La importancia de la paridad
Por: Alfonso de la Torre
El nuevo Consejo de Ministros del presidente Martín Vizcarra, con su composición paritaria entre mujeres y hombres, es un hito importante en la historia del país. Que el premier Salvador Del Solar, uno de los líderes en el debate nacional sobre paridad de género, sea quien encabece este esfuerzo confirma que no se trata de un simple gesto, sino de la encarnación de una política de Estado seria en la que los temas de género juegan un rol central. No se trata de un tema menor. Es muy importante y hay que celebrarlo.
La experiencia de ser mujer en el Perú no es la misma que aquella que vivimos los hombres. Un ejemplo claro es la inseguridad ciudadana. Las mujeres peruanas son víctimas constantes de acoso y enfrentan diariamente el riesgo de ser abusadas o incluso violadas. Otro caso de inequidad es la informalidad laboral. Mientras el 50% de los trabajadores hombres son informales, en el caso de las mujeres, la cifra alcanza al 65%. Aún peor es la brecha salarial. Las mujeres ganan el 70% de lo que perciben los hombres en el sector formal y 50% en el sector informal.
Existen muchos otros ámbitos en los que las desigualdades se manifiestan. Si queremos modificar esa realidad y que las políticas públicas generen el mayor bienestar posible para la mayor cantidad de personas; entonces, la mayor presencia de mujeres en el gabinete no solo es deseable, sino vital. Así como un gabinete homogéneo no puede gobernar exitosamente un país diverso, un gabinete mayoritariamente masculino difícilmente entenderá a ese 50% de la población con una experiencia marcadamente diferente a la suya.
A pesar de ello, ha habido detractores del gabinete paritario, quienes prácticamente lo acusan de ser un capricho. La crítica más común a los esfuerzos por generar diversidad de todo tipo—de género, racial, socioeconómica, etc.- es que la paridad no refleja una evaluación de capacidades individuales. Por ejemplo, en una columna publicada en El Comercio, Federico Salazar pregunta: “nombrar mujeres por ser mujeres, ¿reducirá el número de feminicidios?”
Esta pregunta ilustra dos problemas. El primero es asumir tácitamente que un gabinete paritario solo puede ser alcanzado si algunas mujeres son designadas únicamente por su género, como si las mujeres calificadas para formar parte del gabinete fueran más escasas que los hombres en la misma posición. La segunda es que Salazar pierde de vista que el Consejo de Ministros es más que la adición de sus miembros individuales y que nada es menos eficaz que pretender solucionar un problema como el feminicidio sin incorporar las perspectivas de aquella parte de la población que es víctima de este tipo de crimen. El todo es mayor que la suma de sus partes.
Asimismo, existe amplia evidencia de que esfuerzos explícitos para incrementar la participación femenina en la vida política tiene efectos positivos. Una revisión de la evidencia por parte de Pande y Ford (2011) muestra que las cuotas de género introducidas tanto en gobiernos locales como en elecciones legislativas no solo han permitido una mayor participación, sino que también han facilitado un cambio paulatino en las actitudes de los votantes hombres frente al liderazgo femenino. De la misma forma, el análisis señala que las mujeres líderes tienden a tomar decisiones que incorporan las preferencias de las mujeres, lo que es positivo porque produce que la democracia y las políticas públicas que de ellas surgen sean más representativas.
La paridad de género no es un capricho, sino una necesidad. Quienes lo ven como lo primero simplemente reflejan la frase que reza que, para aquellos que viven acostumbrados a sus privilegios, cualquier medida de igualdad se confunde fácilmente como un acto de frivolidad.