La Bolsa o la vida: El dilema imposible que enfrenta a la Economía con la Salud
En la Andalucía del Siglo XIX, los caminos estaban plagados de bandoleros y asaltantes. El más famoso de ellos, José María “El Tempranillo”, se volvió leyenda. Fue exaltado en poemas, cantos, obras de teatro como el “Rey de los Bandoleros”, el “Rey de la Sierra Morena”. A él y otros de su especie, se les atribuye que tras sorprender a algún viajero y tenerlo a tiro de arcabuz, con algo de galantería y mucho de picardía, les daba a elegir entre “la bolsa o la vida”. Un falso dilema, en realidad, puesto que si elegías entregar la vida, igual perderías la bolsa.
El Covid-19 nos enfrenta a ese dilema imposible. Diabólico, como le ha llamado el filólogo Juan Ignacio Pérez Iglesias.Hasta la fecha, los países que escogieron la bolsa, al poco tiempo descubrieron la infalible eficiencia de la muerte. Sus sistemas sanitarios, poco pudieron hacer para contener al virus y colapsaron. Cuando los muertos amenazaban contarse por miles, los gobernantes de estas naciones tuvieron que resignarse a optar por la vida.
En el Perú, con nuestro precario sistema de salud, no había opción para la duda. La cuarentena estricta era la única defensa ante la eficacia y velocidad del contagio. Con tan limitada capacidad hospitalaria había que entregar la bolsa. Hemos cumplido con esa exigencia, pero a diferencia de los bandoleros de la Sierra Morena que luego de dar lo que tenías te dejaban seguir viaje, la epidemia continúan demandando más.
¿Cuantas bolsas podemos entregar a este asaltante de instintos asesinos? Allí, justamente, radica el dilema diabólico que nos plantea esta prueba. Transitamos como un equilibrista al borde de dos abismos: “la mortandad por Covid-19 y el colapso social”.
Al igual que el sistema de salud, el entramado socieconómico del país es sumamente frágil. Nuestro tejido empresarial tiene una heterogeneidad productiva muy alta, con costosísimos niveles de informalidad y polarización económica.
Solo el 0,5% de nuestras firmas son grandes. Las Micro, pequeña y mediana empresas (Mipyme) “representan el 99,5% del total de empresas formales en la economía peruana –el 96,2% son microempresas, 3,2% pequeña y 0,1% mediana–. Las Mipyme generan alrededor del 60% de la PEA ocupada”. Son la principal fuente de empleo. Un dato no menor, es que el 10% de la “PEA ocupada son conductoras de una Mipyme formal”. Si bien entre el 2013 y el 2017 muchas de estas empresas se han formalizado (un incremento de 7,2% de promedio anual), todavía el “48.4% de las MYPE no están inscritas en SUNAT” (Produce: Estadística Mipyme)
A un aparato productivo de estas características, no se le puede arrancar muchas bolsas.
De acuerdo a los cálculos de Produce:
“considerando shock interno sumado al shock externo, mes de paralización económica (excepto las industrias liberadas DU-044-2020 PCM y DS -046-2020 PCM), haría que PBI del 2020 tenga una variación entre -7.5% hasta -10.24% (moderado y a la baja)”.
En la etapa de contención del virus, las únicas actividades (denominadas esenciales) permitidas, por los mencionados Decretos son: la producción de alimentos (industriales y agroganaderos), farmacéuticas, establecimientos de salud, entidades financieras, aseguradoras y pensionarias, ventas de combustible, medios de comunicación. Es síntesis: todo el aparato productivo paralizado.
El Plan #ReactivaPerú está diseñado para evitar que muchas de las Mipymes quiebren y tratar de amortiguar esta caída calamitosa del producto. Aunque este plan todavía no ha probado su efectividad y hay ciertas dudas sobre la forma en que se ejecutará, se espera (ruega, incluso) que funcione.
