Agrobanco salvado
Por: Carolina Trivelli
Se ha publicado la ley que salva a Agrobanco. Ahora le toca al equipo que dirige la entidad ponerse a trabajar para sacarlo adelante y remontar los problemas que lo llevaron, prácticamente, a la quiebra. Pero, sobre todo, nos toca discutir y proponer cómo enfrentar la falta de servicios financieros para el agro y qué rol debe jugar Agrobanco en ello.
Como se sabe, la crisis de esta entidad financiera de desarrollo se desató ante el otorgamiento de créditos medianos y grandes a empresas agropecuarias y agroindustriales, que no se repagaron. Cuando una entidad presta y no puede recuperar, además de iniciar acciones legales para la cobranza, debe generar provisiones (inmovilizar dinero) para evitar situaciones de insolvencia. Con estas obligaciones, Agrobanco se quedó con muy pocos recursos líquidos para prestar a los pequeños productores. Además, ante las noticias de una crisis en la entidad, algunos deudores optaron por no repagar sus deudas. Finalmente, la crisis de Agrobanco se agudizó por un conjunto de problemas con el programa que este se vio obligado a financiar para enfrentar la crisis del sector productor de café.
Ante la compleja situación de Agrobanco, se propuso liquidarlo y crear otro vehículo para apoyar el financiamiento de los pequeños productores (un fondo en el Ministerio de Agricultura), propuesta que fue desestimada en el Congreso. Tanto la comisión Agraria como la de Economía, acordaron salvar Agrobanco. ¿Fue una buena decisión? Personalmente considero que es la decisión correcta. Los problemas del banco no vienen (principalmente) de sus operaciones de crédito con pequeños productores, por un lado, y, por otro lado, Agrobanco es prácticamente la única entidad prestando a los pequeños productores (prestando poco y no siempre de la mejor manera, pero es casi la única fuente de crédito para el agro de pequeña escala en el mercado).
Cerrar Agrobanco no hubiera resuelto ningún problema, y hubiera dejado a los productores sin una entidad a su servicio. Además, hubiera traído una movilización de agricultores y un problema político innecesario. Es más, sin lugar a dudas, si se llegaba a cerrar, tendríamos en todas las propuestas electorales del 2021 la creación de un nuevo banco agrario. La historia y la experiencia de la banca de desarrollo para el agro en América Latina aseguran que nos gusté más o menos, por razones políticas y económicas, siempre habrá un Agrobanco o algo parecido.
Agrobanco atiende solo a una pequeña porción de productores agropecuarios; por ello, el desafío no es solo retomar sus actividades anteriores a la crisis, sino atenderlos mejor, y ampliar su cobertura y eficiencia.
La propuesta incluida en la ley busca darle tiempo y recursos para recuperarse, pero también para focalizar su trabajo en el segmento de pequeña agricultura. Primero, la norma obliga a Agrobanco a concentrarse solo en atender a los pequeños productores (y sus organizaciones). Segundo, exige al Minagri tomar responsabilidad en el programa de apoyo a los cafetaleros y no dejarle esa responsabilidad (y costo) al banco. Tercero, acepta la necesidad de subsidiar –clara y transparentemente- la tasa de interés para los agricultores y crea, para ello, un fondo (FIPPA). Todo es perfectible; todo puede hacerse mejor, pero estos tres aspectos implican avances para lograr que el banco se recupere y sobre todo que pueda crecer y ampliar sus operaciones de manera sostenible.
“La norma obliga a Agrobanco a concentrarse solo en atender a los pequeños productores, (también) exige al Minagri tomar responsabilidad en el programa de apoyo a los cafetaleros (…) y acepta la necesidad de subsidiar la tasa de interés para los agricultores”
Puntos menos auspiciosos de la norma son que no se establece ningún compromiso de capitalizar o de canalizar de manera regular fondos del Tesoro al banco ni al FIPPA y que el directorio queda en manos del MEF y Minagri (quien nombrará uno de los miembros que le corresponde en representación de los pequeños agricultores). Creo que esta norma debió incluir la exigencia de un directorio profesional de alto nivel y con mucha experiencia en el sector financiero y de desarrollo, y la presencia obligada de directores independientes. Y, finalmente que no se genera competencia –permitiendo al sector privado acceder también al FIPPA por ejemplo- ni incentivos –que esperemos se introduzcan en el reglamento de la norma- para que Agrobanco incremente su eficiencia y reduzca sus costos de colocación en el segmento de pequeña agricultura (mejoras en sus procesos de evaluación crediticia, seguimiento y cobranza, introducción de tecnología en sus proceso, etc.)
Ahora, le toca a la administración de Agrobanco enfrentar la crisis con esta nueva normativa y sacar adelante la institución (cobrar las deudas pendientes, tomar las acciones legales necesarias para ello, recuperar a través de la ejecución de garantías las deudas impagas, etc.) pero sobre todo hacerla crecer. En su mejor momento, Agrobanco ha atendido a cerca de 50 mil pequeños productores, lo que representa un porcentaje pequeñísimo de los productores agropecuarios. Sin crédito para el agro –oportuno, suficiente, costo efectivo- difícilmente podremos lograr incrementos en la productividad rural ni tampoco innovaciones en los cultivos y crianzas. Hay que lograr que Agrobanco atienda –sosteniblemente- a muchos más productores y que genere mecanismos para que sus clientes puedan también ser atendidos por el sistema financiero.
“Sin crédito para el agro –oportuno, suficiente, costo efectivo- difícilmente podremos lograr incrementos en la productividad rural ni tampoco innovaciones en los cultivos y crianzas”
El agro, en particular un agro como el nuestro, con más de 2 millones de agricultores con explotaciones pequeñas en su mayoría, tiene que contar con mecanismos eficientes de financiamiento. Para ello, se requiere de un banco de desarrollo que dé crédito –como existe en casi todos los países de la región- pero no solo eso, pues, junto con el crédito, se requiere de seguros que permitan reducir el alto riesgo inherente al sector agrario, y programas de innovación, inversión, asistencia técnica, información, etc. El Minagri y los gobiernos regionales tienen que asumir la responsabilidad que les toca; Agrobanco es una herramienta complementaria a la política agraria y no al revés.
“El Minagri y los gobiernos regionales tienen que asumir la responsabilidad que les toca; Agrobanco es una herramienta complementaria a la política agraria y no al revés.”
Agrobanco, incluso luego de recuperarse, no será suficiente para el agro y sus desafíos. A pesar de que este tema no se discute, –no sé bien si porque algunos piensan que está resuelto y otros porque ya se rindieron y aceptaron que no habrá crédito para el agro- deberíamos aprovechar esta coyuntura para discutir qué medidas hay que implementar para que no le sigamos poniendo trabas al agro, que es clave para superar la pobreza, para asegurar nuestra alimentación y para mantener la paz social en el medio rural (donde están varios de nuestros motores de crecimiento).
Retomar una agenda de discusión que genere propuestas para enfrentar el desafío de las finanzas rurales es urgente, sobre todo en un país que sigue en los primeros lugares del ranking sobre mejores condiciones para la inclusión financiera. ¿Quién se anima?