Renzo, más allá del BCR
La semana pasada, murió Renzo Rossini, gerente general del Banco Central de Reserva (BCR). Una pérdida muy sentida para aquellos que lo conocimos. Uno de los primeros recuerdos que se vinieron a mi mente al conocer la noticia, fue recibiendo el aplauso en el patio del Colegio Salesiano cuando fue campeón sudamericano juvenil de lanzamiento de martillo. Su vinculación a la congregación que fundó Don Bosco venía desde su familia, como él mismo lo resaltó en una entrevista años después. La segunda imagen que tengo está referida a su capacidad profesional y esa inclinación innata por enseñar –no solo como docente, sino en su relación con el periodismo–, quizás una consecuencia de su educación salesiana.
Rossini, quien ingresó meritocráticamente en 1984 al BCR, tuvo una extensa carrera en el instituto emisor. Fue una de las figuras descollantes tras bambalinas de todo el proceso de estabilización de la economía peruana en la década del 90 y de los cambios que se dieron. RR, como lo conocíamos coloquialmente en la redacción de Gestión por esos años, era un convencido de que había que perseverar en las reformas económicas, y casi siempre repetía que era posible acercarnos al “círculo virtuoso”. Durante años, en el mes de diciembre fue el expositor de la conferencia anual de la Asociación Peruana de Finanzas, donde daba a conocer las perspectivas del año que venía, mostrando no solo proyecciones y explicaciones, sino también transmitiendo optimismo. Una de las coincidencias que tenían los economistas de diversas tendencias, era la solvencia profesional de Rossini.
Hoy que ha partido, no solo quedan sus gratos recuerdos, su profesionalismo, sino también las lecciones de su labor como funcionario por más de 30 años.
Muchas veces, se denosta a los servidores del Estado, pero pocas veces se resalta que hay también destacados profesionales –como el personal de salud que combate la pandemia–, y RR era un ejemplo de ello. Es por eso que extender las islas de eficiencia en todo el aparato estatal –como hacía hincapié la semana pasada– es vital. Si no se mejora a todo nivel la capacidad de gestión en el Estado basada en la meritocracia, remontar la difícil situación en que ahora se encuentra el país será una tarea muy complicada.
Justamente, esa es la importancia de contar con instituciones solventes en el Estado, como el BCR, pues no solo permiten dar servicio de calidad sino también irradian confianza, y en un país como el Perú, donde prevalece la desconfianza, no es poca cosa. Si queremos que las políticas públicas sean exitosas, la administración de los recursos humanos debe cambiar. Por eso es necesario rescatar los objetivos de Servir.
Y si el próximo Gobierno asume esa tarea como una de sus metas, ejemplos como el de Renzo Rossini valdrán la pena de recordar, pues empezarán a cambiar la percepción de las instituciones públicas, más allá de quién ocupe por razones políticas el máximo cargo de cada entidad. En los últimos 20 años pasaron varios directorios por el Banco Central, pero el staff se mantuvo en su mayor parte, teniendo al gerente general como su puntal. Te extrañaremos, RR.