A prepararse sin alarmismos
Por: Alonso Segura
Lo responsable ante situaciones de incertidumbre como la generada por el Covid-19 es prepararse sin alarmismos y mantener informada a la ciudadanía.
El máximo representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho un llamado para que el mundo se prepare para una potencial pandemia por el Covid-19, el último de la familia de los “coronavirus”, que incluye también al SARS y al MERS.
Estas declaraciones se dan cuando el número de nuevos infectados estaría disminuyendo en China, incluyendo a Wuhan, foco originario del virus, pero su propagación a otros países se ha acelerado, con cerca de 3 mil personas confirmadas en aproximadamente 40 países. El primer caso ya llegó a Brasil, primero también en Latinoamérica.
El Covid-19 es más fácilmente transmisible que sus predecesores, a juzgar por el número de casos confirmados, su tasa de propagación y su rápida expansión geográfica. El número de casos confirmados hasta el momento es diez veces el del SARS, en la cuarta parte del tiempo y en muchos más países. La tasa de fatalidad, sin embargo, es mucho menor, inferior a 4% en China y a 1% fuera de China, si bien estos últimos casos son recientes (fue de aproximadamente 10% con SARS y 35% con MERS). Por ahora no existe aún vacuna ni tratamiento.
¿Qué podemos hacer y cuáles podrían ser las consecuencias para el Perú? Por el lado sanitario, los esfuerzos deben concentrarse en prevención y preparación. Las autoridades del gobierno nacional ya deberían estar desplegando protocolos de evaluación e inspección rigurosos en puntos de ingreso y de atención en centros hospitalarios, así como habilitar centros especiales de tratamiento con equipos y personal adecuados. Esto requiere, además de partidas contingentes, coordinaciones multisectoriales, con otros niveles de gobierno, con el sector privado y la sociedad civil.
Debido al largo periodo de incubación y a los casos asintomáticos, la cuarentena es el método más eficaz para evitar la propagación. Por ello, informar a la ciudadanía, sin alarmismos, es fundamental. El anuncio de la Ministra de Salud con respecto a un Plan de Acción ya en despliegue es oportuno. Podría ser acompañado de información permanente (recordemos el funcionamiento del COEN durante el Fenómeno El Niño), pues esta es la mejor manera de evitar la diseminación de rumores y de pánico injustificado.
Por el lado económico, hay distintos canales de transmisión posibles. El canal directo sería a través de la disrupción de actividades productivas y cotidianas, en el caso que se produjesen brotes de la infección en el país, y debido a la necesidad de cuarentenas y aislamientos por su fácil contagio. Esperemos que eso no ocurra.
Los canales indirectos, sin embargo, pueden ser múltiples. Por el lado de precios de nuestros productos de exportación, el debilitamiento global, más acentuado en el caso de China, se traduce en menores precios de nuestros productos de exportación, incluyendo el cobre, que ha caído más de 10% desde el anuncio del brote. Mayores precios de metales preciosos como el oro, o un menor precio del petróleo, del cual somos importadores netos, mitigan el impacto, pero en el balance, el efecto es negativo. Los precios de otros activos, como el tipo de cambio o los valores en bolsas internacionales, también reaccionan negativa y volátilmente ante situaciones de incertidumbre como la actual.
Un segundo canal es el del volumen de nuestras exportaciones. En la medida que los procesos productivos globales (a través de cadenas globales de valor), el comercio internacional y hasta los patrones de consumo se disloquen, ello genera una menor demanda por nuestros productos. Los tradicionales se verían afectados en el caso de procesos productivos, pero también quizás los no tradicionales, en la medida que haya afectación a consumo privado. La reducción del flujo internacional de personas, tanto por negocios como por turismo, es otro canal de transmisión a tomar en cuenta. Todo esto redunda en ralentización del crecimiento.
¿Qué tan severo y prolongado podría ser el impacto económico? Depende. Si se contiene la expansión internacional en las próximas semanas, y en China los casos nuevos continúan su tasa decreciente, a partir del segundo trimestre se podrían normalizar las actividades económicas globales. Pero si no se contiene, y sin vacunas disponibles, lo visto en China en las últimas semanas sería un preludio de lo que podría ocurrir en otros países. Comparaciones con situaciones previas como el SARS en 2003 no capturan el potencial impacto del Covid-19, no sólo por su mayor transmisibilidad, sino porque la participación de China en el PBI mundial es cuatro veces lo que era en aquel entonces, y la interconexión de cadenas globales de valor es mucho más compleja.
El Covid-19 también debería ser un recordatorio de que no somos un país que invierta lo suficiente en prevención contra desastres y emergencias sanitarias. En este contexto, el preocupante brote epidémico de dengue en la Amazonía ya está teniendo consecuencias sanitarias y sobre flujos turísticos.
Hay factores que no controlamos. Pero otros que sí. La mejor manera de evitar consecuencias humanas y económicas innecesarias es que las cuenten con protocolos claros y eficaces, y que la población los perciba como tales. Prevención, preparación e información, son las tareas centrales de nuestras autoridades.