Suma
Hace seis años cuando estalló el caso Lavo Jato y quedó al descubierto que compañías nacionales emblemáticas estaban involucradas en actos de corrupción se acentuó la crítica al mundo empresarial del país, que tenía como uno de sus antecedentes el carácter mercantilista en algunos casos. Desde entonces más de una firma -inmersa o no en actos ilícitos y contra la ética- decidió revisar su gobernanza, se adoptaron políticas de compliance para combatir las acciones que habían desacreditado su comportamiento y la sociedad estuvo más alerta y cuestionadora a cualquier falta ética, por pequeña que sea. Y aunque no todas actuaron mal, quedó una percepción negativa. Más aún porque los gremios empresariales han dejado de ser muy representativos.
La desconfianza, que no solo se da en ese ámbito en el país, pasó a dominar toda acción que impulse el sector privado. Sin embargo, la actitud empresarial en los últimos años muestra cambios, quizás no en la magnitud que se pudiera esperar, pero hay en varios grupos empresariales diversas reflexiones y avances. Por ejemplo, existe mayor activismo empresarial que se mostró, de parte de algunos ejecutivos de grandes compañías, durante las protestas contra el gobierno de Merino. Este impulso no se ha perdido y en la última edición de CADE de este mes, el activismo estuvo muy presente en más de una presentación. Pero no es el único caso. Otro grupo desde hace varios meses lleva una tarea de reflexión en torno al “capitalismo consciente” y también desde otras vertientes hay un movimiento que busca expresar su posición -incluso con publicidad en medios televisivos- a raíz de los paros que terminaron con la derogatoria de la Ley de Promoción Agraria y sus graves consecuencias para la actividad agroexportadora, y por la forma – en más de una protesta hubo violencia- en que se desarrolló el proceso. A la par también surgieron iniciativas para enfrentar el covid-19 como Respira Perú de la SNI.
La pandemia nuevamente ha puesto a prueba al sector empresarial, y esta vez a diferencia, por ejemplo de las ayuda brindada durante El Niño costero del 2017, las compañías tuvieron un comportamiento más sobrio en sus acciones. No solo eso, más de una de ellas ofreció apoyo al Gobierno, pero el comportamiento lamentable del entonces presidente del Consejo de Ministros, Vicente Zeballos, y algunos integrantes de su gabinete impidieron que se concretará a tiempo alguna iniciativa o donación, como las plantas de oxígeno. Aun así, se lograron realizar acciones voluntarias por más de S/.600 millones hasta agosto del año pasado, según el portal Perusiempre.com, promovido por Arellano Consultoría.
Recientemente la posibilidad de que el sector privado comercializara las vacunas originó críticas. Sin embargo, la semana pasada México -gobernado por un partido cercano a posiciones de izquierda-decidió dar un paso en esa dirección. Pero otra iniciativa sí se pudo concretar: financiar el arribo del primer lote de un millón de vacunas de Sinopharma a través de la Asociación Soluciones Empresariales contra la Pobreza.
Los cambios de actitud y apoyo del sector privado son un paso para que se sume al esfuerzo que requiere el país para superar la pandemia. Nada de eso impide que se continúe con la fiscalización a las empresas, pero es un error considerar que nada ha cambiado.