Expectativas y resultados
Hoy la mayor parte de actividades económicas vuelven a operar, en medio de restricciones por la crisis sanitaria, incertidumbre económica, la campaña electoral y la expectativa de que el proceso de vacunación avance pese a las dificultades.
Las empresas de todo tipo, principalmente las pequeñas y microempresas, así como los consumidores enfrentan la tensión por las menores ventas y los ingresos precarios. En el último trimestre móvil de noviembre a enero, el empleo con más horas de trabajo y menores ingresos fue el que más creció en Lima Metropolitana, mientras el ingreso promedio mensual de trabajadores siguió cayendo, según un informe del INEI.
En el periodo en mención, se registró 13% de desempleo en la capital. Se estima que existen 663,900 personas que buscan empleo activamente y el empleo adecuado entre jóvenes de 14 a 24 años disminuyó 27.1%.
La situación también es crítica para las mypes. Cada vez un mayor número de ellas recurre al crédito informal, pues se quedaron sin líneas de financiamiento en cajas y bancos, viéndose obligadas a pagar hasta 1,000% de tasa de interés anual.
Las respuestas del Gobierno de Sagasti no tienen la velocidad que requiere la urgencia. Es así que, por ejemplo, la aprobación de algunos reglamentos ha excedido el plazo de ley.
Mientras tanto, prosigue la campaña electoral y los candidatos en su mayoría presentan propuestas sin ningún sustento de financiamiento y más bien alientan un comportamiento de populismo económico sin asumir que la caja fiscal no tiene la misma solidez de hace un año, tal como lo explicamos en esta edición.
“Lo que es peor es la generación de expectativas que después le pasarán la factura al próximo Gobierno”.
Los tiempos de agobio financiero para las empresas y consumidores se complican por la lentitud del proceso de vacunación y porque aún no se tienen fechas confirmadas del arribo de nuevos lotes, herencia del Gobierno de Vizcarra.
Los retos de corto plazo exigen contar con un sentido de la urgencia, que lamentablemente está ausente en las diversas instancias del Estado -incluido por cierto el Congreso-. Si bien la economía peruana muestra resiliencia y hay vientos del exterior favorables a las exportaciones, las necesidades se multiplican diariamente y el populismo reinante alienta el “facilismo” en la solución de los problemas, planteando amnistías tributarias por más de un candidato y sin un análisis costos-beneficio de las ofertas electorales.
Lo que es peor es la generación de expectativas que después le pasarán la factura al próximo Gobierno, pues la población querrá resultados inmediatos y por lo tanto habrá mayor resistencia para llevar a cabo las necesarias reformas que son impostergables luego de la pandemia y que requieren tiempo de maduración, sobre todo porque se vislumbra un Congreso sin una clara mayoría y con agrupaciones políticas con poco espíritu de consensuar.