“El efecto final considerando gasto del gobierno anunciado (política fiscal y monetaria) y actividades seleccionadas durante y después de la EEN [Estado de Emergencia Nacional]: el PBI 2020 atenuaría su descenso en: -3.5% hasta -6.75% (moderado y a la baja)”, Produce dixit.
Un escenario, menos malo, pero igual desastroso.
El plan del equilibrista: la bolsa y la vida
Obviamente, estos números mejorarían si los motores productivos del país se echan a andar lo antes posible. ¿Pero que tan factible es esto?
El dilema diabólico nos obliga a realizar maromas de equilibrista para evitar los abismos dantescos que se abren sobre nosotros. A esas piruetas, Produce las ha llamado “criterios para la determinación de las actividades estratégicas de la economía”: En un lado, las que evitarían el despeñadero “del colapso social”, salvamos la bolsa: las actividades relevantes para la economía (sectores estratégicos); en el otro, las que impedirían desbarrancarnos hacia la “muerte masiva por Covid-19”, viva la vida: Nivel de Riesgo de transmisión para su operatividad.
Tras correr estos criterios en un Modelo de Equilibrio General (MEG) se obtuvo una matriz de decisión con cuatro etapas. Las primeras generan un menor riesgo de que la curva de contagio se incremente y en las últimas las de mayor exposición. Primera etapa; Contención: “actividades conexas a las esenciales: proveen suministros y permiten asegurar el funcionamiento de éstas reduciendo el riesgo de contagio”. Segunda etapa; “Pre-activación: actividades estratégicas de valor económico para el mercado local”. Tercera etapa; “Reactivación Parcial: actividades estratégicas de valor económico para el mercado externo”. Cuarta etapa; “Mayor riego. Será evaluada en función al avance de casos de las anteriores etapas”.
Los resultados para salvar la bolsa arrojaron que en la primera etapa post cuarentena debieran empezar a operar las actividades proveedoras de las actividades esenciales:
“(i) Abonos y nutrientes agrícolas, materiales de plásticos, frascos de vidrio, cajas de cartón, bobinas de papel, hielo; (ii) Producción de maquinaria y equipo asociada a la industria de alimentos y otras actividades esenciales (iii) Instalación de equipos de control de procesos industriales, reparación de maquinaria industrial, mantenimiento de vehículos solo para actividades esenciales y conexas, servicios de soporte en Tecnología Informática (TI); (iv) E-commerce (restaurantes, productos del hogar)”.
En la segunda, se encontraban las actividades asociadas al mercado interno y servicios para actividades no esenciales. Recién en tercera etapa se hallan las actividades asociadas al mercado externo: Pesca (harina de pescado, aceite de pescado), minería (metales primarios como oro, cobre, estaño, zinc, hierro, entre otros). Actividades del sector de construcción (carreteras, calles y caminos; edificios y otros).
Los equipos de Produce y del Viceministerio de Economía, encontraron coincidencias y empezaron a trabajar sobre estos criterios de reactivación. Todo iba bien, hasta que de pronto la Ministra de la Producción, Rocío Barrios, decidió dejar de coordinar con el MEF, introducir nuevos criterios y creyendo que la reactivación productiva le competía exclusivamente decidió a liderar este tema.
Perdiendo el equilibrio
Sin que nadie entendiera bien como ni porque, y por la terrible confusión que ha mostrado en la seguidilla de entrevistas que ha dado la semana pasada a distintos medios, Barrios tampoco parece entenderlo. Lo cierto es que las cadenas asociadas al mercado externo que aparecían en la tercera etapa, las colocó en la primera. A manera de justificación para esta postura decidió llamarlas: “Actividades priorizadas por dinamización económica y estratégicas: Actividades del sub sector minero y Actividades de la Pesca Industrial CHI [consumo humano indirecto]”.
