Más allá del gabinete paritario
Por: Lucía Dammert
La presencia de mujeres aumenta la productividad, fortalece las capacidades de negociación y desarrollo económico, consolida mecanismos de participación, y abre oportunidades para una sociedad más igualitaria. Todo lo anterior lo confirman cientos de estudios que reconocen que, hace rato, las mujeres dejamos de ser una minoría y no debemos de ser tratadas como tales. Sin mujeres, es imposible consolidar una sociedad más justa. Sin mujeres en posiciones de poder, se consolidan los mecanismos tradicionales de gobierno y las políticas públicas pierden amplitud. No es un capricho, sino una necesidad.
En Perú estamos lejos de entender cuál es el verdadero camino al desarrollo. El lamentable debate, inflamado por la agenda de sectores ultraconservadores que vincularon los temas de género con figuras parecidas a la inquisición, no permite realizar un análisis serio.
Es así como hemos normalizado que algunos congresistas se aprovechen de su situación de poder para acosar, cuando no abusar, de mujeres en diversos ámbitos; que la propaganda televisiva profundice la utilización de las mujeres como elemento decorativo; y que, en el debate cotidiano, la “criollada” se vincule con prácticas familiares o de relación de pareja del medioevo.
Una encuesta de Ipsos para El Comercio de la semana pasada revela que el 71% de los encuestados considera que la mujer tiene parte de culpa si su pareja le pega por ser infiel. La justificación de la violencia contra la mujer no debería estar en el menú de alternativas de nadie pero es aún aceptada, cuando no asumida, por la mayoría de los hogares peruanos.
Es en este contexto que el nuevo gabinete pone en relieve su carácter de alta participación femenina, inclusive en ámbitos históricamente reservados para los hombres como el Ministerio de Agricultura. Sin duda es un paso muy positivo observar que es posible incluir mujeres en espacios de liderazgo y reconocer sus logros. Sin embargo, no es suficiente.
Si el compromiso del nuevo premier hacia la paridad es serio, se requiere de una agenda legislativa clara que aumente castigos para violentos, abusadores y acosadores; que disminuya la impunidad de padres que abandonan a sus hijos; que establezca mecanismos de participación pública de mujeres en los más altos niveles de decisión; y, que reconozca que la agenda de paridad es una para todos los peruanos y no solo para los que viven en las zonas centrales de la ciudad capital.
Además de debates legislativos, necesitamos políticas públicas de inclusión que permitan responder con rapidez y eficiencia frente a las demandas por violencia de género, que pongan como prioridad la protección de niñas y mujeres en los espacios públicos como paraderos de micros y otros lugares de aglomeración, y que privilegien el entrenamiento de miles de profesores (hombres y mujeres) en materias de no discriminación e integración, así como de abandono de los patrones tradicionales de género que son enseñados y reiterados a nuestros niños y niñas diariamente. Asimismo, se requiere un programa urgente para identificar a las miles de niñas y adolescentes madres que por falta de apoyo tienen que dejar la educación.
El listado de prioridades podría seguir, porque es largo. Porque como país tenemos una deuda pendiente con la agenda de mayor participación femenina.
El gabinete ha partido con buena intención al abrir verdaderos espacios de participación para la mujer. Lo que se requiere ahora es el compromiso de todos los sectores por enfrentar el problema con financiamiento y capacidad real de diseño e implementación de políticas. Así, la paridad ministerial será recordada como un hito clave de un proceso que verdaderamente nos conducirá al desarrollo.