Desarrollo Orientado por el Transporte (DOT)
Por: Solange Fernández
La ciudad de Lima se ha expandido exponencialmente sobre su territorio; cuenta con casi todos los modos de transporte, pero sufre de la falta de alcance y desconexión entre ellos. Según Lima Cómo Vamos, el transporte es el segundo problema que más afecta a los limeños después de la inseguridad. Las personas pasan alrededor de 6 horas al día en ir y venir entre sus hogares y sus centros de trabajo o estudios. Asimismo, es el segundo gasto más fuerte que realizan al mes, el cual asciende a S/. 375 (el primero es la alimentación).
Somos conscientes que la solución para Lima es tener una red de transporte público eficiente al alcance de todos, pero no solo se trata de construir esa red, sino de entender el gran potencial que existe en desarrollar la ciudad en torno a ella, como un sistema interconectado. ¿Puede una metrópolis como Lima, que ha crecido de forma desordenada y expansiva, cambiar de modelo y fomentar un desarrollo urbano integrado al sistema de transporte? La respuesta es sí. De hecho, otras ciudades latinoamericanas ya lo están logrando. De acuerdo con la experiencia vivida en estas ciudades, el cambio podría darse en dos o tres gestiones municipales que tengan una visión clara de ciudad e implementen los planes con efectividad.
El Desarrollo Orientado por el Transporte (DOT) es un concepto que hace referencia a una ciudad diseñada para que el crecimiento urbano, los espacios públicos, los servicios, etc. sean accesibles para todos y se priorice siempre al peatón. Con DOT, el desarrollo urbano se planifica para que suceda en zonas muy bien conectadas con la ciudad. De tal manera, si alineáramos la planificación del transporte con la de la ciudad, la densificación urbana y la concentración de servicios, estos se orientarían a lo largo de los ejes metropolitanos por donde pasan las principales líneas de transporte público (por ejemplo, la avenida Javier Prado), y en las centralidades ubicadas alrededor de las estaciones de transporte masivo ( por ejemplo, Atocongo).
En ese sentido, un eje estructurante como el tren eléctrico abre una gran posibilidad para desarrollar DOT; con ello, las estaciones estarían bien integradas a la trama urbana y se potenciaría la vivienda, las actividades productivas y el acceso a servicios en su entorno. También, se podría implementar la regeneración urbana en las zonas de influencia mediante el fomento de una inversión privada responsable que promueva los usos mixtos, la revalorización de la propiedad y del espacio público, y la captura de plusvalías.
En una ciudad con DOT, se debe desarrollar un sistema de movilidad intermodal, con infraestructura adecuada para que los ciudadanos se desplacen de forma segura en distintos modos de transporte: caminando, en bici, en scooter, en bus, en moto, en auto, etc. Por ejemplo, las estaciones de tren estarían bien conectadas al sistema de movilidad local, lo que les permitiría a los usuarios cambiar fácilmente de modo de desplazamiento. Con la integración del sistema, también sería posible un método de pago único, especialmente para la red de alcance metropolitano. El espacio público es un componente fundamental del DOT, pues es el centro de la interacción ciudadana, es decir, el articulador de la integración y la plataforma de intercambio intermodal para los usuarios del sistema.
El DOT es sostenible e inclusivo, y promueve un sistema de transporte seguro y de calidad que llegue a todos los extremos de la ciudad. En el caso de Lima, por ejemplo, se facilitaría el acceso a los asentamientos humanos en las laderas, pues se integrarían moto taxis formalizados y teleféricos a la red. De esta manera, a través de la eficiencia de esta conectividad, se reducirán considerablemente los tiempos de viaje y serán cada vez más personas las que disfruten de un transporte público seguro para sus desplazamientos.
Para que este modelo funcione, también es imprescindible revisar la gestión de los estacionamientos públicos. Una persona que va a trabajar en su auto y lo deja estacionado en la vía pública ocupa un área de 14 m2 durante aproximadamente 9 horas al día. Automóvil tras automóvil, esta práctica consume vorazmente el espacio público disponible. Mientras tanto, las veredas de metro y medio de ancho no son suficientes para el traslado seguro de peatones ni mucho menos hay espacio para darle seguridad al ciclista. Es así que el uso inadecuado de los estacionamientos públicos limita la accesibilidad peatonal, excluye a los usuarios de otros modos de transporte y obstaculiza la implementación de la intermodalidad.
Implementar el DOT implica un rediseño urbano de las vías estructurantes, con buenos cruces peatonales, veredas amplias, ciclovías segregadas, con carriles prioritarios para buses y estaciones intermodales. La finalidad de este replantamiento del transporte es que todos los usuarios del sistema compartan ordenadamente el espacio vial. Sin embargo, ya que el espacio vial es limitado, será inevitable que el automóvil deba compartir el lugar que hasta ahora ha dominado. En una sociedad como la nuestra, acostumbrada por décadas a priorizar al auto en la ciudad, el cambio de modelo puede ser aterrador y muchas medidas podrían ser mal interpretadas. Por ello, es imprescindible desarrollar una campaña de comunicación y participación ciudadana que le provea legitimidad y sostenibilidad al proyecto urbano para que la comunidad pueda ver los beneficios que estas medidas traerán consigo, como el aumento de la calidad de vida de los ciudadanos.
Las ciudades peruanas no pueden esperar más. Las instituciones públicas competentes deben realizar un trabajo coordinado para alcanzar metas comunes e implementar los planes de desarrollo urbano y la normativa edificatoria que necesitamos. Igualmente, es imprescindible desarrollar proyectos de corto y mediano plazo. Con un buen diseño, pintura y señalética vial podemos ir definiendo los primeros pasos hacia un sistema de movilidad intermodal. Podemos utilizar esta etapa inicial a modo de incubación para observar las dinámicas urbanas generadas, levantar estadísticas y aportar en la formulación de los proyectos de inversión de gran envergadura. Es tiempo de humanizar la ciudad, integrarla, hacerla más justa para todos y permitirle al ciudadano tener suficientes opciones de accesibilidad a lo largo de todo su territorio.