hay peruanos que califican a otros peruanos con “etiquetas de cholo, pobre o marrón” y los etiquetados pierden la esperanza de que alguna vez las Bolsas de Trabajo funcionen para ellos.
De acuerdo al informe de OCDE, hay un problema con el hecho que el 50 o 60% de jóvenes peruanos han abandonado la educación cuando cumplen 18 años, porcentaje mucho más alto que en Chile y México y nada comparable con lo que ocurre en EE.UU. y España donde el 80% y 90% siguen estudiando a los 18 años.
Por ello, la OCDE plantea algunas medidas que ya debería estar siendo analizadas para impulsar una reforma integral:
- Incrementar la educación obligatoria hasta esa edad.
- Expandir los programas de aprendizaje para asegurar un mejor alineamiento entre capacidades creadas y demanda productiva real, para prevenir la amenaza de la automatización.
- Impulsar la generación de empleo.
- Diseñar políticas activas y pasivas para el mercado laboral.
- Reducir la informalidad.
- Impulsar políticas para proteger a los más vulnerables.
- Anticipar las capacidades que se necesitan y que permiten crear conocimiento.
La buena noticia es que el gobierno ha tomado la iniciativa en aquello relacionado con impulsar la generación de empleo y ha anunciado que enviará al Congreso un proyecto de Ley que crea un programa de empleo juvenil de duración indefinida cuyo eje central es un subsidio (EsSalud) que pagará el Estado por 3 años para promover la empleabilidad de los jóvenes de 18 a 29 cuya meta es lograr colocar 50 mil nuevos puestos (primer empleo o de jóvenes desempleados) en los primeros 12 meses. Esta medida -que es un primer paso sobre el cual por ahora no se conocen muchos detalles- abre una ventana de oportunidad que podría atender cuando menos el 10% del porcentaje de los NINI que realmente están en busca de un empleo.
Por su parte, el BID otorgó un préstamo de USD 30 millones al Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo que fue impulsado por el gobierno anterior para implementar los Centros de Empleo en 7 regiones con el fin de que los NINI mantengan activo su contacto con la oferta laboral. Y, además, existen pilotos de trabajo como el que ha involucrado al MTPE, Cooperación Suiza-SECO y el propio BID para la articulación pública privada hacia una formación para el trabajo con calidad y pertinencia.
Pero aún hay mucho que hacer para reducir las tasas de NINI que hay en nuestro país y nos tenemos que asegurar que estos primeros pasos vayan acompañados con otros esfuerzos que confluyan a que esto ocurra, algunos de los cuales ya son advertidos por los documentos de la OCDE.
Si no lo hacemos, hacia futuro cada vez más familias peruanas tendrán un NINI asegurado entre sus miembros y nuestro país habrá perdido la oportunidad de capitalizar su bono demográfico para reducir la desigualdad. Además, no habremos hecho nada para preparar a la masa crítica de trabajadores peruanos frente al inminente proceso de automatización que promete mejoras en el nivel de la productividad, y lo peor, es que muchos jóvenes seguirán sufriendo el maltrato de personas que incomprensiblemente viven creyendo que hay peruanos que han nacido para ser sus cholos.