Como el cangrejo
Cada semana que pasa se agrega una preocupación al país, antes que buenas noticias. Y el Congreso lamentablemente es uno de los principales proveedores de las malas noticias. Por cierto, esa característica no es solo del actual Parlamento. Ocurre en los últimos 20 años en el recinto de la Plaza Bolívar. Las pocas iniciativas legislativas que merecen aplauso son en la mayoría de los casos originadas en diversos estamentos de la sociedad.
El próximo 11 de abril nuevamente se renovará el Congreso, pero dada la precariedad de los actuales movimientos políticos, pues partidos estrictamente hablando no existen, hay pocas esperanzas de que se vislumbre una composición de legisladores notoriamente mejor que la actual.
La semana pasada dos proyectos aprobados mostraron otra vez por qué los parlamentarios tienen poco respaldo. Por un lado, el pleno decidió incorporar a 14 mil profesores retirados que no cumplían las exigencias académicas para enseñar en las aulas, según los estándares fijados para avanzar en la reforma educativa. De otro lado, la Comisión de Defensa del Consumidor dio pase a otra iniciativa que establece topes a las tasas de interés, reviviendo políticas que deberían formar parte del baúl de la historia: los controles de precios, de consecuencias funestas para la economía del país en el pasado.
“Los parlamentarios están muy alejados de soluciones eficaces para superar los problemas de los electores”.
La decisión de incorporar a maestros desaprobados es un ejemplo de la ineficacia y desconocimiento de los congresistas de lo que requiere el país. El actual Parlamento tenía la posibilidad de enviar al archivo la iniciativa dictaminada por su antecesor antes del 30 de setiembre del 2019. Pero no lo hizo así y optó por seguir en el error pese a todas las advertencias, no solo del Gobierno, sino también de diversos sectores de la educación.
Luego de que hasta mayo la aprobación del Congreso alcanzara 49%, superando el 33% de desaprobación, este mes el 59% de los peruanos “jaló” su desempeño, según encuesta de Datum. Los parlamentarios son el reflejo de los movimientos políticos que representan, los cuales están muy alejados de soluciones eficaces para superar los problemas de los electores. Brillan por su ausencia los análisis y el remedio se centra en “papá Estado”, con el consiguiente incremento de las regulaciones y controles, que casi siempre van de la mano de mayor informalidad –efecto perverso de las iniciativas que se aprueban– y de normas que ocasionan mayor corrupción, pues los ciudadanos buscan atajos para evadir justamente esos controles.
Entonces, ¿todo se debe reducir a eliminar trámites y regulaciones? No. El reto es hallar las políticas públicas que respondan con eficacia a los problemas. Esa tarea requiere debate y no exoneración de los análisis costo-beneficio. Todo lo contrario, mayor discusión y vinculación con las propuestas que desde los diversos estamentos de la sociedad se tienen. Pero no convocarlos solo para cumplir una rutina –como sucede ahora– sino recoger sus planteamientos.
La otra ruta a recorrer es la selección de los candidatos. En general, los movimientos políticos realizan una pésima tarea, sin excepción. A veces, el Congreso parece un conjunto de 130 independientes antes que nueve bancadas.
El grave problema de esta crisis política, que se refleja, por ejemplo, en la conformación del Congreso, es que el cuerpo legislativo es parte esencial de un régimen democrático, y por tanto si adolece de fallas, florecen los cuestionamientos desde tendencias radicales y asoman las autoritarias. Es poco probable que se revierta el comportamiento de los actuales parlamentarios, por lo que viviremos con sobresaltos cada semana, pero aunque difícil, los movimientos que competirán en abril del 2011 pueden hacer historia con la calidad de sus candidatos y los ciudadanos mejorando su elección, para no seguir como el cangrejo.