De esta forma, Barrios decidió que salvar la bolsa era más importante que la vida. El Ministerio de Energía y Minas (MEM), se sumó a la iniciativa y presentó una propuesta para que entre el 15 de mayo y el 15 de junio, 18 operaciones de gran minería (todas de tajo abierto) y tres proyectos en construcción, ubicados todos en 12 regiones, empiecen a funcionar.
Este grupo representa el 60% del PBI Minero Metálico, una inversión de 8,255 millones de dólares. De acuerdo al MEM, empleará a alrededor de 56 mil empleos directos y unos 40 mil empleos más en empresas proveedoras.
Con esto la aguja económica se empezaría a mover para salvar la bolsa. Pero, la enorme movilización de personal es un riesgo para la vida. Las probabilidades de que los contagios se disparen, fueron advertidos por el Modelo (MEG) de Produce. Por ello estas actividades se encontraban en la Tercera Etapa del Plan de Reactivación. El delicado equilibrio que se buscaba, con esta movida improvisada de la Ministra Barrios, se empezaba a perder.
El jaloneo entre los Ministros por salvar la bolsa y ganar cámaras generó más desorden. De pronto, Mincetur irrumpió en la escena presionando al Minsa para que apruebe los protocolos de delivery, un asunto que estaba en manos de Produce. El Ministerio de Salud (Minsa), paró ambas iniciativas en seco. Presentó objeciones al plan de Produce y del MEM apoyado también por la Presidencia del Consejo de Ministro (PCM).
Lo sucedido en Antamina, en cuya unidad minera se reportaron una serie de infectados, es una luz de alerta. En el Minsa están muy preocupados e incluso molestos por este incidente. La propagación del virus en el campamento, las dificultades para diagnosticar, tratar y trasladar a los infectados de forma segura y cumpliendo con todos los protocolos de bioseguridad fue un problema sumamente serio. Una advertencia de lo que podría ocurrir si algo saliera mal con la reactivación minera.
La dimensiones de prender el motor productivo de la minería, preocupa muchísimo. En estos momentos no existen protocolos ni experiencias en el manejo de estas situaciones. Los altos estándares con las que operan estas empresas, dan cierta tranquilidad, pero los riesgos son enormes.
Para no perder el equilibrio en este momento crítico, el Presidente tuvo que intervenir. Las diferencias entre los Ministros y el desorden generado esta semana por las ansias de notoriedad de algunos, se estarían zanjando con la conformación del Grupo de Trabajo Multisectorial para la Reanudación de las Actividades Económicas (RM Nº 144-2020-EF). El primer artículo de la norma marca la cancha: el MEF liderará esta estrategia que se implementará progresivamente. Ojalá que se ciñan a los resultados de los análisis de riesgos que se han hecho. No es el momento de improvisar o apurarse. Un paso en falso y caeremos en cualquiera de los dos abismos infernales.
Se espera que ahora las cosas se encausen. Lo más conveniente, sería a esperar como evoluciona la curva de contagios. Solo cuando esta vire su curso ascendente y tengamos un registro sostenido (unos quince días) en forma de meseta o uno descendente nos podríamos aventurar a apostar más decididamente por salvar la bolsa. En este momento nuestra capacidad sanitaria está al tope y no debemos olvidar que a pesar de la enorme capacidad de las empresas mineras, este es un reto de bioseguridad inédito para la industria.
Por lo menos, así, parece haberlo entendido Anglo American Quellaveco (AAQ). El 23 de abril último, comunicó que:
“en apoyo de los continuos esfuerzos del gobierno para controlar la propagación de Covid-19, ahora hemos decidido suspender los trabajos no críticos por hasta tres meses, proporcionando así una mayor certeza para planificar un reinicio seguro y responsable”.
AAQ, ha optando ante este dilema diabólico por la vida antes que por la bolsa. Sería bueno que algunos Ministros y empresarios recuerden que este bandolero, es como los de la Sierra Morena: nos apunta con un arcabuz y tiene el gatillo flojo.