La quimera de Petroperú
La empresa estatal Petroperú se ha convertido desde hace varios años en una quimera para aquellos que persiguen que se convierta en una compañía eficiente y capaz de liderar la industria de hidrocarburos en el Perú.
Casi todos los intentos han terminado en fracaso y ahora bajo el gobierno del presidente Pedro Castillo hay el riesgo de que vuelva a ocurrir, con el consecuente costo para el Estado. Se repite así lo que Carlos Paredes sostuvo claramente en su libro “La tragedia de las empresas sin dueño: el caso Petroperú”.
El lunes pasado advertimos que se había iniciado la renegociación del contrato de gas de Camisea en momentos que no se cuenta en el Ministerio de Energía y Minas (Minem) con un viceministro de Hidrocarburos y su puesto es ocupado por el viceministro de Minas, en su calidad de encargado.
En realidad, el peso de la participación actualmente del Minem está en manos de Erick García Portugal, director general de Hidrocarburos, el principal funcionario que en el equipo del ministerio conoce con suficiencia el tema en discusión en el Minem.
Asimismo, señalamos que el Minem no había definido el futuro de la presidencia de Perupetro. El jueves pasado, el que era su titular desde el gobierno de Vizcarra ratificó su renuncia irrevocable y, por tanto, la comisión creada para la renegociación del contrato y la masificación del gas por ahora no tiene un secretario técnico titular. Todo esto sucede en momentos en que quien dirige dicho grupo de trabajo: la presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, se encuentra sujeta a los vaivenes políticos y, por tanto, en caso de no continuar en su puesto, quien la suceda tendrá una curva de aprendizaje, que no tomará poco tiempo.
Producto de lo anterior será difícil que se cumpla en la fecha prevista la entrega del informe final, razón por la cual el Ministerio de Energía y Minas ha solicitado un plazo adicional, pues hay información muy importante que debe entregar, como por ejemplo, los escenarios de la demanda futura de gas que se contempla atender.
Simultáneamente, Petroperú, empresa a la cual se pretende otorgarle la conducción del proceso de masificación enfrenta tres problemas: uno, los conflictos de las comunidades alrededor del Oleoducto Norperuano en Loreto. La segunda dificultad a superar es el arranque del proyecto de la nueva refinería de Talara, que inicialmente estaba prevista para este mes y que tuvo que postergarse hasta abril del próximo año, por diversos motivos contractuales.
Por último, la nueva conducción de la petrolera estatal afronta varios retos en su programa para volver a la explotación como asumir el lote 192. Por lo pronto, el camino no se le presenta fácil para tener a su cargo el lote 1 en Piura, dadas las condiciones bajo las cuales obtuvo el financiamiento para la construcción de la nueva refinería de Talara, tal como informo Gestión el viernes pasado
Y es que en el Gobierno hay un sector que intenta a toda costa que Petroperú lleve a cabo la integración vertical perdida a inicios de los años 90, pero sin tomar en cuenta que las condiciones ahora son diferentes y la capacidad de la petrolera no necesariamente está para llevar a cabo esa tarea.
Lo que está en juego no es de poca monta, no solo por los recursos que hay que invertir, sino por las expectativas que se despiertan y que después no se pueden cumplir.
En todo caso, es momento de repensar el proceso. Si bien la masificación del gas es un objetivo que debe llevarse a cabo, se requiere que no se repitan los problemas que se tuvo en el pasado cuando a toda costa también se quiso llevar a cabo, por ejemplo, el gasoducto del sur con las consecuencias ya conocidas.