Entre ilusiones y vacilaciones
El jueves pasado la presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez, sostuvo que el Gobierno no contemplaba retroceder en las fases de reactivación de la economía, pese a que el Ministerio de Salud ya había reconocido antes de Navidad de que había un rebrote de la pandemia del covid-19. La disyuntiva que enfrenta la administración Sagasti es difícil dado que ha crecido la informalidad en la economía y un confinamiento estricto significaría dejar de lado la reactivación. Sin embargo, la precaria situación de la infraestructura sanitaria y la repetición de los errores de la primera ola pone mayor presión a las decisiones.
En su momento el gobierno de Vizcarra y luego el de Sagasti han tenido una actitud vacilante para adoptar decisiones frente a la compra de vacunas. Por ejemplo, si bien el miércoles se anunció la adquisición de 38 millones de dosis de la vacuna china de Sinopharm, hoy se sabe, por declaraciones de la canciller, que solo se tiene un contrato por un millón de dosis, que en la práctica significa la vacunación de 500 mil peruanos. En tanto, aún no se cierra el contrato de 37 millones de dosis. La falta de transparencia y las vacilaciones han sido las características del manejo gubernamental de la pandemia desde que se tuvo el primer caso en marzo del 2020.
“Es muy temprano en el año para ser pesimista, pero el covid-19 no da tregua. La urgencia exige rapidez”
A inicios del mes pasado había renacido la ilusión de que podíamos alcanzar un crecimiento de hasta dos dígitos este año, aun con el proceso electoral del próximo 10 de abril. Pero conforme fueron pasando los días se fueron desvaneciendo las ilusiones. La última encuesta de expectativas macroeconómicas del Banco Central de Reserva, realizada en la segunda quincena de diciembre, revela que disminuyó el optimismo. Mientras los analistas económicos pronostican un crecimiento de 9.5% y las instituciones financieras un 9%, las empresas se mantienen en una expectativa de expansión del PBI de 4.5%. Además, preocupa que la intención de inversión y contratación de personal a tres meses se encuentra en el rango pesimista, retrocediendo con respecto a noviembre.
A lo anterior se agrega que la última proyección del Banco Mundial conocida este mes da cuenta de una estimación de crecimiento de 7.6% para el 2021, por debajo de lo que espera el Ministerio de Economía con 10% y el Banco Central con 11.5%.
A la pandemia y el proceso electoral se añaden las iniciativas de los congresistas con proyectos que son bombas de tiempo para el próximo gobierno, cualquiera sea su signo. Pero a la luz de las acciones que se adoptan pareciera que no le importara a la mayoría de agrupaciones que actualmente tienen bancadas promoviendo proyectos muy cuestionables.
Por eso lo peor en estos momentos es desviarse de lo que el propio presidente Sagasti se ha trazado: lucha contra la pandemia, reactivación de la economía y un proceso electoral limpio. Para ello la bala de oro es iniciar un proceso masivo de vacunación y dejar de lado vacilaciones. La tarea requiere firmeza en los objetivos, pero hasta ahora no se muestra de forma indubitable. Las marchas y contramarchas con la nueva ley para la agroexportación son un ejemplo.
Es muy temprano en el año para ser pesimista, pero el covid-19 no da tregua y cada dilación en la toma de decisiones cuesta vidas y crecimiento. La urgencia exige rapidez.